domingo, 17 de mayo de 2015

El tratamiento de la moralidad en la animación y la influencia del pensamiento positivo


Recientemente he tenido ocasión de ver por recomendación de un amigo (gracias, Rodri) el análisis que el bloguero/Youtuber Lord Dath hace la concepción del bien y el mal en la animación, contraponiendo la concepción occidental con la oriental (concretamente, japonesa). Su análisis en parte se extiende a otros medios de la cultura popular como son los comics. En primer lugar, me gustaría dar las gracias a Lord Dath por este vídeo y recomendaros a todos su visionado antes de continuar leyendo. No obstante, para aquellos de vosotros que no tengáis el tiempo o las ganas de hacerlo, haré un breve resumen del mismo a modo de introducción de esta entrada del blog. Posteriormente, pasaré a analizar algunos aspectos del tema tratado en el vídeo. En algunos casos fueron dejados de lado y en otros considero que merecen un tratamiento desde otra óptica, no necesariamente porque disienta con sus hipótesis.

Lo que Lord Dath viene a tratar en su vídeo es una clasificación de la forma en que la moralidad de los personajes se trata en la animación. Desde su punto de vista, la animación occidental aún a día de hoy se encuentra fuertemente determinada por el llamado "Código Hays". Este código consistía en una serie de normas que se impusieron a los cineastas de Hollywood como una suerte de pre-censura o incluso de censura. Este código fue impuesto y monitoreado por William H. Hays, a través del Studio Relations Comittee. Este comité del Senado imponía graves sanciones a aquellos cineastas que no lo cumplieran, la menor de las cuales era denegar el registro del copyright de la película sin el cual no era posible distribuirla en cines. En muchas ocasiones se cortaron escenas o alteraron las producciones. Legalmente hablando, el código estuvo vigente hasta ser repudiado por el Tribunal Supremo de los EEUU en 1952 en el caso Joseph Burstyn, Inc. vs Wilson. No obstante, nadie se atrevió a desafiarlo en Hollywood hasta los años sesenta porque con el tiempo se asumió como el formato "correcto" del cine.

Precisamente este el motivo por el cual Lord Dath da ese peso al código en la animación occidental: Disney lo asumió como propio en todas sus producciones y todas las demás producciones occidentales de animación hasta hoy son herederas del formato creado por Disney. Posteriormente explicaré por qué considero que, aunque es una hipótesis acertada, creo que está limitada y trataré de darle una perspectiva más general e histórica.

Posteriormente, Lord Dath pasa en su vídeo a explicar una historia del conflicto cultural que supuso la llegada del anime y el manga a España centrado en la forma que la moralidad se trata en este género de animación. Para finalizar, termina con un análisis de las razones que esto ha influido en cautivar su interés por el anime y el manga y la contraposición que ello supone de la animación occidental.

En los siguientes párrafos, mi intención es explicar cómo creo que Lord Dath está limitando su visión en cuanto a la animación occidental. Personalmente considero que el Código Hays no explica por sí solo la forma en que Disney ha estructurado sus producciones, y cómo este formato se ha trasladado a la animación occidental. Hay que ir más atrás: ¿por qué aparece el Código Hays, en primer lugar? Bien, en primer lugar se debe a un suceso de orden jurídico-legal: en 1915, el Tribunal Supremo decidió que el cine no era arte en el caso Mutual Film Corporation v. Industrial Commission of Ohio. Como tal, no estaba protegido por la Primera Enmienda de la Constitución de los EEUU. Al no estar protegido por esta enmienda, que protege la libertad de expresión, podía ser sometido a un control político. Aunque Lord Dath no lo menciona, parece estar en contra de la imposición de este código, no sé ignorando los motivos para su creación. Lo cierto es que había muchos: ese año se estrenó la obra de corte épico de D. W. Griffith Birth of a Nation. Esta obra glorificaba al Ku Klux Klan y era explícitamente racista. A consecuencia de su estreno, se produjeron revueltas y protestas por todo el país que duraron ni más ni menos que ¡cuatro años! hasta que en 1919 la película fue retirada de los cines y prohibida su distribución. Con lo cual, aunque Lord Dath no lo hace, considero necesario decir que me parece frívolo pensar que no hay motivo para una intervención política en el cine (de nuevo, no estoy atribuyendo esta línea de pensamiento al autor del vídeo, pero no me es ajeno que otros sí la comparten). ¿Había razones para llegar al extremo de terror creado por Hays? Con toda seguridad, no.

Otra cuestión digna de discusión es por qué se mantuvo esa censura en el cine por tanto tiempo. Aparte de la obvia manipulación política que prohibió la importación de numerosas producciones extranjeras por considerarlas "peligrosas", hay muchos motivos que tienen que ver con la mentalidad de los estadounidenses y especialmente con una parte de su sociedad, que adopta la postura de esconder la deformidad o lo incorrecto como solución a todo problema. Esta forma de actuar y pensar proviene, como podéis imaginar por el título de la entrada, del pensamiento positivo. Puede interpretarse que las películas de Disney obedecían el Código, pero mi interpretación, más bien es que el Código obedece a esta seudoideología: hay que esconder todo lo que sea malo, el bien triunfa siempre y los buenos lo son en absoluto al igual que los villanos. Es la expresión del pensamiento positivo en su máxima fuerza. Los buenos, de hecho, no ganan gracias a sus especiales cualidades o acciones, si no gracias a un cambio de actitud hacia lo positivo. Ese cambio los hace invencibles gracias al mágico escudo de la positividad. Es clásico en Disney que el protagonista tire la toalla prematuramente, pero un discurso motivacional de un mentor o amigo lo haga cambiar de opinión y entonces de pronto, sale todo bien. Claro, como si el mundo real fuera así. El hecho de que el Quijote pensara que podía vencer a los gigantes no sirvió para estrellarse contra uno cuando resultó que era un molino. No cansaré de reiterar cuán peligrosa es esta mentalidad positiva, que hace ignorar los riesgos y lanzarse a proezas imposibles desprovistos de cualquier preparación.

La animación japonesa moderna, en cambio, no está sometida a ese canon. En primer lugar, porque nace de la catarsis de la derrota en la guerra. Los japoneses crearon lo que hoy conocemos como anime como una válvula de escape de su espantosa humillación y desastrosa situación de posguerra. Los primeros animes como Taiyou no ouji Horusu no daibouken (conocida en España como La princesa encantada, a su estreno en 1968) ya reflejaron la falibilidad de los héroes. Si en la guerra el Emperador, que era un ser divino, podía haber fallado ¿quién podría no hacerlo? Por eso la animación japonesa muestra protagonistas más humanos, más trágicos en el sentido helenístico del término. En la mente de los japoneses de posguerra no cabía la posibilidad de los héroes rodeados del halo de la positividad de origen occidental y más concretamente, de origen puritano anglosajón. A día de hoy, el pensamiento positivo sigue ejerciendo esa influencia, redoblada ahora por la nueva vigencia de dicha seudoideología. En Disney, que con Pocahontas y especialmente con Mononoke Hime (La Princesa Mononoke, en España) parecía alejarse de esta mentalidad (concretamente Pocahontas fue, que yo recuerde la primera película de Disney con un final trágico), la recuperó en pocos años. Buscando a Nemo es concretamente un ejemplo de cómo el pensamiento positivo vuelve a apoderarse de las producciones Disney para no abandonarlo hasta la fecha.

Finalmente, hay otra cuestión más que Lord Dath no incide en absoluto en su vídeo, pero que me parece digna de mención: con la llegada del anime y el manga a occidente, se ha producido una reverberación en la animación y el comic occidental que comienza en los años ochenta y llega hasta hoy. Por acotar un poco la fecha, para mí comienza en los comics en abril de 1982 con el nº 181 de Daredevil, publicado en abril de 1982. En este número, Frank Miller retrató la muerte de Elektra, que llevaría al superhéroe de portada ni más ni menos que a intentar asesinar a Bullseye. Si alguien tiene constancia de un hito anterior, que me lo haga saber, pero que yo conozca fue la primera vez en la historia del comic que un superhéroe se tornó violentamente hacia el crimen. En esta época hubo varios sucesos similares en el mundo del comic, por lo que reitero mi incertidumbre sobre la corrección de este hecho como hito inaugural de esta nueva etapa del comic occidental. Comenzaba la "Era Oscura" de los superhéroes, cuyo pináculo alcanza el propio Miller en 1991 con el comienzo de la publicación de Sin City. En esta serie de comics, la existencia de posibles héroes desaparece. Difícilmente puede encontrarse un solo personaje en dicha saga cuya aparición no esté marcada con el conflicto con la moralidad. Por el medio tendremos algunas obras maestras (y muchas obras menores) en las cuales los antihéroes son cada vez más frecuentes: The Watchmen, Hellblazer, o determinados volúmenes de Batman (como Año Uno) o X-Men son algunos ejemplos.

En la animación, esta evolución es más sutil, pero también se produce. Los Simpson y South Park son series icónicas en cuanto a la destrucción del concepto clásico de buenos y malos. Sí, hay villanos en estas series, pero todos los personajes protagonistas tienen en algún momento comportamientos despreciables y, por qué no decirlo, malvados. Matt Groening declaró en 1989 que quería ofrecer una alternativa a la "basura mainstream". Desde entonces han aparecido otras series que o bien siguen el mismo patrón que estas dos (ya sean obra de los mismos creadores y/o spin offs) o bien porque son adaptaciones de comics que recogen la esencia de esta tendencia que parte de los comics, de la cual he hablado antes.

Un caso singular sería la serie Where on Earth Is Carmen Sandiego? (¿Dónde se esconde Carmen Sandiego?, en castellano), que proviene de los videojuegos protagonizados por dicha ladrona de guante blanco. A continuación la intro en castellano.



Aunque a priori parecería una serie simple, en la segunda temporada, emitida en 1994, comenzamos a saber por qué Carmen comete estos robos de arte. No sólo eso, sino que el personaje de Carmen comienza a ser dignificado: tiene un código de honor, e incluso tiene rivales dentro de su propia organización criminal. Eventualmente, en las dos últimas temporadas la veremos colaborando puntualmente con los detectives protagonistas para apresar a dichos "villanos". Sin embargo, Carmen nunca dejará el latrocinio, ni siquiera cuando se le ofrece borrón y cuenta nueva. Deja claro que no se arrepiente de sus crímenes y escapa una vez más. Esto supuso un hito importante: comenzaba a definirse que determinados villanos en la animación no eran tan malos. Introdujeron matices. La bipolaridad había terminado, incluso en una serie con puro fin educacional como esta.

Otra serie de la que me gustaría hablar es Dr. Zitbag's Transylvania Pet Shop, conocida como La Pajarería de Transilvania en España. Esta serie franco-británica se emitió en Reino Unido, Francia y España (entre otros países de Europa) de 1994 a 1998 (en España creo que todavía la pasaron hasta hace relativamente poco tiempo por uno de los canales de TDT, Clan TVE, como se puede ver en el vídeo de introducción que cuelgo más adelante). La serie consiste en un científico loco que al ser expulsado de unos "grandes almacenes" de una Transilvania gótica (que bordea lo steam-punk), crea su propia tienda de mascotas en un castillo en el cual también se ubica la comisaría de policía local. En su tienda venderá toda clase de monstruos producto de sus experimentos, que el agente Perezoso buscará cerrar ante cualquier oportunidad. Esta serie nos presenta ni más ni menos que a un protagonista que es la antítesis del héroe: es un timador, un mentiroso, por no hablar de los experimentos a los que no duda en sometar a toda clase de criaturas a su alcance. En una palabra, es un villano puro y duro. Capítulo a capítulo de las cinco temporadas de la serie lo vemos esquivar a la ley por los pelos mientras intenta "colarle" a sus clientes las "adorables criaturas" que vende a cambio de un buen fajo de billetes. Nada menos. A continuación la intro.



Con estos ejemplos pretendo demostrar cómo Lord Dath, en su ánimo de diferenciar el tratamiento de la moralidad en occidente y oriente, cayó en el mismo pensamiento occidental que critica al bipolarizar de forma bastante tajante ambos mundos, cuando en realidad la interrelación es cada día mayor y los claroscuros dan lugar a matices cada vez más pronunciados. Con ello no pretendo menoscabar su análisis, si no más bien complementarlo con estos matices que, imagino, tal vez por motivos de tiempo debió dejar fuera.