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miércoles, 27 de julio de 2011

Spanischmann in Deutschland #9: Berlin


Berlín es una ciudad de contrastes. Lo nuevo y lo antiguo se cruzan por doquier en esta urbe. La ciudad es enorme: en superficie, es cuatro veces la ciudad de Barcelona. Desde la Fernsehturm, a 203,78 metros, no es posible ver el final de la ciudad. El hecho de que fuera arrasada por la guerra varias veces en los últimos doscientos años ha influido mucho en su forma y también en la cultura de sus habitantes. Se trata, a priori de una ciudad abierta, en la que cualquier persona es bienvenida... o esa es la fama que tiene. No obstante, me temo que la crisis económica ha cambiado un tanto las cosas. Si algo me he percatado en mi estancia en Berlín es la creciente hostilidad con la que se recibe allí a los españoles. No muy diferente a la que se percibe entre los españoles acerca de los inmigrantes que llegan de otros países. Lo cual es una pena, pues arruina una reputación que Berlín se había ganado a pulso con lugares como el Centro Tachelles (link en alemán, pero si hacéis click en "history" podréis ver una selección de fotos del edificio).

Aunque es difícil imaginar cómo sería la vida de los berlineses en la época del muro (aunque he visitado dos museos que lo ilustran bastante bien, el DDR Museum y el Museo de la Seguridad del Estado), todavía se notan ligeras diferencias entre ambas ciudades. Principalmente, la abundacia de monumentos en favor del comunismo o la unión soviética en un lado, y la abundacia de centros comerciales en el otro. No obstante, la zona alrededor de Alexanderplatz está llena de vida a cualquier hora del día, y existe un enorme centro comercial, Alexa, en el que se aglutinan las principales marcas internacionales.

Si tuviera que elegir ahora mismo un barrio de Berlín, escogería sin duda Spandau. Con su cercanía a la Museuminsel, y al propio río Spree, su vida nocturna, su cercanía al centro y su aspecto de (como llaman los berlineses) "Disneylandia comunista", es un barrio que me recordó enormemente a Camden en Londres. Por lo tanto, un barrio al que la visita es obligada especialmente para la gente joven.

Finalmente, os propongo dos recomendaciones de cine alemán, para conocer un poco mejor el Berlín antes y después de la caída del muro: "La vida de los otros" y "Good Bye, Lenin!". Vedlas en ese orden, y quedáos con la fotografía. El cambio es sutil, pero se va haciendo cada vez más grande. Aunque todavía no la he visto (y no me atrevo a recomendarla), supongo que si queréis tener un vistazo del Berlín actual, la tercera película con la que deberíais completar el maratón de cine sería "Sin Identidad", que transcurre en la capital alemana.

P.S.: También es recomendable, si pensáis en viajar a la capital alemana o simplemente conocer un poco mejor la ciudad de forma amena que veáis el capítulo que el programa de la Sexta "Planeta Finito" le ha dedicado a Berlín; presentado para la ocasión por Paco León.

lunes, 11 de octubre de 2010

Würzburg: Fortaleza inexpugnable de la fe


Würzburg es una ciudad de Baviera, Alemania, aunque sólo desde 1814. Su nombre vendría a significar "Fuerte de las especias", lo cual es un nombre muy apropiado teniendo en cuenta que el comercio con sal y otras hierbas y especias traídas por mercaderes desde Oriente Medio. La fortaleza de Marienburg, que preside el río (y que vemos en la foto) fue construida en la Edad Media, pero ya antes de que los romanos llegaran aquí había un castro celta en el emplazamiento del mismo. La ciudad fue convertida al cristianismo por monjes irlandeses, y desde entonces se convirtió en un bastión militar de la fe cristiana. Los obispos que gobernaban la ciudad hicieron construir y ampliar sucesivamente la fortaleza, para defenderse de diferentes invasores, especialmente los turcos. Sin embargo, también se defendió contra los propios campesinos alemanes, que se levantaron durante la Bauernkrieg ("guerra de los campesinos") en el siglo XVI. Por muchos enemigos y batallas a las que se enfrentó, el castillo nunca fue tomado, ni siquiera en la Segunda Guerra Mundial, cuando el 90% de la ciudad fue destruida, y el castillo sufrió severos daños por el bombardeo británico sistemático de todas las ciudades mayores de 100.000 habitantes. Hace apenas unos veinte años que la fortaleza fue restaurada. Parte de los fondos fueron aportados por los británicos.

La ciudad es una de las más bellas que he visto en Alemania. Llegamos en coche desde el sur. Nuestra primera parada fue la Residenz, el inmenso palacio donde vivían los obispos desde su construcción en el siglo XVIII (previamente vivían en la fortaleza de Marienburg).

Después nos dirigimos hacia el centro de la ciudad, donde visitamos la Marienkapelle. La capilla (que su nombre no os despiste, es enorme) es muy diferente a las habituales iglesias góticas. Especialmente llama la atención la piedra arenisca roja y dorada, con la que está realizada. Esos colores, que son los de la bandera y el escudo de la ciudad, la convierten en un monumento no sólo religioso, sino también civil.

Después de la catedral, hicimos una parada en la Plaza del Mercado, que está adyacente a la iglesia. En él encontramos el clásico estandarte que decora todas las ciudades y pueblos de Baviera. El de Würzburg es uno de los más altos que he visto en Alemania. La tradición de estos estandartes es que en época de fiesta, si es robado por el pueblo vecino, el pueblo sin estandarte debe pagar a los "conquistadores" toda la cerveza que quieran (y puedan) consumir durante las fiestas. Razón por la cual, los abetos más altos se dedican a construir estos curiosos estandartes, decorados con motivos que relatan la historia de la ciudad, las principales hazañas de los vecinos más ilustres y los principales monumentos.

Después nos dirigimos hacia la fortaleza, dando un paseo por la ribera del Meno. Me gustaron mucho las instalaciones decimonónicas del puerto fluvial, que se usaba hace siglos para que los barcos atracaran allí y llevaran su mercancía al mercado o a la fortaleza. Actualmente el puerto fluvial está corriente arriba, en las afueras de la ciudad. Más allá nos encontramos con el Puente Viejo, un puente de varios siglos de antigüedad, y desde el cual se llega casi directamente al castillo, tras atravesar unas pocas calles.

La ascensión al castillo tuvo su dificultad, pero se vio recompensado por preciosas vistas de la ciudad y de todos sus alrededores. Me sorprendió bastante ver viñedos en la ladera de la montaña. Estos viñedos, además, se cultivan en régimen comunal, según pude saber más tarde. Había estudiado en la universidad acerca de la régimen de propiedad comunal germánico, pero fue curioso ver que esa figura sigue existiendo en aquél país. Mientras que nuestra cultura jurídica promueve que compartir es algo malo, y por ello establece claramente normas para la división y partición de cuotas de cualquier propiedad en manos de varias personas, la cultura germánica apoya la noción de que lo importante es la integridad de una cosa. Si en Galicia tuviéramos esta cultura, no habríamos tenifo jamás el problema de minifundismo que ha sido lacra tradicional de nuestra economía.

Finalmente, pudimos visitar la fortaleza. Se trata de una construcción pintoresca, porque ha sido construida, ampliada y reconstruida a lo largo de los últimos mil años. La inmensa mole se alza sobre la ciudad como el cadáver de un inmenso titán todavía agonizante. En su interior, es posible admirar un museo en el que se guardan numerosas armas usadas por los soldados del castillo. También hay, por supuesto, varias iglesias y capillas, como corresponde a una residencia episcopal. De hecho, un objeto es de visita obligada es "El Toro", un inmenso órgano de tubos, el cual un obispo hizo instalar. Todas las mañanas, el obispo se levantaba al amanecer para tocar el órgano y despertar con su música a los lugareños para que se dispusieran a ir al trabajo. Aunque el órgano no fue destruido, no es de extrañar que los campesinos terminaran por rebelarse contra el obispo y su "despertador matinal".

martes, 27 de julio de 2010

Spanischmann in Deutschland #8: Frühling!


Y llegó la primavera a Alemania. Y la primavera, en Alemania, es tiempo de celebración, y no sólo porque la nieve se derrite, los bosques florecen, y los ríos vuelven a sonar con su corriente. Por toda Alemania, se hacen en casi cada pueblo la Fruhlingsfest. El origen de esta fiesta está en antiguas tradiciones germánicas de origen pagano, aunque prácticamente cada cultura celebra a su modo la llegada de la primavera. En Alemania, estas fiestas suelen ser "fiestas del vino", mientras que en octubre se celebran las Oktoberfest, que son "fiestas de la cerveza". En ambas, no obstante, ambas bebidas son consumidas en cantidades ingentes, junto con platos típicos como distintos tipos de Wurstchen (salchichas), así como el Schweinhax (codillo de cerdo) típico de Baviera, y otros. Toda fiesta tiene siempre a una orquesta y son frecuentes también los espectáculos de cabaret. Por lo demás, las fiestas son como en cualquier otro lugar del mundo: atracciones como la noria, la montaña rusa, la tómbola, el tiro al blanco... Todas ellas son omnipresentes, y los alemanes, en especial los niños, disfrutan de ellas. Cabe decir que la tómbola no es ni la mitad de divertida sin aquello de "¡otrooo perrito piloto para la señora... hoy tiramos la casa por la ventana!" y frases parecidas. En Alemania, es un concurso serio. Como todas las cosas serias que hacen los alemanes, incluso para divertirse.

En Augsburg tuve ocasión de ir a una Frühlingsfest muy especial. Cada año, la Asociación Bávara de Comerciantes Japoneses (esponsorizada por cierto Zaibatsu japonés, vinculado a la familia Hosokawa, dueños, entre otros tesoros, de los manuscritos originales de El Libro de los Cinco Anillos) celebra un festival japonés en el Jardín Botánico de la ciudad. El festival fue una excelente muestra de la cultura japonesa, con exposiciones de arte tradicional, muestras de cocina, de artes marciales, números musicales y de danza... Aunque duró un sólo día, y fui solo, lo pasé como un enano. Aunque buena parte de los miembros de la organización y de los artistas invitados eran japoneses, quedé (agradablemente) bastante sorprendido la cantidad de alemanes vinculados a la cultura japonesa de alguna u otra forma: desde estudiantes de artes marciales, espertos en ceremonia del té, a mangakas y otakus.

Mención aparte merece el Plärrer, las fiestas de Augsburg, que también son en primavera. No porque la fiesta tenga nada especial respecto de las otras Frühlingsfest que he descrito, sino más bien porque la primera vez que fui, fue uno de los días más caóticos de mi vida: perdí mi mp3, conocí a una chica estupenda, encontré dinero, le salvé la vida a un ciclista inglés borracho... Un despropósito. Y todo ello mientras intentaba que un grupo de unos doce españoles fueran del punto A (la carpa en la que estábamos dentro del Plärrer) a B (uno de mis pubs favoritos en Augsburg, el Weiß Lamm). Al inglés también lo conocimos durante la fiesta, y al bueno del hombre, no se le ocurrió otra cosa que volver a casa en bicicleta. Una opción común y bastante recomendable en una ciudad alemana... si no vas borracho perdido, claro. El hombre nos saludó, mientras se iba, y se cayó de la bicicleta, golpeándose la cabeza contra el bordillo de la acera. Yo, que era el único que hablaba alemán, tuve que correr en busca de los servicios de emergencia, mientras mis amigos y un amigo suyo (creo que alemán), lo atendían. La ambulancia tardó menos de un minuto en llegar. Respecto de la chica, nos vimos una vez más en Viena (viaje que hice durante las fiestas de primavera), lo cual fue el inicio de una hermosa amistad. Y respecto de mi mp3... bueno, tuve que comprar uno nuevo, que es el que tengo actualmente. Gracias a eso, he comenzado a escuchar música que antes no escuchaba, dado que al principio tuve que contentarme con música alemana, más lo poco que tenía en mi ordenador. Supongo que, a fin de cuentas, salí ganando, aunque cuando llegué a mi casa a las tres de la madrugada, tenía ganas de una inyección letal. En cualquier caso, aquél fue un día que no olvidaré en el resto de mi vida.

La semana siguiente volví al Plärrer, y fue otro día también significativo, porque esa vez fue la primera de muchas Stammtisch del grupo de estudiantes internacionales de la ciudad (y amigos). En ellas conocí a mucha gente, y tuve algunos de los mejores momentos de mi estancia en Alemania. Además, pude conocer algunos de los mejores restaurantes de la ciudad, y probado algunos platos típicos de Baviera. Gracias a AEGEE por ello, en especial a tí, Gabi, que espero que estés leyendo estas líneas.

Con una lagrimilla en el ojo, al recordar a todos mis amigos de Augsburg en las fiestas de primavera, me despido. Pero tal vez, en octubre, nos volvamos a ver... Si los hados del destino me lo permiten, claro.

jueves, 3 de junio de 2010

Spanischman in Deutschland #7: Viena

Se ha hecho esperar, pero he aquí el relato de una de las mayores aventuras que he vivido hasta ahora. Era la primera vez que viajaba solo, tan lejos. Por supuesto, estaba bastante nervioso, así que dejé todo bien atado. El viaje desde Augsburg a Viena fue como la seda. Como tenía entonces algo de trabajo, aproveché el mismo para terminarlo. Me sentí como un auténtico yuppie, buscando asientos con algún enchufe cerca para mi portátil. Algo que resulta toda una utopía en España, en Alemania no es tan raro. Ahora a mi vuelta he descubierto que están siendo incorporados en los nuevos trenes. Ya iba siendo hora.

Y llegué a Viena. Encontrar mi hotel no fue (demasiado) difícil. Mi apartamento era realmente grande y cómodo. Además, estaba cerca del centro, pero en un lugar muy tranquilo. Además, fue muy barato. En fin, ideal. Tras instalarme, y darme una ducha, no tardé en salir a dar una vuelta, y ver Viena de noche. No quedé en absoluto defraudado. Es una ciudad mágica, tiene algo especial. No en vano fue la capital de dos imperios. Por la tarde estuve paseando por la ribera del Danubio, e incluso tuve ocasión de ir a una playa artificial allí. Finalmente, por la noche tuve la oportunidad de ver una función de teatro-cabaret "underground". Fue muy divertida.

Los siguientes días estuve visitando palacios y museos diversos, en concreto el Schönbrunn, el Hofburg, y los Apartamentos Imperiales. Sobre ello, puedo decir que quedé ampliamente asombrado por las figuras del Emperador Francisco José I y por la de su esposa, la (trágicamente) famosa Emperatríz Sisí.

Sobre el primero, quedé agradablemente impresionado su carácter trabajador y patriota. Se consideraba a sí mismo "el primer funcionario del Estado", y en consecuencia, trabajaba desde las primeras horas de la mañana hasta altas horas de la noche. Además, nunca denegó audiencia a nadie, sin importar su clase social o procedencia, toda persona tuvo en su momento, audiencia con el Emperador. Además, fue un hombre dedicado en cuerpo y alma a la paz. Al contrario que otros Estados de Europa, Austria-Hungría fue el único que no buscó crear colonias. en África, o Asia En palabras suyas, "¿Cómo puedo pensar en expediciones coloniales, cuando nos rodean y miran hambrientos Alemania, Rusia, y Francia?" Otro detalle que muestra su carácter es su despacho. En él, los invitados a audiencia, sin importar que fuera el campesino más humilde, se sentaban en ricos sillones. Él, sin embargo, utilizaba una simple silla de madera. No voy a negar que siempre me he mostrado contrario a la monarquía. No obstante, incluso con su alta cuna, fue un gobernante que reconoció que su poder provenía del pueblo, y se mostró toda su vida como su servidor más leal. Pocos políticos electos en la democracia de nuestro siglo se comporta de esa manera.

Acerca de Sisí... sobre ella hay autnénticos mares de tinta escritos. No obstante, sí destacaré unos pocos detalles que me impresionaron sobre ella. En primer lugar, el hecho de que se hiciera un tatuaje en un hombro. Sólo una prueba de su carácter progresista. Aunque siempre evitó la política, intercedió ante su marido por la independencia de Hungría. Aunque los húngaros no consiguieron lo que buscaban, Sisí sí evitó que el Parlamento enviara al ejército para acabar con los rebeldes y que su marido, el Emperador Francisco José dictara un estatuto muy amplio de autonomía para los húngaros. Sisí fue, toda su vida, una mujer independiente. Algo que no gustó nada a su suegra María Victoria, pero que tampoco pudo evitar. Aunque Francisco José amó su esposa toda su vida, Sisí no la correspondió, y terminaron por vivir completamente separados, con Sisí atendiendo lo justo a sus obligaciones como Emperatriz. El resto del tiempo lo pasó viajando. Y fue en uno de esos viajes, cuando fue asesinada por un anarquista italiano, que de hecho, no tenía planeado matarla. Simplemente, un desliz ocultando la identidad de la Emperatriz propició que se hiciera pública su presencia. En ese momento, su asesino decidió cambiar de objetivo, por un "pez" mucho más gordo.

Algo que me llamó mucho la atención de Viena son la cantidad de perros que hay. Aproximadamente el 60% de los vienenes tienen perro, y éstos tienen permiso para entrar en casi cualquier sitio (menos en los supermercados). Pero, a pesar de lo que se podría pensar, las calles están impolutas. Se ve que allí tienen más conciencia a la hora de sacar a los perros de paseo.

Y por supuesto, no perdí la ocasión de probar la melange, el café típico de Viena. Pocas veces he probado un café tan bueno!

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Sobre noticias diversas, espero que ahora que por fin he regresado de mis viajes, pueda publicar muchas cosas que tengo en mi cabeza y apuntes. Paciencia, eso sí. Pronto empezaré a publicar el relato de una nueva partida de rol, en este caso, de Rifts, un juego de rol de ciencia ficción y horror sobrenatural. Además, tengo pensada la continuación de "El Agente" y de "La Leyenda del Prisionero".


miércoles, 5 de mayo de 2010

Füssen, el hogar de un monarca delirante


Érase una vez un monarca que no amaba su época Aquel hombre, que se creía elegido por Dios para gobernar, soñaba con historias de caballeros y grandes hazañas. Y puesto que era rey, mandó construir un castillo en el que tales hazañas tuvieran lugar... o al menos, en el que fueran recordadas. Ese lugar es Neuschwanstein, el mayor de los tres castillos construidos por Ludwig II de Baviera, último rey de ese país. Difícilmente podría aceptar a alguien que gastaba el dinero de su pueblo en semejantes excentricidades como la construcción de castillos medievales en una época en que los automóviles comenzaban a hacerse populares, y los primeros teléfonos también estaban en funcionamiento. De hecho, sorprende cómo el castillo está dotado de grandes avances de la técnica para el momento: ventanas de aluminio, calefacción e iluminación eléctrica, teléfono en los aposentos del rey... Para luego llegar a la sala del trono, ricamente decorada en oro, con frescos que recuerdan las hazañas de Parsifal, el caballero de la Corte del Rey Arturo. Si se puede describir Neuschwanstein con una palabra, es "ucrónico". Tal y como se podría describir al propio Ludwig II, un hombre que nació fuera de su tiempo.

Ludwig II quería todo a un tiempo. Quería ser un monarca católico medieval, y ser homosexual. Amaba la tecnología y las comodidades de la era moderna, pero se construyo un castillo en una colina, en un lugar casi inaccesible. Su médico y psiquiatra le diagnosticó esquizofrenia paranoide. Sin embargo, como decía el lema de la película de Tony Scott "Enemigo Público", "¿Es paranoia cuando de verdad te persiguen?" Paranoia o no, el monarca y su psiquiatra aparecieron ahogados al día siguiente en el lago Stamberg. ¿Asesinato, homicidio-suicidio de dos amantes, o accidente? Es algo que nunca sabremos, probablemente. Sin embargo, Ludwig era un excelente nadador, y existe registro de que dos hombres acompañaron a ambos "amablemente" hasta el lago. No existe registro de sus identidades.

Un final trágico para un hombre que sufrió durante toda su vida, la cual estuvo llena de contradicciones. Como rey. se esperaba de él que engendrase un heredero, y de hecho, llegó a comprometerse con su prima, aunque acabaría por anular el enlace que postergó varias veces. Ella moriría en un incendio, tras casarse con un duque francés. Ludwig era un ferviente católico, y por ello, su orientación sexual le causó terribles problemas. Aunque luchó contra ella, nunca llegó a casarse, ni a engendrar herederos. Ello lo llevó a aislarse del mundo, y con ello llegaron las sospechas de su locura. Una forma bastante eufemística de retirarlo del tablero de juego de la política alemana, cuando Bismarck soñaba con la unificación de Alemania. Efectivamente, la muerte de Ludwig ayudaría a ello, pero ¿a qué precio?

Con todo, Ludwig fue cuidadoso en rentabilizar todo lo posible la construcción de sus castillos. Aunque su fortuna personal quedó en números rojos, se aseguró de importar lo menos posible, y con ello favorecer la economía de Baviera, comprando materiales y utilizando mano de obra local. Ello demuestra que no era tan inepto para gobernar como se le quería achacar. Sus objetivos en política eran la unión de los alemanes de forma pacífica y progresiva (no a cualquier precio, como Bismarck pretendía). Su sucesor, Otón I, hermano de Ludwig, sí estaba gravemente trastornado, y por ello, si Ludwig II fue un rey nostálgico y atormentado, su hermano fue un rey encerrado en un castillo durante cincuenta años. Hasta que murió, y la corona pasó a su primo, Luis III, quien sí se casó y consumó su matrimonio... ¡13 veces! Sin embargo, ni siquiera eso salvó la corona bávara. La Revolución Espartaquista puso fin a la monarquía e instauró la república, tras casi cien años de monarcas con graves problemas personales.

Sé que no he hablado mucho del viaje en sí mismo, pero realmente, no hay mucho que contar. Pasé un tiempo estupendo con unos amigos, y estaba todo nevado, a pesar de ser abril. El puente de Marienbrucke estaba peligrosamente resbaladizo con hielo, pero las fotos (entre ellas la que publico con esta entrada) merecieron la pena. Comimos en un restaurante del complejo turístico que hay en el valle, y por la tarde visitamos el exterior de Hohenschwanngau, castillo construido por Maximiliano II, el padre de Ludwig II. Allí pasó éste su infancia, y lo cierto es que uno comprende hasta cierto punto la forma de ver el mundo del joven Ludwig. El resto de la tarde pasó visitando el pueblo de Füssen, que sin ser de los más bellos de Baviera, merece la pena visitar.

sábado, 17 de abril de 2010

Spanischmann in Deutschland #6: Salzburg y CatCon en Ulm


Tal y como prometí en su momento, aquí va el relato de otro de mis viajes, en este caso a Salzburg. Sin embargo, lo que ocupará el grueso de esta entrada es el siguiente viaje que hice, en este caso a Ulm para asistir a la XXX Edición de las CatCon.

El viaje a Salzburg fue bastante tranquilo. El único percance que tuvimos fue el habernos confundido de tren, y cogido un ICE (un tren de alta velocidad). El revisor nos dijo que debíamos bajarnos en la siguiente estación, y unos jubilados tuvieron el "amable detalle" de recordárnoslo. Así que nos quedamos tirados una hora en Rosenheim. Por lo demás, disfrutamos Salzburg de lo lindo. Salzburg es una ciudad encantadora, llena de pequeñas callejas, atravesadas por multitud de pasadizos subterráneos y galerías. Casi se podría describir como una gran ratonera, en la que uno puede llegar (casi) de una punta a otra de la ciudad sin ver la luz del sol, cubierta por lo altos edificios renacentistas. Me quedé con ganas de poder ver el Hohensalzburg (la fortaleza que domina la ciudad) y el Hellbrunn, un palacio barroco cuyos jardines con fuentes y saltos de agua son Patrimonio de la Humanidad. Lamentablemente, sólo abre a partir de abril. Con suerte, volveré a la ciudad, y esta vez podré ir a ambos sitios.

Austria es uno de los lugares más bellos que he visto hasta el momento. El contraste de sus verdes campos con altísimas montañas (los Alpes), sus bellas ciudades llenas de historia y adaptadas al mundo moderno, y sus gentes, con un carácter a veces agrio pero en el fondo dulce (igual que su exquisito café), por no hablar de la total devoción de este pueblo por la paz, que lo ha hecho convertirse, igual que Suiza, en un Estado neutral, hace que me haya enamorado de esta tierra. Es un país en el que la defensa y ensalzamiento de la diplomacia, la cultura y la ciencia constituyen los valores más altos de la patria. ¿Quién no querría vivir en un lugar así?

La semana siguiente me dirigí a Ulm con el fin de participar en las Jornadas "CatCon". Estas jornadas tenían lugar en la discoteca "Cat", que, como muchas otras de Alemania, se trata de un edificio de origen medieval, reconvertido en local de diversión. Por 3,5€ para ambos días, uno podía participar en el evento, pudiendo dormir incluso (cosa que yo no aproveché, porque tenía planes en Augsburg para la noche, aunque quizá la próxima vez). Además, se proporcionaba comida y bebida para todo el mundo. Únicamente había que pagar 2,5 € como fianza por los platos, tazas y vasos que uno tomara. Esta fianza, una vez que uno devuelve la loza utilizada, se devuelve. Esto es bastante común en Alemania, sobretodo en cafeterías y locales abiertos al público. Como símbolo del pago de la fianza, te entregan una ficha. Yo, por supuesto, me llevé una ficha como recuerdo. El tipo de la barra me miró con cara de "estos sureños están locos", pero accedió.

En las jornadas, las principales actividades fueron los juegos de estrategia y de rol. Respecto a juegos de estrategia, el que tuvo mayor representación fue Warmachine, del que presencié un par de partidas. Respecto a juegos de rol, había una gran diversidad, aunque triunfaron sobre todo Shadowrun y Das Schwaze Auge. Además, hubo partidas de Magic the Gathering, World of Warcraft Trading Cards, y algunos juegos de mesa como Pandemic o Illuminati. Yo pude participar en una partida de Das Schwarze Auge, juego del que sólo puedo decir cosas positivas: el sistema es fácil y dinámico, los personajes se desarrollan en profundidad, lo cual favorece mucho el roleo, y la ambientación está desarrollada en profundidad. En Alemania se han publicado decenas de libros expandiendo el libro básico, pero éste es suficiente como apra jugar. El único defecto es que sólo ha sido publicado en alemán e inglés, pero si veo que tiene acogida entre los roleros españoles estoy dispuesto a iniciar mi cruzada personal para conseguir una traducción y comercialización en español. No obstante, esto es un proyecto a largo plazo, que va a requerir sudor, sangre, dinero y mucha tinta. Muchísima tinta. Y la tinta es cara, sobre todo si usas una impresora HP, como yo. ¡Maldita mi suerte sea, siempre me toca bailar con la más fea!

En próximas entregas, tocará hablar de otros viajes que he hecho. Mención especial para Füssen y Viena, que merece cada una de ellas una entrada por sí misma.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Spanischmann in Deutschland #5: Historia de una ida y una vuelta



Lo prometido es deuda, y prometí hablar en este blog de mis viajes. Hasta el momento, he visitado dos ciudades (aparte de Augsburg, claro): Stuttgart y Salzburg. Empiezo con Suttgart.

Para ir a Stuttgart teníamos que ir primero hasta Ulm. Allí tuvimos unos veinte minutos para tomar algo de aire fresco. Personalmente me sentí satisfecho al ser la primera vez que salía de Baviera. Tras eso, emprendimos el viaje hasta Stuttgart, a la cual llegamos a mediodía. Pedimos un mapa en la estación, y emprendimos a andar.

Lo primero que visitamos fue el casco viejo de la ciudad. Desde allí nos dirigimos a Schlossplatz (que podéis ver en directo a través de una webcam aquí), recorriendo el Schlossgärten, que es parte de la "Grüne U".
Desde allí, pasamos por al lado del Alte Schloss, en dirección a la Rathaus, no sin perdernos una visita al mercado de Schillerplatz. Más o menos a medio camino entre Schillerplatz y la Rathaus paramos a comer... bueno, yo paré a comer mientras mis compañeros de fatigas hacían fotos a una estantería con zapatos de colores. En realidad, comimos en Rotbühlplatz.

Después, nos dirigimos al punto, para mí, más espectacular de Stuttgart: el Feuersee, a cuya ribera se encuentra la Johanneskirche. Y para prueba un botón. No soy especialmente religioso, pero el sol de media tarde, el sonido del organista ensayando, y el canto de los pájaros le daban al lugar una magia especial.

A continuación, emprendimos el camino de vuelta, por Friedrichstraße. Llegamos a tiempo a la estación, pero se produjo un extraño contratiempo: nuestro tren no estaba en el andén que esperábamos. De hecho, estaba en el andén de al lado. Y se fue ante nuestras narices. Con lo cual, nos vimos obligados a esperar dos horas al siguiente tren. Esto tuvo como ventaja poder tener una perspectiva nocturna de Stuttgart, pero la cosa se puso fea cuando el siguiente tren comenzó a retrasarse, porque dependíamos de la conexión con Ulm... Al final, con más morro que otra cosa, cogimos un tren ICE (un tren de alta velocidad) que nos llevó hasta Ulm, y llegamos por los pelos a nuestro regional con destino Augsburg. Y cuando digo por los pelos, significa que tuvimos que correr para cogerlo. Por suerte, el revisor fue magnánimo con nosotros, y no nos puso ninguna multa. Claro, que al ser un tren nocturno, iba casi vacío, con lo que tampoco es que importase mucho que nos hubiéramos colado. Así, casi a las doce de la noche, llegamos a Augsburg.

En el siguiente episodio, hablaré sobre mi viaje a Salzburg. Hasta entonces, viel Spaß!