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domingo, 20 de septiembre de 2015

¿Y si Marx tenía razón?: la rehabilitación de Marx por Piketty






En 1867, Karl Marx publicó su obra Das Kapital, ("El Capital"), en la cual expone los resultados de la investigación que llevó a cabo entre 1861 y 1863 acerca del funcionamiento práctico del capitalismo. En ese libro, la conclusión fundamental a la que llegó Marx y que fundamentó la doctrina económica que lleva su nombre es que el capital tiende a acumularse en cada vez menos personas promoviendo un monopolio global. Esto produce una creciente desigualdad entre la clase obrera y la clase "burguesa". Para evitar que este monopolio global llegue a realizarse, los obreros deben conseguir movilizarse para hacer que los medios de producción se coloquen en manos del Estado de forma que los réditos del capital sean redistribuidos de forma solidaria.

Un siglo y medio después, Thomas Piketty recoge este predicamento y plantea en la introducción de su libro, bautizado en honor de la obra de Marx: ¿y si Marx tenía razón? Para responder a esa pregunta, Piketty se propone hacer una investigación similar a la de Marx, pero contando con todos los instrumentos de análisis que cuenta la economía en el momento presente, y con todos los datos acerca del funcionamiento del capitalismo que contamos en los últimos doscientos años.

El resultado de ello es una obra en la que Piketty repasa la historia económica del capitalismo, ofreciendo un marco teórico en cuanto al funcionamiento del mismo. En el libro, Piketty analiza las mecánicas de la acumulación del capital y el efecto que ha tenido en crear una mayor desigualdad, llegando a la conclusión de que aunque la investigación de Marx deja bastante que desear desde el punto de vista científico moderno, la conclusión a la que llegó es correcta: el capital tiende a acumularse en cada vez menos manos y eso acentúa la desigualdad a lo largo del tiempo. No sólo eso, sino que es posible determinar de forma científica cuándo el nivel de desigualdad llega a niveles en los cuales la población está dispuesta a tomar por la fuerza los medios de producción.

De esa forma, el paso siguiente en la obra de Piketty es analizar el contexto económico mundial de la desigualdad en el presente, y dar una serie de propuestas con el fin de reducir la tasa de desigualdad debido a que en la actualidad, en determinadas regiones del mundo, está alcanzando máximos históricos. El fin es evitar precisamente la realización de la profecía de Marx y dar al capitalismo la posibilidad de sobrevivir a lo que parece un destino fatal. Para ser más concreto, de acuerdo con Piketty, si la economía del mundo sigue funcionando de la misma forma creciendo en torno a un 1,5% anual, a mediados del siglo XXI EEUU se convertirá en la nación más desigual del mundo en toda su historia. Piketty advierte que este escenario es sin embargo poco probable, dando datos que le permiten estimar un crecimiento global más moderado de la economía en los próximos años, en torno a un 1%, que es similar al crecimiento económico del siglo XX si eliminamos el efecto destructivo de las dos guerras mundiales.

No obstante, Piketty defiende que incluso en un escenario de crecimiento reducido de un 0,5% (similar al del siglo XIX), el mundo debería tomar cuanto antes medidas para reducir la creciente desigualdad pues a medida que esta se incrementa, también lo hace el riesgo de conflictos armados que conduzcan a la destrucción masiva de capital como ocurrió con las guerras mundiales. Esto lleva a una lectura aparte de la obra, que me parece particularmente descorazonadora pero singularmente reveladora. Si uno cree los postulados de Piketty, lo que más ha contribuido a reducir la desigualdad en el siglo XX no ha sido el movimiento obrero, ni las luchas sindicales, ni siquiera el alzamiento de un bloque soviético que defendiera una economía planificada por el Estado. Han sido las dos guerras mundiales que, al afectar principalmente a la destrucción de los medios de producción de los países en conflicto, ha producido una mayor reducción de la desigualdad ya que la renta de la capa más alta de la sociedad se basaba en los réditos producidos por dichos medios. No deja de ser irónico que quienes más hayan contribuido a la realización del sueño marxista hayan sido sus mayores enemigos históricos. 

No es de extrañar, por tanto, que EEUU haya reconvertido la destrucción de países en un negocio: primero destruye los medios de producción de Estados ajenos; y una vez derrotados y con una elite favorable en el poder, en segundo lugar exportar a esos países los medios de producción necesarios para retomar su actividad económica normal. Stalin también se percató de ello y por eso no es de extrañar que su modelo de revolución marxista triunfara sobre la visión de Trotsky de consumar la transición interna de la URSS de una "dictadura del proletariado" a una sociedad comunista. Stalin era consciente que llevando la revolución a un nivel global podría efectivamente asegurar que la URSS se convirtiera en líder indiscutible del bloque soviético.

Por si alguien en este punto llegara a la conclusión de que entonces Piketty defiende implícitamente el uso de la fuerza para alcanzar una menor desigualdad, se equivoca. En primer lugar, porque en la actualidad, la élite del 1% y en especial del 0,1% más rico se ha desvinculado completamente del dominio de activos de capital físicos como forma de aumentar su capital en el tiempo. Esta élite mantiene su riqueza en forma de activos financieros cuyo crecimiento está en gran medida desvinculado de las fábricas, las máquinas o la tierra, como ocurría en el siglo XX. El aumento de su riqueza, de acuerdo con Piketty, se debe a dos componentes fundamentales: en primer lugar, debido a la modelo de financiación de los Estados; y en segundo lugar, al modelo de fiscalidad internacional.

En el caso del primer componente, los Estados financian sus operaciones fundamentalmente mediante la deuda. Si un Estado quiere poner en marcha un proyecto, lo normal es que pida prestado dinero para ponerlo en marcha. Los bancos centrales crean ese dinero de la nada, y se lo dan al Estado a cambio de títulos de deuda. Posteriormente, el banco central vende esos títulos a los bancos cuando estos necesitan financiación. En el último eslabón de la cadena, los bancos venden esos títulos de deuda a particulares, los cuales obtienen una rentabilidad fija por su posesión. De esa forma, indirectamente, son los particulares quienes están financiando a los Estados y ejercen el poder de que estos puedan operar con normalidad. Al existir un mercado secundario de deuda entre particulares, la deuda de los Estados puede crecer o disminuir en valor, de forma que si se corre un rumor de que un Estado no puede hacer frente a los vencimientos de los intereses sobre su deuda, puede encontrarse en graves problemas. Esto es lo que ha ocurrido, por ejemplo, a Grecia, Portugal, Irlanda y en menor medida, a España, durante la crisis financiera de 2007.

Respecto del segundo componente, uno podría suponer que gracias a los impuestos sobre la renta, los Estados pueden controlar que los particulares no se "hagan demasiado ricos a su cuenta", exigiendo retornos de las ganancias por proporcionar a sus ciudadanos todos los servicios que proporciona un Estado: fundamentalmente, proteger la vida de los mismos y fomentar la libertad de perseguir la consecución de la felicidad y cualesquiera otras metas que puedan tener. Sin embargo, la fiscalidad internacional presenta graves asimetrías y agujeros legales: es extremadamente fácil para una persona con un capital elevado "esconderlo" en aquellos Estados con secreto bancario e impuestos bajos. Si un Estado quiere atraer ese capital oculto en los llamados "paraísos fiscales", se ve obligado a hacer numerosas concesiones a los tenedores de capital, que no puede ofrecer a los ciudadanos de rentas más bajas ya que eso pondría en jaque la viabilidad del Estado en sí. En resumen, se asegura la protección legal de desigualdad.

¿Cómo entonces podemos devolver el río a su curso natural, o mantenerlo en su cauce sin que se desborde? Piketty propone que para evitar que el capitalismo continúe aumentando la desigualdad entre personas, se deben acometer dos clases de acciones interrelacionadas. En primer lugar, se debe actuar para terminar con el secreto bancario y fiscal. Si los Estados pueden tener acceso a la información bancaria y fiscal de las empresas e individuos más acaudalados, puede asegurarse que no se produzcan fugas de capitales o minimizar éstas en la medida de lo posible. Esto de por sí ya tendrá como efecto un aumento de la recaudación impositiva de los Estados, con lo que dispondrán de recursos adicionales que dedicar al fomento de la redistribución de la renta. 

La segunda acción, y la que más polémica ha desatado, es la de crear un impuesto progresivo sobre la riqueza de hasta un 80% de la renta. Esta clase de impuesto, que se recaudaría una única vez al producirse la adquisición del capital tendría un doble objetivo. Por un parte, desincentivar la movilidad del capital de los individuos a opacos fondos de inversiones. Por otra parte, y esto es lo más importante, asegurar la interrupción del proceso de acumulación de capital de los individuos a sus herederos legales. De nuevo, esto generará recursos adicionales para el Estado, pero el objetivo fundamental de esta medida es incentivar un cambio en la mentalidad de aquellas personas que pertenecen al 1% más rico. Si al fallecer o de alguna forma transmitir a otra persona o entidad gran parte del capital queda en manos del Estado, eso facilitará que ese capital no se acumule sino que se invierta en la medida de lo posible. 

Para finalizar, me gustaría señalar que, aunque el volumen sea un tratado de economía riguroso, es ciertamente accesible al lector no experto, gracias a la forma incremental en que está construido. Además, la lectura queda amenizada en gran medida gracias a la variedad de ejemplos que Piketty extrae de las novelas de la Belle Epòque y la Época Victoriana, que también sirven de fuente de información para analizar las condiciones económicas del tiempo en el que éstas se desarrollan. Más allá de compartir o no los postulados de Marx, creo que el libro merece la pena su lectura en la medida de que a menudo la caída del bloque soviético ha provocado que el comunismo y todo lo asociado al mismo se haya desechado. No obstante, esta rehabilitación de la teoría económica marxista constituye sin duda una advertencia de lo que puede ocurrir precisamente si continuamos ignorando la creciente desigualdad en el mundo.

domingo, 17 de mayo de 2015

El tratamiento de la moralidad en la animación y la influencia del pensamiento positivo


Recientemente he tenido ocasión de ver por recomendación de un amigo (gracias, Rodri) el análisis que el bloguero/Youtuber Lord Dath hace la concepción del bien y el mal en la animación, contraponiendo la concepción occidental con la oriental (concretamente, japonesa). Su análisis en parte se extiende a otros medios de la cultura popular como son los comics. En primer lugar, me gustaría dar las gracias a Lord Dath por este vídeo y recomendaros a todos su visionado antes de continuar leyendo. No obstante, para aquellos de vosotros que no tengáis el tiempo o las ganas de hacerlo, haré un breve resumen del mismo a modo de introducción de esta entrada del blog. Posteriormente, pasaré a analizar algunos aspectos del tema tratado en el vídeo. En algunos casos fueron dejados de lado y en otros considero que merecen un tratamiento desde otra óptica, no necesariamente porque disienta con sus hipótesis.

Lo que Lord Dath viene a tratar en su vídeo es una clasificación de la forma en que la moralidad de los personajes se trata en la animación. Desde su punto de vista, la animación occidental aún a día de hoy se encuentra fuertemente determinada por el llamado "Código Hays". Este código consistía en una serie de normas que se impusieron a los cineastas de Hollywood como una suerte de pre-censura o incluso de censura. Este código fue impuesto y monitoreado por William H. Hays, a través del Studio Relations Comittee. Este comité del Senado imponía graves sanciones a aquellos cineastas que no lo cumplieran, la menor de las cuales era denegar el registro del copyright de la película sin el cual no era posible distribuirla en cines. En muchas ocasiones se cortaron escenas o alteraron las producciones. Legalmente hablando, el código estuvo vigente hasta ser repudiado por el Tribunal Supremo de los EEUU en 1952 en el caso Joseph Burstyn, Inc. vs Wilson. No obstante, nadie se atrevió a desafiarlo en Hollywood hasta los años sesenta porque con el tiempo se asumió como el formato "correcto" del cine.

Precisamente este el motivo por el cual Lord Dath da ese peso al código en la animación occidental: Disney lo asumió como propio en todas sus producciones y todas las demás producciones occidentales de animación hasta hoy son herederas del formato creado por Disney. Posteriormente explicaré por qué considero que, aunque es una hipótesis acertada, creo que está limitada y trataré de darle una perspectiva más general e histórica.

Posteriormente, Lord Dath pasa en su vídeo a explicar una historia del conflicto cultural que supuso la llegada del anime y el manga a España centrado en la forma que la moralidad se trata en este género de animación. Para finalizar, termina con un análisis de las razones que esto ha influido en cautivar su interés por el anime y el manga y la contraposición que ello supone de la animación occidental.

En los siguientes párrafos, mi intención es explicar cómo creo que Lord Dath está limitando su visión en cuanto a la animación occidental. Personalmente considero que el Código Hays no explica por sí solo la forma en que Disney ha estructurado sus producciones, y cómo este formato se ha trasladado a la animación occidental. Hay que ir más atrás: ¿por qué aparece el Código Hays, en primer lugar? Bien, en primer lugar se debe a un suceso de orden jurídico-legal: en 1915, el Tribunal Supremo decidió que el cine no era arte en el caso Mutual Film Corporation v. Industrial Commission of Ohio. Como tal, no estaba protegido por la Primera Enmienda de la Constitución de los EEUU. Al no estar protegido por esta enmienda, que protege la libertad de expresión, podía ser sometido a un control político. Aunque Lord Dath no lo menciona, parece estar en contra de la imposición de este código, no sé ignorando los motivos para su creación. Lo cierto es que había muchos: ese año se estrenó la obra de corte épico de D. W. Griffith Birth of a Nation. Esta obra glorificaba al Ku Klux Klan y era explícitamente racista. A consecuencia de su estreno, se produjeron revueltas y protestas por todo el país que duraron ni más ni menos que ¡cuatro años! hasta que en 1919 la película fue retirada de los cines y prohibida su distribución. Con lo cual, aunque Lord Dath no lo hace, considero necesario decir que me parece frívolo pensar que no hay motivo para una intervención política en el cine (de nuevo, no estoy atribuyendo esta línea de pensamiento al autor del vídeo, pero no me es ajeno que otros sí la comparten). ¿Había razones para llegar al extremo de terror creado por Hays? Con toda seguridad, no.

Otra cuestión digna de discusión es por qué se mantuvo esa censura en el cine por tanto tiempo. Aparte de la obvia manipulación política que prohibió la importación de numerosas producciones extranjeras por considerarlas "peligrosas", hay muchos motivos que tienen que ver con la mentalidad de los estadounidenses y especialmente con una parte de su sociedad, que adopta la postura de esconder la deformidad o lo incorrecto como solución a todo problema. Esta forma de actuar y pensar proviene, como podéis imaginar por el título de la entrada, del pensamiento positivo. Puede interpretarse que las películas de Disney obedecían el Código, pero mi interpretación, más bien es que el Código obedece a esta seudoideología: hay que esconder todo lo que sea malo, el bien triunfa siempre y los buenos lo son en absoluto al igual que los villanos. Es la expresión del pensamiento positivo en su máxima fuerza. Los buenos, de hecho, no ganan gracias a sus especiales cualidades o acciones, si no gracias a un cambio de actitud hacia lo positivo. Ese cambio los hace invencibles gracias al mágico escudo de la positividad. Es clásico en Disney que el protagonista tire la toalla prematuramente, pero un discurso motivacional de un mentor o amigo lo haga cambiar de opinión y entonces de pronto, sale todo bien. Claro, como si el mundo real fuera así. El hecho de que el Quijote pensara que podía vencer a los gigantes no sirvió para estrellarse contra uno cuando resultó que era un molino. No cansaré de reiterar cuán peligrosa es esta mentalidad positiva, que hace ignorar los riesgos y lanzarse a proezas imposibles desprovistos de cualquier preparación.

La animación japonesa moderna, en cambio, no está sometida a ese canon. En primer lugar, porque nace de la catarsis de la derrota en la guerra. Los japoneses crearon lo que hoy conocemos como anime como una válvula de escape de su espantosa humillación y desastrosa situación de posguerra. Los primeros animes como Taiyou no ouji Horusu no daibouken (conocida en España como La princesa encantada, a su estreno en 1968) ya reflejaron la falibilidad de los héroes. Si en la guerra el Emperador, que era un ser divino, podía haber fallado ¿quién podría no hacerlo? Por eso la animación japonesa muestra protagonistas más humanos, más trágicos en el sentido helenístico del término. En la mente de los japoneses de posguerra no cabía la posibilidad de los héroes rodeados del halo de la positividad de origen occidental y más concretamente, de origen puritano anglosajón. A día de hoy, el pensamiento positivo sigue ejerciendo esa influencia, redoblada ahora por la nueva vigencia de dicha seudoideología. En Disney, que con Pocahontas y especialmente con Mononoke Hime (La Princesa Mononoke, en España) parecía alejarse de esta mentalidad (concretamente Pocahontas fue, que yo recuerde la primera película de Disney con un final trágico), la recuperó en pocos años. Buscando a Nemo es concretamente un ejemplo de cómo el pensamiento positivo vuelve a apoderarse de las producciones Disney para no abandonarlo hasta la fecha.

Finalmente, hay otra cuestión más que Lord Dath no incide en absoluto en su vídeo, pero que me parece digna de mención: con la llegada del anime y el manga a occidente, se ha producido una reverberación en la animación y el comic occidental que comienza en los años ochenta y llega hasta hoy. Por acotar un poco la fecha, para mí comienza en los comics en abril de 1982 con el nº 181 de Daredevil, publicado en abril de 1982. En este número, Frank Miller retrató la muerte de Elektra, que llevaría al superhéroe de portada ni más ni menos que a intentar asesinar a Bullseye. Si alguien tiene constancia de un hito anterior, que me lo haga saber, pero que yo conozca fue la primera vez en la historia del comic que un superhéroe se tornó violentamente hacia el crimen. En esta época hubo varios sucesos similares en el mundo del comic, por lo que reitero mi incertidumbre sobre la corrección de este hecho como hito inaugural de esta nueva etapa del comic occidental. Comenzaba la "Era Oscura" de los superhéroes, cuyo pináculo alcanza el propio Miller en 1991 con el comienzo de la publicación de Sin City. En esta serie de comics, la existencia de posibles héroes desaparece. Difícilmente puede encontrarse un solo personaje en dicha saga cuya aparición no esté marcada con el conflicto con la moralidad. Por el medio tendremos algunas obras maestras (y muchas obras menores) en las cuales los antihéroes son cada vez más frecuentes: The Watchmen, Hellblazer, o determinados volúmenes de Batman (como Año Uno) o X-Men son algunos ejemplos.

En la animación, esta evolución es más sutil, pero también se produce. Los Simpson y South Park son series icónicas en cuanto a la destrucción del concepto clásico de buenos y malos. Sí, hay villanos en estas series, pero todos los personajes protagonistas tienen en algún momento comportamientos despreciables y, por qué no decirlo, malvados. Matt Groening declaró en 1989 que quería ofrecer una alternativa a la "basura mainstream". Desde entonces han aparecido otras series que o bien siguen el mismo patrón que estas dos (ya sean obra de los mismos creadores y/o spin offs) o bien porque son adaptaciones de comics que recogen la esencia de esta tendencia que parte de los comics, de la cual he hablado antes.

Un caso singular sería la serie Where on Earth Is Carmen Sandiego? (¿Dónde se esconde Carmen Sandiego?, en castellano), que proviene de los videojuegos protagonizados por dicha ladrona de guante blanco. A continuación la intro en castellano.



Aunque a priori parecería una serie simple, en la segunda temporada, emitida en 1994, comenzamos a saber por qué Carmen comete estos robos de arte. No sólo eso, sino que el personaje de Carmen comienza a ser dignificado: tiene un código de honor, e incluso tiene rivales dentro de su propia organización criminal. Eventualmente, en las dos últimas temporadas la veremos colaborando puntualmente con los detectives protagonistas para apresar a dichos "villanos". Sin embargo, Carmen nunca dejará el latrocinio, ni siquiera cuando se le ofrece borrón y cuenta nueva. Deja claro que no se arrepiente de sus crímenes y escapa una vez más. Esto supuso un hito importante: comenzaba a definirse que determinados villanos en la animación no eran tan malos. Introdujeron matices. La bipolaridad había terminado, incluso en una serie con puro fin educacional como esta.

Otra serie de la que me gustaría hablar es Dr. Zitbag's Transylvania Pet Shop, conocida como La Pajarería de Transilvania en España. Esta serie franco-británica se emitió en Reino Unido, Francia y España (entre otros países de Europa) de 1994 a 1998 (en España creo que todavía la pasaron hasta hace relativamente poco tiempo por uno de los canales de TDT, Clan TVE, como se puede ver en el vídeo de introducción que cuelgo más adelante). La serie consiste en un científico loco que al ser expulsado de unos "grandes almacenes" de una Transilvania gótica (que bordea lo steam-punk), crea su propia tienda de mascotas en un castillo en el cual también se ubica la comisaría de policía local. En su tienda venderá toda clase de monstruos producto de sus experimentos, que el agente Perezoso buscará cerrar ante cualquier oportunidad. Esta serie nos presenta ni más ni menos que a un protagonista que es la antítesis del héroe: es un timador, un mentiroso, por no hablar de los experimentos a los que no duda en sometar a toda clase de criaturas a su alcance. En una palabra, es un villano puro y duro. Capítulo a capítulo de las cinco temporadas de la serie lo vemos esquivar a la ley por los pelos mientras intenta "colarle" a sus clientes las "adorables criaturas" que vende a cambio de un buen fajo de billetes. Nada menos. A continuación la intro.



Con estos ejemplos pretendo demostrar cómo Lord Dath, en su ánimo de diferenciar el tratamiento de la moralidad en occidente y oriente, cayó en el mismo pensamiento occidental que critica al bipolarizar de forma bastante tajante ambos mundos, cuando en realidad la interrelación es cada día mayor y los claroscuros dan lugar a matices cada vez más pronunciados. Con ello no pretendo menoscabar su análisis, si no más bien complementarlo con estos matices que, imagino, tal vez por motivos de tiempo debió dejar fuera.

martes, 11 de noviembre de 2014

La neutralidad de la red llega a la Casa Blanca ¿inquilina o invitada de paso?


Ayer el presidente de los EEUU, Barack Obama, dio un salto cualitativo en favor del debate sobre la neutralidad de la red, mediante un anunció en el cual recomendó a la FCC (Federal Communications Commission, por sus siglas en inglés) establecer reglas que favorezcan dicha neutralidad. Para ello, la medida administrativa a tomar por la FCC y recomendada explícitamente por Obama sería la de reclasificar Internet dentro del Título II del Acta de Telecomunicaciones. Esto supone, al fin, la aplicación del Compromiso Kingsbury a Internet.

¿Qué significa esto, a efectos prácticos? Esto supone convertir Internet en una "utility" como puede ser la línea de teléfono, o el espacio radioeléctrico. Si recordáis el artículo sobre el Compromiso Kingsbury, entonces hablábamos del valor que los gigantes operadores telefónicos -hoy metidos a proveedores de acceso a Internet- habían tenido a la hora de contribuir a su expansión doméstica gracias a que el compromiso alcanzado por Wilson con AT&T impidió la disolución de ésta. A día de hoy, sin embargo, se ha invertido la situación: estas grandes compañías están planteando crear barreras de entrada a las últimas tecnologías mediante alzas de tarifas por el acceso a determinadas paginas o servicios que consumen "demasiado" ancho de banda, obligando a dichos servicios a aumentar sus precios a los internautas para mantener su margen de beneficios. 

Pues bien, la decisión tomada ayer por Obama, algo más de cien años después de la tomada por Woodrow Wilson supone un paso en favor de la expansión tecnológica, y del acceso libre a Internet, aunque ello suponga ponerse en contra de las grandes compañías que proveen de acceso a los ciudadanos. Gracias a declarar Internet como una utilidad pública, se puede construir el marco legal necesario para proteger a los ciudadanos de los EEUU (y del mundo en general, ya que la infraestructura esencial de Internet sigue estando en ese país) de abusos por parte de estas compañías. 

¿Significa eso que la neutralidad de la red está garantizada? Nada más lejos. La FCC es una agencia independiente, y aunque su actual presidente, Tom Wheeler, ha defendido a capa y espada la neutralidad de Internet, es un hecho que no va a ser presidente para siempre. La regulación que esta FCC cree, puede ser desmontada por la siguiente si cambia la coyuntura política. Estamos todavía muy lejos de pasos como el dado por el gobierno de Brasil para fijar la neutralidad de la red en su constitución. No obstante, es un paso adelante. Los republicanos, encabezados por Ted Cruz, ya han puesto el grito en el cielo asegurando que esta medida traerá el apocalipsis y otras desgracias,muy en su línea de tomarlo todo a la tremenda con fina ironía. No es la primera vez que Ted Cruz hace esto. En realidad, sigue con la línea que ha venido sosteniendo en favor de la desregulación de Internet -desregulación que naturalmente favorece a los actores más fuertes económicamente-. Lo que Cruz y los republicanos defienden es que debería ser el Congreso quien regule -o no- Internet, y no un órgano administrativo. No obstante, los únicos pasos que han dado hasta el momento han sido para quitar a dicho órgano cualquier capacidad reglamentaria y no para proceder a implementar una legislación.

Por su parte, el lobby de los gigantes de Internet, el Technology Policy Institute, también ha publicado de la mano de su presidente (Thomas Lenard) una amarga nota de queja sobre la decisión tomada. Para este lobby, la situación actual debería mantenerse y no ve necesaria ninguna regulación adicional al respecto. De acuerdo con ellos, la aplicación del Titulo II del Acta resulta una aproximación "anticuada" y una forma de "matar la innovación". No son conscientes, en mi opinión, que la existencia de buena parte de sus miembros se debe gracias a dicha "anticuada" aproximación. 

Por otra parte, tampoco creo que suponga un perjuicio a la innovación en absoluto, sino más bien lo contrario: la opción contraria supone permitir la adopción de barreras de entrada al mercado que impidan a las start-up poner en marcha sus iniciativas. Solamente mediante una regulación que impida la puesta en práctica de dichas medidas es posible garantizar un mercado más libre e innovador.