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sábado, 24 de mayo de 2014

Marvel Civil War



La denominada "Guerra Civil" de Marvel Comics fue una historia crossover que fue publicada entre los años 2006 y 2007 por la editorial propiedad de Disney y que como uno de los llamados "eventos" tuvo consecuencias duraderas en el universo en el que se desarrollan las historias de los diferentes personajes de los comics. 

La historia comienza con el asalto televisado de los Nuevos Guerreros a la casa donde habitan Nitro y otros villanos. Gracias a una droga, Nitro ha conseguido aumentar sus poderes y provoca una explosión que destruye un bario de la ciudad de Stamford, Connecticut. Namorita, la hermana de Namor, Rey de Atlantis, muere en la explosión. Nitro consigue huir gracias al uso de un teléfono móvil especial que resiste a sus poderes y que le permite pedir un rescate. 

La consecuencia de esto es la ira ciudadana por la cantidad de víctimas civiles del enfrentamiento. Esto se hace eco en los salones del Capitolio y termina en la forma de un Acta de Registro Superhumano. Todo superhumano que quiera ejercer como "superhéroe" deberá registrar su identidad ante las autoridades. La Comisión de Actividades Superhumanas es creada con la misión de hacer cumplir la ley y comienza a perseguir y arrestar a aquelos rebeldes que, como notoriamente el Capitán América, se niegan a hacer pública su identidad. El resultado será una guerra superhumana dentro de las fronteras americanas (aunque con algunas consecuencias en el exterior) que terminará por cambiar para siempre las relaciones entre superhumanos, y las de éstos con los humanos.

Puesto que diversos autores y guionistas han tenido implicación en el desarrollo de la misma, no es fácil hacer una crítica del dibujo y el guión. Lo que sí puedo decir en líneas generales es que me ha parecido muy positivo que todos los guionistas se han esforzado en hacer aparecer a los héroes actuar de una forma especialmente humana. Esta no es una historia de héroes contra villanos como nos acostumbra el cómic americano y especialmente Marvel. Ni siquiera es una historia de "buenos" contra "malos": hay razones de sobra para apoyar ambas posiciones en el conflicto. Es una historia de ideas en la que cada bando apoya su propio ideal de cómo debe ser el mundo futuro. ¿Deben los superhumanos tomar una posición al frente de la sociedad y actuar bajo los intereses del Estado, o sin embargo su derecho a la intimidad es predominante sobre las capacidades que tienen? ¿Tienen los superhumanos derechos "humanos"? 

Todo esto sirve para una reflexión sobre problemas reales de nuestra sociedad como la guerra contra el terrorismo (con una muy explícita referencia a Guantánamo en forma de prisión superhumana en la Zona Negativa), el derecho a la privacidad y la clase de sociedad que deseamos en el futuro: una que prime la seguridad sobre la libertad, o una que mantenga la libertad como valor fundamental de la democracia que sostiene.

Como reflexión personal, creo que el Acta de Registro Superhumana crea dentro del universo Marvel más problemas de los que soluciona. En los cómics se hace énfasis en esto, cuando a medida que se escala el conflicto, Tony Stark recurre al uso de villanos bajo el mando de Norman Osborn (el Duende Verde) como reclutas de los nuevos Thunderbolts con el fin de capturar a héroes no registrados. Además, también se hace referencia frecuente al aumento de la criminalidad a causa de que los héroes están demasiado ocupados enfrentándose entre sí. Esto lo aprovechan villanos como Cabeza de Martillo, Kingpin o Craneo Rojo para llevar a cabo sus planes. El punto de vista de Reed Richards (Mr. Fantástico) y el líder de la facción pro-registro Tony Stark (Iron Man), en referencia a que cualquier alternativa lleva a la destrucción de la humanidad, me resulta excesivamente fatalista. Tal y como Sue Richards (la Mujer Invisible) apunta, por mucho que el gobierno mantenga en secreto ante el público las identidades de los héroes, éstas siempre estarán expuestas a filtraciones o ataques cibernéticos por parte de villanos que busquen acabar con los héroes. 

Más allá de los detalles prácticos, hay algo más fundamental bajo ello. El hecho de convertir a los superhumanos en una clase especial de ciudadanos con obligaciones por encima del resto de ciudadanos a cambio de poder usar sus capacidades especiales crea una sociedad de castas que difícilmente puede sostener una democracia. Por supuesto esto es una reflexión personal, y me agradaría que dejárais en los comentarios vuestras opiniones.

domingo, 18 de mayo de 2014

El "derecho al olvido", una realidad ahora en la UE arroja sombras


Hace unos días, el Tribunal de Justicia de la UE reconoció en sentencia el llamado "derecho al olvido" al español Mario Costeja, el cual fue a juicio contra Google España para que retirara los enlaces que hacían referencia a ciertas deudas que tenía con la Seguridad Social española y que ya saldó hace años. Sin embargo, la información quedó en Internet, mermando su reputación. A pesar de ser una empresa norteamericana, el TJUE ha obligado a Google a acceder a la petición en tanto que dispone de sucursal en España y por tanto resulta sujeto a derechos y obligaciones en la Unión Europea.

La sentencia crea una situación sin precedentes en el mundo, y no pocos internautas defensores de la libertad de expresión se han quejado. El argumento es que lo que se retira es el enlace, no la información injuriosa, que sigue estando en Internet. Por su parte, otros defienden que esto convierte a Google en una "herramienta de censura", ya que va a causar la ocultación de datos relevantes sobre personas u organizaciones con el objetivo de modificar la opinión pública.

Sea esto cierto o no, sí es un hecho que Google ha recibido en estos días, desde que se produjo la resolución, una avalancha de peticiones reclamando el "derecho al olvido". Tal y como cita el artículo enlazado, se destacan peticiones como las de un político que busca su reelección y que quiere eliminar enlaces a información sobre hechos ocurridos durante su administración, un pederasta que quiere que se eliminen enlaces a su sentencia, o un médico que quiere que se retiren los enlaces a información sobre malas prácticas ejercidas. ¿Están suficientemente fundadas estas peticiones? Sin duda, en un mundo globalizado como el nuestro, no es posible como en siglos pasados emigrar y empezar de nuevo tan fácilmente como antes cuando es posible encontrar información sobre cualquier persona en Internet. 

Desde mi punto de vista, negar el derecho al olvido es emprender una senda peligrosa. Se trata de emprender la senda del Panopticon, en la cual no existe la privacidad. Es un camino en el que con el suficiente tiempo, es posible saber todo de todas las personas. Y teniendo en cuenta que esa información puede ser usada por determinados grupos de poder para ejercer influencia sobre las personas o las sociedades, nos encontramos ante un mundo en el que la toma de decisiones se vuelve diabólicamente complicada. Cualquier decisión tendría repercusiones ad infinitum ya que basta que una persona lo revele para que quede indisolublemente asociado al nombre de esa persona. Se trata de intentar convertir a las personas en máquinas, incapaces de cometer un error. Desde mi punto de vista, eso no está nada bien.

Es cierto que algunas personas abusarán de este derecho para ocultar sus fechorías. Sin embargo, creo que es un precio relativamente pequeño por conservar nuestra humanidad.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Hay alternativas. O las había.




Recientemente he terminado de leer el libro de Vincenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón Hay Alternativas. El libro explica de un modo bastante ágil la forma en que se ha gestado la recesión económica en la que nos hallamos, y la forma en que ésta podría solucionarse según los autores. Se estructura en tres partes no explícitas, pero fácilmente diferenciables.

La primera parte del libro se dedica al análisis de las causas. Aunque en algunos casos se observa cierta carencia de fuentes o bibliografía, los propios autores dicen como disculpa que no se trata de un "volumen académico". Aún así, se citan algunos estudios en que se apoyan. En general, el análisis es bastante correcto. A estas alturas ya sabemos con bastante precisión lo ocurrido. Aunque los autores tengan cierta tendencia a culpar de todo a una especie de conspiración neoliberal, la Escuela de Chicago tiene buena parte de culpa de haber creado una generación de líderes que han seguido sus preceptos con resultados desastrosos. Es el caso de Irlanda, por ejemplo. Se muestra cómo los lobbys financieros dejaron de sustentar la actividad económica para dedicarse a la especulación financiera con toda clase de bienes: vivienda, alimentos, combustibles y toda suerte de «commodities». 

La segunda parte tiene como propósito identificar las acciones que se están llevando a cabo para atajar la recesión, y por qué éstas no están resultando efectivas en absoluto, si no más perjudiciales si cabe. El uso de las recetas neoliberales para atajar esta grave situación resulta ser una especie de homeopatía económica. La diferencia estriba en que la homeopatía trata de curar usando aquello que ha curado la enfermedad, en partes diluidas para evitar agravar los síntomas. El ajuste fiscal llevado a cabo en los últimos cuatro años es bastante peor que la causa de la recesión, y dado que es una medida pro-cíclica (agrava la situación del ciclo económico), ha empeorado la situación previa. Principalmente, porque ha permitido que las insituciones financieras siguieran especulando, pero ahora con el dinero que los Estados han recaudado mediante deuda precisamente con el fin de evitar que quebraran.

La última parte del libro, la menos objetiva y la más política, se dedica a enumerar y explicar las soluciones que, a juicio de los autores, son necesarias para poder salir del atolladero en el que se encuentra la economía española en este momento. Aquí hay mucho de lo que se podría hablar, ya que es un totum revolutum en el que caben toda clase de soluciones que van desde un cambio en el orden mundial y el sistema económico, hasta cuestiones de microeconomía y de micropolítica.

Estoy de acuerdo con los autores en la necesidad de un cambio de rumbo en la economía y la política, que lleve a una democracia más transparente, y funcional; cuya economía se base en el apoyo a las personas más que aen lugar de hacerlo solo a los lobbys; y que ponga la sostenibilidad del medio ambiente como barrera infranqueable al consumo. Sin embargo, si todo esto es necesario para que España pueda salir de la recesión, me temo que tardará siglos en hacerlo. Los autores dicen que esto es utópico en la medida que las personas se propongan alcanzarlo. Yo digo que las personas se propondrán alcanzar tales objetivos si tienen incentivos para hacerlo. ¿Cómo se pueden medir esos incentivos? De acuerdo con la Teoría de las Necesidades de Maslow, ningún incentivo que tenga por fin cubrir una necesidad por encima del estrato en el que uno se encuentra tendrá éxito. Así, y teniendo en cuenta que la mayor parte de las personas en España buscan cubrir las necesidades en el estrato más bajo (alimento y refugio), difícilmente podrán preocuparse por cuestiones intelectuales situadas varios estratos más arriba. Tan sólo la desesperación ante la imposibilidad de cubrir las necesidades más básicas puede suponer a una persona un incentivo a atacar el orden social y buscar uno que le garantice esa posibilidad.

De esta forma, el axioma neoliberal que impera en estos tiempos y que sin duda seguirá en vigor en los próximos años es el de "Dios aprieta, pero no ahoga". Mientras que las personas puedan satisfacer sus necesidades básicas sacrificando todo lo demás, no veremos un auténtico rechazo social al sistema actual.

Volviendo al libro, los autores proponen la protesta ante las instituciones representativas como forma de reivindicar su papel democrático, con el fin de otorgarle al pueblo la capacidad de motivar ese cambio de sistema. Sin embargo, los autores incurren en este punto en una incoherencia, ya que previamente dicen que estas instituciones están totalmente usurpadas por el poder de los lobbys financieros y los grandes inversores. Es más, las personas que ocupan los puestos de representación democrática no tienen ninguna clase de incentivo a hacer ningún cambio por varias razones:
-Estas personas y grupos de presión tienen capacidad de derribar cualquier medida que se tome desde las instituciones democráicas, sino incluso de arruinar la carrera política de cualquiera de los cargos políticos en activo.
-Los políticos en puestos de representación se ven recompensados por su actuación en favor de estos inversores mediante la concesión de posiciones con grandes remuneraciones, poder fáctico y excelentes condiciones de vida en empresas, fundaciones, o en grupos de presión de distinto tipo. A veces, en varios de ellos a la vez. Esto les permite acumular riquezas y poder con el fin de convertirse en "uno de ellos". ¿Qué puede darles apoyar al pueblo con su actuación? El fin de sus ambiciones vitales, salvo que se atrevan a vivir en la humildad.
-Todos sabemos lo que pasó con Kennedy y su familia. Si la ambición de causar un cambio en la sociedad que vaya en contra de los lobbys es lo suficientemente temerario, es de esperar una reacción contraria de la misma o superior intensidad. Los lobbys no dudarán en usar la fuerza para derrocar a cualquier líder que se les oponga. Por desgracia, no siempre un regicidio es tan limpio como en el caso de JFK, sino que a veces implica crear desórdenes sociales que desemboquen en una guerra civil. Cualquier político con un mínimo sentido de la honradez prefiere evitar poner en peligro a su pueblo. Mejor ser recordado como un corrupto, que añorado por los supervivientes de un conflicto social o incluso bélico.

Por esa razón, quiero concluir esta reseña con una reflexión. Si los poderes democráticos no tienen incentivos ni capacidad para provocar el cambio, no es ante ellos que hay que protestar y motivar a provocar el cambio. Hay que hacerlo ante quienes efectivamente tienen el poder. Hay que desenmascararlos y enjuiciarlos públicamente por los delitos que han cometido. La mayor parte de estas personas pueden ser acusadas al menos de delitos de alteración del orden socioeconómico, de falsificación de moneda (al hacer circular un dinero que en realidad no existe como tal), y de traición. Hay que obligarles a devolver todo lo que se han enriquecido a costa del empobrecimiento general e inhabilitarles para el ejercicio del comercio de forma vitalicia. Tan sólo entonces es posible exigir a las instituciones democráticas que den los pasos necesarios para dar solución a la recesión. Sin embargo, ¿cómo llevar a cabo semejante tarea? ¿quiénes serán los valientes que arriesguen su vida y su carrera para ello? Esa es la razón por la cual no habrá ninguna revolución, ni alzamiento, ni justicia de ninguna clase: la falta de respuestas.

P.D.: Curiosamente, mientras escribía esta reseña, pude ver el curioso y último artículo de Vincenç Navarro. Parece ser que Navarro se ha desdicho de lo dicho en la última parte de su libro, y ahora que el 15M se ha desinflado, ya no hay alternativas. Ninguna sorpresa al respecto. Aunque este cambio de postura es un tanto hipócrita, lo cierto es que es bastante más realista que el adoptado en su libro. E igual de desalentador.

martes, 29 de mayo de 2012

El Quinto Jinete




El domingo escuchaba en la radio el estupendo programa 152 de "SER Historia", dedicado en esa ocasión a la "historia más oscura del dinero", con ocasión del libro "La Troika y los cuarenta ladrones", de Santiago Camacho. Este escritor es también autor de un libro sobre la historia de la mafia, y me pareció muy revelador cómo comparaba a determinados agentes del mercado con las organizaciones mafiosas. Así por ejemplo, las agencias de calificación extorsionan a empresas, entidades financieras y gobiernos para que contraten sus servicios, o bien se "arriesguen" a recibir una calificación considerablemente peor (o una rebaja de la misma, si ya tenía clasificación de antes) que si acepta pagar las sumas millonarias que exigen por dichos servicios. De tal manera que en ocasiones, cuando escuchamos o leemos en los medios sobre la rebaja de calificaciones no necesariamente se debe a un comportamiento financiero o contable dudoso, sino simplemente a no ceder a la extorsión de estas agencias. No es de extrañar que la propuesta del Ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, de crear una agencia de calificación pública europea quedara en el olvido a pesar de contar con el visto bueno de su Canciller, de la Comisión europea y del resto de países de la Unión. Seguramente al día siguiente recibiera una cordial llamada de Moody's, de Standard & Poor's o de alguna otra invitándole a retirar la propuesta o arriesgarse a una bajada de la calificación de la deuda alemana.

Otra práctica similar entre la mafia y los agentes económicos es la contratación de "sicarios económicos". Se trata de sujetos dedicados a corromper funcionarios públicos y políticos mediante el sistema del palo y la zanahoria. Aceptar los sobornos y prebendas les permitirá gozar de un sueldo o jubilación espléndidas en algún consejo de administración o paraíso financiero, y no hacerlo puede comportar ser encausado en procesos judiciales que provoquen su caída en desgracia. Como auténticos gángsters, crean mediante esta combinación de sobornos y amenazas verdaderas tramas mafiosas que permiten a las empresas (o Estados) para las que trabajan el beneficiarse del dinero público de subvenciones y contratos públicos, el apoyo de acciones militares, o el acceso a recursos naturales.
Este programa, unido a las noticias de que Bankia no devolverá el dinero que el gobierno español le ha prestado al convertirlo en capital de la empresa, me lleva a realizar una reflexión acerca de cómo los gobiernos se han convertido en auténticas marionetas. De acuerdo con el autor, no se puede hablar realmente de "una conspiración" en la que exista una mano negra. El problema reside en que hay muchas "manos negras" actuando de forma descoordinada en una lucha por llevarse la mayor cantidad de dinero posible de los Estados.

Mucho me temo que la gran estafa de la crisis esté debilitando los Estados, especialmente los europeos, de forma que nos dirijamos a una singularidad en la que la muerte de la democracia es ya cierta, y sea reemplazada por uno de dos modelos políticos que están comenzando a colisionar.

Por una parte, la centralización de la soberanía en agentes externos a los Estados. Hace poco que nuestro presidente del gobierno aseguraba que había hecho todo lo posible y que la solución estaba en una respuesta de la Unión Europea. Sin entrar en consideración sobre si esto es cierto o no (yo lo pongo en duda), el efecto práctico de ello es avocar la competencia para resolver los problemas de la nación en instituciones no elegidas democráticamente o de forma remota e indirecta. De esta forma, ante la catarsis del desgobierno, surgen una serie de tecnócratas que imponen agendas de gobierno que no tienen en consideración los derechos de los ciudadanos o el respeto a la democracia. Si en los años noventa, la crisis de la democracia fue la transformación del gobernante en gestor, en el siglo XXI está siendo la transformación del gobernante-gestor en mero burócrata. No hace falta más que ver a la composición de nuestro gobierno, en el cual la amplia mayoría de ministros son ex-funcionarios públicos para hacerse una idea de a qué me refiero. La democracia se disuelve en un laberinto escheriano en el que no hay salida, solo una espiral autoritaria.

Por otra, tenemos una suerte de cleptocracia, en la que organizaciones pseudocriminales ostenten el poder a través de la amenaza de quiebra directa o indirecta del país en el que se ubican. De esa forma, una entidad como Bankia, calificada como "sistémica" puede (como ha hecho) apropiarse a mano descubierta de amplísimos fondos del Estado mediante la extorsión con una "opción nuclear": la destrucción del sistema económico del país si no se cumple su voluntad. Perfectamente podría exigir cualquier cambio legislativo, o incluso acabar con el gobierno si este no respondiese a sus amenazas. En el pasado, la amenaza de guerra nuclear mundial, fue llamada "el quinto jinete del apocalipsis" en la (aconsejable) novela de Dominique Lapierre. No fue hasta el momento en que se alcanzó el punto crítico de inflexión llamado oportunamente MAD (acrónimo de "Mutual Assured Destruction", pero también "loco" en inglés) que se produjo una distensión y que el terror nuclear dejara de marcar la agenda política. Actualmente, otro "quinto jinete" ha tomado su lugar: el de la implosión del sistema capitalista tal y como lo conocemos hasta ahora. Sin embargo, si los líderes políticos mundiales quieren dejar de ser ciegos, han de asumir la verdad: el sistema capitalista como lo conocíamos ha muerto. 

domingo, 22 de mayo de 2011

#spanishrevolution


"Durante millones de años, la humanidad ha vivido como los animales. Entonces, ocurrió algo que liberó el poder de nuestra imaginación. Aprendimos a hablar."

Así empezaba, con la voz sintetizada de Stephen Hawking, la canción "Keep Talking" de Pink Floyd, del álbum The Division Bell, que se publicó en 1991. Aunque esta canción hablaba de la evolución humana, perfectamente podría hablar de la evolución de nuestro sistema político, y más concretamente, de lo que desde el 15 de mayo viene ocurriendo en nuestras calles. Se podría decir que desde hace doscientos veintidós años, el pueblo de la sociedad democrática ha vivido como los animales. Existen unas leyes, que no se cuestionan. Vienen impuestas. Aunque el pueblo de cuando en cuando se ha congregado para protestar por determinadas leyes o hechos injustos, no ha cambiado el sistema. Han cambiado las siglas. Al principio fueron progresistas y conservadores. Con el tiempo evolucionaron para adoptar siglas y filosofías que se fueron adoptando a los nuevos tiempos. Adoptaron programas, líneas de partido, símbolos, tradiciones. En el fondo, siguieron siendo lo mismo. Y los mismos estaban detrás de esas siglas.

Igual que en 1984, de George Orwell, la democracia consistía en un público atónito que contemplaba a un hombre recitar consignas que el público repetía. Y entonces, como en el mítico anuncio de Apple, apareció alguien que de un mazazo acabó con todo ello. Empezó la #spanishrevolution, cuando un grupo de jóvenes indignados comenzaron a aglutinar a los ciudadanos en una iniciativa ciudadana. Miles y miles de personas comenzaron a unirse. La clase política comenzó a tener miedo, porque esas miles de personas, juntas en decenas de plazas por todo el país, aprendieron a hablar. Y entonces, liberaron el poder de su imaginación.

Ahora, el movimiento está en un punto de inflexión. Hay diversas opciones: seguir adelante o dejarlo. Las asambleas han decidido seguir adelante "al menos una semana", pero todos saben que el objetivo es seguir mucho más: hasta que caiga el gobierno, ya sea por la convocatoria obligatoria de elecciones en 2012, o bien porque voluntariamente decide dimitir y convocar dichas elecciones. En este último caso, veo el peligro de que el movimiento muera de éxito. A pesar de haber sacudido la campaña electoral más gris de la historia democrática, una convocatoria de elecciones demasiado temprana podría coger a los "indignados" insuficientemente preparados. No obstante, sería el primer gobierno democrático en dimitir a causa de una protesta popular, y eso sería un hito histórico. No obstante, veo más probable que se inicie una carrera de fondo con el objetivo de que el gobierno pueda prepararse adecuadamente para responder a este movimiento. El problema es que el tiempo juega a contrarreloj para el gobierno, con la Espada de Damocles que es la incertidumbre de la necesidad de un rescate financiero por parte de los demás países comunitarios.

Otra posibilidad, la menos deseable, es que el movimiento se disuelva tan pronto como ha aparecido. No creo que eso vaya a suceder ya. Desde el mismo momento en que la Junta Electoral Central intentó disolver el movimiento mediante una resolución de prohibición de las concentraciones basándose en el vago argumento de que van en contra del derecho de reflexión de los ciudadanos tras terminar la campaña electoral. La decisión fue diputada por la propia junta, que aprobó la resolución por un mero voto de diferencia. No obstante, la naturaleza del movimiento hace que sea cada vez más fuerte a amenazas de este tipo. De hecho, las autoridades, salvo en supuestos puntuales como el de Granada, ha decidido obviar la decisión de la JEC y no disolver las acampadas. A mi parecer, es una sabia decisión ya que hacer algo así sólo podría tener como consecuencia una radicalización del movimiento. No es buena idea cargar contra miles de personas que no tienen nada que perder. La sombra de Túnez y Egipto alcanza España en estos momentos.

El hecho de que todas las formaciones políticas (salvo las más minoritarias) hayan intentado apropiarse del movimiento, muestra claramente la perversidad de este sistema bipartidista, lleno de paradojas. Basta con ver el vídeo de Democracia Real Ya para conocer algunas. Sin embargo, hay muchísimas otras. Resolver estas paradojas es una tarea pendiente de la clase política, y el gran problema que observo es que hay una gran falta de entendimiento entre ellos respecto del movimiento. Y eso puede generar un problema. Hasta que no sepamos los resultados electorales de las elecciones municipales de hoy, no habrá forma de saber cuál ha sido el impacto del movimiento en la política de nuestro país. Lamentablemente, temo que sea muy poca, y eso pueda ser motivo de desmovilización. Pero no hay que ser pesimistas. Parafraseando de nuevo a la misma canción de Pink Floyd con la que comenzaba este artículo, Stephen Hawking también decía estas palabras en la misma:

"No tiene porqué ser así. Lo único que necesitamos hacer es seguir hablando".

sábado, 14 de agosto de 2010

Reencuentros


El reencuentro es un fenómeno muy especial. Ya desde hace mucho tiempo, filósofos y literatos han hablado de ello. Nietzsche lo llamó "el eterno retorno", pero simplemente rescató un concepto que surgió de forma más o menos simultánea en la Antigua Grecia y en la India durante los siglos IV a VI a.C., como veremos más adelante.
En Grecia, los estoicos crearon el concepto filosófico del eterno retorno, según el cual, el ser humano se enfrenta a un ciclo vital e histórico en el cual todo termina por repetirse. Por lo tanto, el ser humano no tiene otra opción que afrontar abnegadamente su destino, no dejándose llevar por las emociones, que son las que provocan la ilusión de una línea temporal.
Mientras tanto, en la India, Siddharta Gautama (conocido como Buda) y sus discípulos refinaron el antiguo concepto del samsara, que es el ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento. Según sus creencias, al hombre le aguarda la consecuencia de sus acciones al final de su vida, renaciendo en una nueva forma, acorde a su vida anterior. Sin embargo, los propios budistas tienen opiniones encontradas sobre la influencia del samsara en la vida de las personas.

En cualquier caso, la noción de reencuentro no ha permanecido fuera de la mente de los pensadores después de la era clásica. Se extendió por todo el mundo, en formas nuevas, adaptadas a la cultura de cada pueblo. Por ejemplo, en Mongolia siempre ha existido la cultura de que el clan es omnipresente en la vida de cada persona, tanto en esta vida "como en la otra". Cuando los monjes budistas llegaron a Mongolia desde China, y los mongoles aprendieron la noción de samsara, hicieron una mezcla de sus propias tradiciones con el ciclo de reencarnaciones. Ello resultó en una creencia de que las personas y seres que más queremos y que nos rodean, forman nuestro clan. Esas personas esperarán en el cielo a que todo el clan se reúna, y entonces, se reencarnarán juntos, de nuevo, en una nueva vida. Así, el clan permanece siempre unido, tanto en esta vida como en la siguiente.

Los filósofos modernos recogieron de nuevo la noción de reencuentro. Así lo hizo Nietzsche, heredero de Schopenhauer, quien estudiara la filosofía oriental. Nietzsche introdujo la noción del "eterno retorno", según la cual todo lo que ocurre, vuelve a ocurrir, y sólo los übermenschen, los superhombres, son capaces de forjar su propio destino. Emile Boirac investigó, por su parte, la noción de "déjà vu". Aunque sus métodos distaran de ser científicos, es hoy aceptado qla existencia de este fenómeno. Los científicos han desarrollado varias teorías para explicarlo, basadas en el funcionamiento de nuestra memoria. Independientemente de su causa, es un hecho que el reencuentro, real o imaginario, produce en nosotros un fuerte impacto emocional. A veces el impacto puede ser tan fuerte, que puede producir un gran estrés. Es así el caso del denominado "Síndrome de Ulises", etiquetado así por el español Joseba Achótegui. Se trata de un fenómeno bastante común en España, por la cantidad de emigrantes retornados que hay en nuestro país.

Y aunque sin llegar a ser preocupante, hasta cierto punto viene siendo la sensación que he experimentado últimamente a mi regreso de mis viajes por Europa. Se trata de una cierta frustración por la necesidad de encajar de nuevo en un lugar, de reconstruir un tiempo que has perdido. Pero ya nada es igual, no puedes volver atrás. Sólo puedes seguir adelante y pensar en positivo hacia el futuro. No obstante, pienso que esto es aplicable no sólo para los que se han ido y han regresado, vale para todos aquellos que han llegado, o que se han ido. A todos ellos, los viajeros del mundo, les dedico estas palabras. Como bien dijo Antonio Machado, "Caminante no hay camino, se hace camino al andar."