sábado, 30 de noviembre de 2013

Se aprueba la "ley mordaza"


La Ley de Seguridad Ciudadana, proyecto comúnmente conocido como "ley mordaza" o "ley de la patada en la boca" ha sido hoy aprobada por el Consejo de Ministros. Esta ley pretende regular ciertos aspectos del orden público para evitar lo que el Gobierno califica como "desorden". Sin embargo, el catálogo es de lo más amplio y aunque entre medias hay propuestas razonables, el número de despropósitos es reseñable.

Lo más aberrante de esta ley es su arbitrariedad. ¿Qué es, por ejemplo, "ofender a España"? ¿Y quién lo decide? En ese último aspecto la ley sí se posiciona, ya que a partir de ahora los vigilantes privados, los habitualmente llamados "guardias jurados" podrán identificar e incluso detener a quienes participen en las conductas descritas en la ley o en el Código Penal. Constituye el primer paso, por tanto, hacia la privatización de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Hasta leer esto no entendía cuál era la razón por la cual la Asociación Unificada de Guardias Civiles  y los sindicatos policiales protestaban por este proyecto, pero empiezo a entender los motivos. También han criticado que sea "demasiado suave" por haberse dejado llevar por la presión de la oposición.

Personalmente creo que es bastante confiscatorio introducir multas de hasta 600.000 € por las conductas más graves, como protestas "ilegales" en "infraestructuras críticas". No se dice cuáles son, pero se menciona a modo de ejemplo, los aeropuertos. ¿Podemos entender que se extiende a toda clase de estaciones de transporte. La perturbación "muy grave" en oficios religiosos también recibe la máxima sanción. ¿Recordáis la clásica escena de las películas del amante irrumpiendo en la boda injusta y pidiendo que se cancele? Bueno, mejor que se lo piense dos veces, porque ahora se puede quedar en la ruina. También recibe la máxima multa la celebración de espectáculos públicos sin autorización, así que olvidáos de flashmobs en España a partir de ahora.

Las infracciones graves tampoco tienen pérdida. Obstruir un deshaucio tendrá pena de 30.000 € de multa, lo mismo que las concentraciones no autorizadas ante edificios públicos. La misma pena tendrá no identificarse ante la Policía (o un vigilante de seguridad privada), así que no os dejéis el DNI en casa si os váis a la playa. Pero cuidadito con perderlo, porque perderlo tres veces en cinco años también será una infracción leve con hasta 1.000 € de multa. También tendrá pena de multa de hasta 30.000 € la desobediencia a la autoridad. Si había un resquicio sobre la desobediencia justificada o pacífica, no cabe con esta ley. 

Si esto fuera poco, el Ministerio guardará los antecedentes de aquellos que vulneren la ley, creando un nuevo cuerpo paralelo de "antecedentes penales", salvo que no tendrán la consideración de antecedentes penales. Si a esto le añadimos que no hace falta ningún control judicial, o prueba de ningún tipo sobre la conducta delictiva, estamos ante la restauración de facto del viejo "Tribunal de Orden Público" de épocas pasadas. Un abuso de la facultad de policía administrativa para meterse en el terreno penal sin otorgar las garantías que éste ofrece.

En resumen, se trata de una ley represiva, deliberadamente ambigua, con el fin de poder abarcar en ella la mayor cantidad de conductas posibles, y con una finalidad claramente recaudatoria. Un auténtico atropello al Estado de Derecho.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Brazil



Brazil es una película de ciencia-ficción de 1985 dirigida por Terry Gilliam, ex-miembro en su día de los Monty Python. Esas credenciales eran más que suficientes para prometer una interesante película, que no me ha decepcionado en absoluto. La película nos sitúa en una ficticia Inglaterra de una especie de retro-futuro, en el cual la sociedad está dominada por una burocracia asfixiante, que apoya un capitalismo que alienta el consumismo y la superficialidad de la sociedad. El protagonista es un burócrata que, al intentar corregir un error administrativo, se convertirá en un enemigo del Estado. 

Personajes:

-Sam Lowry (Jonathan Pryce) es un administrativo que, al advertir un error en una factura, intenta corregirlo de buena fe. Sam es un burócrata honrado, un trabajador modelo. que incluso pudiendo aceptar un ascenso en la burocracia gubernamental auspiciado por su madre, Ida, está decidido a rechazarlo. Sin embargo, cuando este ascenso se convierte en una posibilidad para investigar a su amada, cambiará de opinión y eso supondrá un cambio radical en su vida. Sam es el típico inglés torpe, a priori honrado e inocente, pero con un corazón rebelde y un punto apasionado. Una mezcla entre Mr. Bean y Brian, por así decirlo.

-Archibald "Harry" Tuttle (Robert De Niro). La aparición de Tuttle es breve, pero intensa. Él es El Héroe, un vigilante que se dedica a "arreglar el sistema" por libre, ya implique eso chapuzas de fontanería o importantes dosis de plomo (en balas, no sólo en cañerías). 

-Jill Layton (Kim Greist). Jill es la mujer de la que Sam se enamora perdidamente antes siquiera de conocerla. En sus sueños la ve repetidas veces, como parte de una épica no narrada de la que Sam es el protagonista. Sin embargo, la Jill real es muy diferente a la de los sueños de Sam. Se trata de una dura mujer independiente, que no necesita ser salvada por ningún hombre. Por ello, la relación entre ella y Sam será el motivo de algunas de las más hilarantes escenas de la película.

Análisis:

La película cuenta con muchos aspectos destacables. La ambientación, con su ironía respecto de la sociedad consumista, es especialmente acertada en la importancia que otorga a la informática y la estética en una época en la que apenas habían pasado unos pocos años desde la puesta a la venta de los primeros ordenadores personales y la realización de las primeras operaciones de cirugía estética. 

El guión es también brillante, no sólo por las absurdas situaciones que se producen a lo largo del filme, sino también por la habilidad con la que se mezcla sueño y realidad a ojos de Sam. Otro aspecto notable del guión es la forma en que se conduce al protagonista desde la más fiel obediencia al sistema a la rebelión abierta, de forma que ésta no es ninguna conversión paulina, sino un proceso gradual. 

La fotografía es otro de los grandes aspectos a destacar de la película. La atmósfera que rodea a los personajes mientras se mantienen en la ciudad es opresiva, asfixiante. Dentro de la ciudad no se ve nunca la luz del sol. En el exterior, en cambio, se procura que los viajeros no puedan ver la naturaleza colocando grandes vallas publicitarias en todo el recorrido que hacen las carreteras. El plano aéreo en donde vemos ésto es puro arte. Por otra parte, las escenas oníricas de los sueños de Sam transmiten una profunda sensación de irrealidad. 

El vestuario y el maquillaje tiene una importancia fundamental en la película, y es otro de los puntos fuertes de la misma. Tanto en la realidad, mostrando las estrafalarias modas femeninas que contrastan con los adustos trajes de los funcionarios, como en los sueños de Sam, donde vemos unos idealizados Jill y Sam, y a los diversos monstruos que intentan separlos. 

Otro aspecto notable es la música. La banda sonora corre a cargo de Michael Kamen, uno de mis directores de orquesta y compositores de cine favoritos. La música nos ayuda a introducirnos en el ambiente del antiutópico futuro, pero también a confundir realidad y sueño a medida que avanza la cinta.

Nota: 7. Es una película más que recomendada para los fans de la comedia británica, y también para los fans de la ciencia-ficción con ganas de ver algo diferente a la clásica superproducción de Hollywood. Para cualquier otro, merece la pena darle una oportunidad. Es de esa clase de películas de los ochenta que sin grandes pretensiones puede hacernos pasar un buen rato.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Galicia Negra






Ayer se producía al fin el veredicto sobre el proceso judicial en torno a la marea negra provocada por el hundimiento del petrolero "Prestige" frente a las costas gallegas. Creo firmemente que no podría haber sido más insatisfactorio. De acuerdo con el veredicto, no ha habido más que un único culpable, el capitán del barco Apostolos Ioannis Mangouras. Sin embargo, puesto que su edad es de 78 años es inimputable y no irá a la cárcel. Hace once años, cuando se produjo la catástrofe sí hubiera sido imputable y habría podido ir a la cárcel. Pero la lentitud del proceso ha hecho que esto sea imposible. Es sólo el primero de muchos de los agujeros negros del resultado del proceso.

Por otra parte, la Audiencia exculpa a todos los demás acusados de delito medioambiental: ni la capitanía del Puerto, ni los ministros que se fueron de caza durante los hechos. Tampoco hay repercusiones sobre quienes actuaron de forma arbitraria e improvisada. Nadie, absolutamente nadie, es responsable por las decisiones tomadas. Hacer política otorga, al parecer, una carta blanca para tomar cualquier decisión sin importar las repercusiones. ¿De qué sirve, digo yo, la separación de poderes cuando los diferentes poderes se niegan a controlarse entre sí? Entonces el sistema se convierte en una dictadura autojustificada de aquellos que están el poder, sean elegidos o no por el pueblo. Éste no tiene forma de censurar a aquellos en el poder. Es una vuelta a los tiempos pretéritos anteriores al Derecho Romano, en los que los funcionarios del Estado eran sátrapas cuyos actos sólo podían ser enjuiciados mediante la intervención militar sangrienta y la colocación de un nuevo sátrapa. No puede existir la democracia sin responsabilidad administrativa por los actos de gobierno

Hablando de responsabilidad, tampoco ha habido condena alguna en responsabilidad civil. Los gastos de la administración en intentar perseguir a los dueños del buque han ascendido a 30 millones de euros, una vez y media lo consignado como fianza, para no haber conseguido siquiera sentar a nadie en el banquillo. Nadie ha podido establecer quién es el dueño real de la empresa armadora Universe Maritime o quién otorgó la licencia de navegación para el buque a través de la American Bureau of Shipping. La opacidad con la que operan las empresas que transportan gran parte de la mercancía más peligrosa que existe, y cuyo valor ha llevado a ese mismo Gobierno a la guerra, es total.

La conclusión, por tanto, es que nada importa: no importan los daños, no importan las miles de familias que perdieron su forma de vida, no importa el impacto ecológico, no importa el ridículo internacional cuando el mundo prestó atención a nuestras costas, no importa el sistema. Es un mundo libre, en el que, como decía Hobbes, "el hombre es un lobo para el hombre". 

Galicia, una vez más, demuestra que ya no es verde como sus bosques de pinos, o azul como el mar. Es la terra asoballada de Cabanillas hecha cenizas; negro corazón y negra alma, negro como el petróleo que financia a los sátrapas que la gobiernan impunemente desde Castilla.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Panopticon III: La Internet de las cosas


Hace unos días he vuelto a ver este vídeo del Dr. Barret hablando sobre el concepto hacia el que se aproxima Internet. El vídeo, cuyo visionado os recomiendo antes de seguir leyendo, trata sobre cómo los dispositivos electrónicos e incluso nosotros mismos nos interconectaramos en una gran red mucho mayor que la Internet actual. Este proceso para Barret es inevitable, y aunque contempla ciertos riesgos (de los que hablaré más adelante), la opinión de este científico es que nos llevará a un mundo más eficiente, mejor administrado y eso facilitará nuestras vidas en gran medida.

En el vídeo, Barret hace varias menciones que a los lectores del blog les serán familiares. Una de ellas es el Panopticon. Es uno de los riesgos de la clase de distopía en la que puede convertirse esta "Internet de las cosas". Lo que no sospechaba es que ese Panopticon ya está aquí. Este vídeo fue publicado antes del escándalo de las revelaciones de Edward Snowden sobre el espionaje global al que la NSA somete al mundo. El director de la NSA dijo literalmente, al Congreso de los EE.UU:, en su reciente intervención que "podríamos espiar a todo el mundo si quisiéramos", a lo cual tuvo qeu aclarar al día siguiente "lo cual no quiere decir que lo hagamos, naturalmente". Realmente no voy a entrar en ello, más allá de subrayar en que la tecnología y la infraestructura para hacerlo ya existe.

¿Podrá llevarnos la Internet de las cosas a la Utopía o acercarnos a ella, tal y como dice Barret? Es posible. Lo que dice tiene sentido: mayor registro de datos junto con mayor capacidad de análisis de dichos datos equivale a una toma de decisiones más racional y efectiva. Sin embargo, sabiendo que sin duda ya se está usando para crear una sociedad distópica en la que todas nuestras acciones e interacciones con el mundo sean registradas y analizadas, cabe cierta duda sobre si realmente merece la pena permitirlo. Si es que tenemos alternativa.