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domingo, 20 de septiembre de 2015

¿Y si Marx tenía razón?: la rehabilitación de Marx por Piketty






En 1867, Karl Marx publicó su obra Das Kapital, ("El Capital"), en la cual expone los resultados de la investigación que llevó a cabo entre 1861 y 1863 acerca del funcionamiento práctico del capitalismo. En ese libro, la conclusión fundamental a la que llegó Marx y que fundamentó la doctrina económica que lleva su nombre es que el capital tiende a acumularse en cada vez menos personas promoviendo un monopolio global. Esto produce una creciente desigualdad entre la clase obrera y la clase "burguesa". Para evitar que este monopolio global llegue a realizarse, los obreros deben conseguir movilizarse para hacer que los medios de producción se coloquen en manos del Estado de forma que los réditos del capital sean redistribuidos de forma solidaria.

Un siglo y medio después, Thomas Piketty recoge este predicamento y plantea en la introducción de su libro, bautizado en honor de la obra de Marx: ¿y si Marx tenía razón? Para responder a esa pregunta, Piketty se propone hacer una investigación similar a la de Marx, pero contando con todos los instrumentos de análisis que cuenta la economía en el momento presente, y con todos los datos acerca del funcionamiento del capitalismo que contamos en los últimos doscientos años.

El resultado de ello es una obra en la que Piketty repasa la historia económica del capitalismo, ofreciendo un marco teórico en cuanto al funcionamiento del mismo. En el libro, Piketty analiza las mecánicas de la acumulación del capital y el efecto que ha tenido en crear una mayor desigualdad, llegando a la conclusión de que aunque la investigación de Marx deja bastante que desear desde el punto de vista científico moderno, la conclusión a la que llegó es correcta: el capital tiende a acumularse en cada vez menos manos y eso acentúa la desigualdad a lo largo del tiempo. No sólo eso, sino que es posible determinar de forma científica cuándo el nivel de desigualdad llega a niveles en los cuales la población está dispuesta a tomar por la fuerza los medios de producción.

De esa forma, el paso siguiente en la obra de Piketty es analizar el contexto económico mundial de la desigualdad en el presente, y dar una serie de propuestas con el fin de reducir la tasa de desigualdad debido a que en la actualidad, en determinadas regiones del mundo, está alcanzando máximos históricos. El fin es evitar precisamente la realización de la profecía de Marx y dar al capitalismo la posibilidad de sobrevivir a lo que parece un destino fatal. Para ser más concreto, de acuerdo con Piketty, si la economía del mundo sigue funcionando de la misma forma creciendo en torno a un 1,5% anual, a mediados del siglo XXI EEUU se convertirá en la nación más desigual del mundo en toda su historia. Piketty advierte que este escenario es sin embargo poco probable, dando datos que le permiten estimar un crecimiento global más moderado de la economía en los próximos años, en torno a un 1%, que es similar al crecimiento económico del siglo XX si eliminamos el efecto destructivo de las dos guerras mundiales.

No obstante, Piketty defiende que incluso en un escenario de crecimiento reducido de un 0,5% (similar al del siglo XIX), el mundo debería tomar cuanto antes medidas para reducir la creciente desigualdad pues a medida que esta se incrementa, también lo hace el riesgo de conflictos armados que conduzcan a la destrucción masiva de capital como ocurrió con las guerras mundiales. Esto lleva a una lectura aparte de la obra, que me parece particularmente descorazonadora pero singularmente reveladora. Si uno cree los postulados de Piketty, lo que más ha contribuido a reducir la desigualdad en el siglo XX no ha sido el movimiento obrero, ni las luchas sindicales, ni siquiera el alzamiento de un bloque soviético que defendiera una economía planificada por el Estado. Han sido las dos guerras mundiales que, al afectar principalmente a la destrucción de los medios de producción de los países en conflicto, ha producido una mayor reducción de la desigualdad ya que la renta de la capa más alta de la sociedad se basaba en los réditos producidos por dichos medios. No deja de ser irónico que quienes más hayan contribuido a la realización del sueño marxista hayan sido sus mayores enemigos históricos. 

No es de extrañar, por tanto, que EEUU haya reconvertido la destrucción de países en un negocio: primero destruye los medios de producción de Estados ajenos; y una vez derrotados y con una elite favorable en el poder, en segundo lugar exportar a esos países los medios de producción necesarios para retomar su actividad económica normal. Stalin también se percató de ello y por eso no es de extrañar que su modelo de revolución marxista triunfara sobre la visión de Trotsky de consumar la transición interna de la URSS de una "dictadura del proletariado" a una sociedad comunista. Stalin era consciente que llevando la revolución a un nivel global podría efectivamente asegurar que la URSS se convirtiera en líder indiscutible del bloque soviético.

Por si alguien en este punto llegara a la conclusión de que entonces Piketty defiende implícitamente el uso de la fuerza para alcanzar una menor desigualdad, se equivoca. En primer lugar, porque en la actualidad, la élite del 1% y en especial del 0,1% más rico se ha desvinculado completamente del dominio de activos de capital físicos como forma de aumentar su capital en el tiempo. Esta élite mantiene su riqueza en forma de activos financieros cuyo crecimiento está en gran medida desvinculado de las fábricas, las máquinas o la tierra, como ocurría en el siglo XX. El aumento de su riqueza, de acuerdo con Piketty, se debe a dos componentes fundamentales: en primer lugar, debido a la modelo de financiación de los Estados; y en segundo lugar, al modelo de fiscalidad internacional.

En el caso del primer componente, los Estados financian sus operaciones fundamentalmente mediante la deuda. Si un Estado quiere poner en marcha un proyecto, lo normal es que pida prestado dinero para ponerlo en marcha. Los bancos centrales crean ese dinero de la nada, y se lo dan al Estado a cambio de títulos de deuda. Posteriormente, el banco central vende esos títulos a los bancos cuando estos necesitan financiación. En el último eslabón de la cadena, los bancos venden esos títulos de deuda a particulares, los cuales obtienen una rentabilidad fija por su posesión. De esa forma, indirectamente, son los particulares quienes están financiando a los Estados y ejercen el poder de que estos puedan operar con normalidad. Al existir un mercado secundario de deuda entre particulares, la deuda de los Estados puede crecer o disminuir en valor, de forma que si se corre un rumor de que un Estado no puede hacer frente a los vencimientos de los intereses sobre su deuda, puede encontrarse en graves problemas. Esto es lo que ha ocurrido, por ejemplo, a Grecia, Portugal, Irlanda y en menor medida, a España, durante la crisis financiera de 2007.

Respecto del segundo componente, uno podría suponer que gracias a los impuestos sobre la renta, los Estados pueden controlar que los particulares no se "hagan demasiado ricos a su cuenta", exigiendo retornos de las ganancias por proporcionar a sus ciudadanos todos los servicios que proporciona un Estado: fundamentalmente, proteger la vida de los mismos y fomentar la libertad de perseguir la consecución de la felicidad y cualesquiera otras metas que puedan tener. Sin embargo, la fiscalidad internacional presenta graves asimetrías y agujeros legales: es extremadamente fácil para una persona con un capital elevado "esconderlo" en aquellos Estados con secreto bancario e impuestos bajos. Si un Estado quiere atraer ese capital oculto en los llamados "paraísos fiscales", se ve obligado a hacer numerosas concesiones a los tenedores de capital, que no puede ofrecer a los ciudadanos de rentas más bajas ya que eso pondría en jaque la viabilidad del Estado en sí. En resumen, se asegura la protección legal de desigualdad.

¿Cómo entonces podemos devolver el río a su curso natural, o mantenerlo en su cauce sin que se desborde? Piketty propone que para evitar que el capitalismo continúe aumentando la desigualdad entre personas, se deben acometer dos clases de acciones interrelacionadas. En primer lugar, se debe actuar para terminar con el secreto bancario y fiscal. Si los Estados pueden tener acceso a la información bancaria y fiscal de las empresas e individuos más acaudalados, puede asegurarse que no se produzcan fugas de capitales o minimizar éstas en la medida de lo posible. Esto de por sí ya tendrá como efecto un aumento de la recaudación impositiva de los Estados, con lo que dispondrán de recursos adicionales que dedicar al fomento de la redistribución de la renta. 

La segunda acción, y la que más polémica ha desatado, es la de crear un impuesto progresivo sobre la riqueza de hasta un 80% de la renta. Esta clase de impuesto, que se recaudaría una única vez al producirse la adquisición del capital tendría un doble objetivo. Por un parte, desincentivar la movilidad del capital de los individuos a opacos fondos de inversiones. Por otra parte, y esto es lo más importante, asegurar la interrupción del proceso de acumulación de capital de los individuos a sus herederos legales. De nuevo, esto generará recursos adicionales para el Estado, pero el objetivo fundamental de esta medida es incentivar un cambio en la mentalidad de aquellas personas que pertenecen al 1% más rico. Si al fallecer o de alguna forma transmitir a otra persona o entidad gran parte del capital queda en manos del Estado, eso facilitará que ese capital no se acumule sino que se invierta en la medida de lo posible. 

Para finalizar, me gustaría señalar que, aunque el volumen sea un tratado de economía riguroso, es ciertamente accesible al lector no experto, gracias a la forma incremental en que está construido. Además, la lectura queda amenizada en gran medida gracias a la variedad de ejemplos que Piketty extrae de las novelas de la Belle Epòque y la Época Victoriana, que también sirven de fuente de información para analizar las condiciones económicas del tiempo en el que éstas se desarrollan. Más allá de compartir o no los postulados de Marx, creo que el libro merece la pena su lectura en la medida de que a menudo la caída del bloque soviético ha provocado que el comunismo y todo lo asociado al mismo se haya desechado. No obstante, esta rehabilitación de la teoría económica marxista constituye sin duda una advertencia de lo que puede ocurrir precisamente si continuamos ignorando la creciente desigualdad en el mundo.

sábado, 11 de abril de 2015

Chappie


Durante el último año, la ciencia-ficción ha estado de enhorabuena, con un gran número de estrenos, algunos de los cuales con un gran nivel. El último que he tenido la posibilidad de ver es Chappie, de Neill Blomkamp, conocido por ser el director entre otras obras de Distrito 9 y Elysium. Además, ha sido elegido ni más ni menos que para el reboot/spin-off (todavía no queda muy claro) de la saga Alien. Chappie es una obra profundamente personal como lo fue Distrito 9 y eso es algo que se nota en algunos detalles de la película, que señalaré más adelante.

El argumento de la película es relativamente simple: la película nos sitúa en un futuro cercano en el cual debido a su alto nivel de criminalidad, la policía de Johannesburgo acepta crear la primera fuerza policial robótica del mundo. Los robots, fabricados en Sudáfrica por la compañía Tetra Vaal son un éxito. Sin embargo, sus inteligencias artificiales son muy limitadas: tan sólo son marionetas, carne de cañón para reducir a los miles de gángsteres fuertemente armados que viven en la ciudad. Su diseñador, un joven ingeniero llamado Deon (interpretado por Dev Patel, que os sonará por sus papeles en Slumdog Millionaire, The Newsroom y El nuevo exótico Hotel Marigold) quiere ir más allá, y aprovechando un modelo defectuoso implementa en él una versión experimental de la IA que adquiere pensamiento independiente propio. Cuando pretende llevarse a su casa el modelo defectuoso, es secuestrado por una banda de gángsteres americanos (interpretados por los raperos sudafricanos del dúo Die Antwoord; Ninja y Yo-Landi Visser; y el actor José Pablo Cantillo, con el cual Blomkamp ya trabajó en Elysium y que también es conocido por su papeles televisivos en The Walking Dead y Sons of Anarchy) que se ven atrapados en el país por sus deudas con un señor del crimen (Brandon Auret, que también apareció en Elysium). Los gángsteres terminarán por quedarse el robot autoconsciente, bautizado como Chappie. Entre tanto, otro de los ingenieros de la compañía, Vincent (Hugh Jackman, al cual no hace falta que presente), buscará la forma de que su propio modelo sea considerado por la CEO de la compañía (Sigourney Weaver, a quien tampoco es necesario que presente) y la policía de la ciudad por todos los medios a su alcance.

La película es tal vez el proyecto más personal de Blomkamp hasta la fecha. Prueba de ello es que la compañía que fabrica los robots que aparecen en la película lleve el nombre de Tetra Vaal, el mismo con el cual Blomkamp tituló un corto que dirigió en 2004 en el cual se extrae ya el núcleo del palnteamiento de la película: robots policías patrullando por Johannesburgo. Podéis ver el corto a continuación. Como veréis, el diseño de los rangers de Chappie era ya entonces una realidad. También en el corto se deja entrever alguna de las escenas introductorias de Chappie, en donde se nos presenta a esta fuerza policial.



Como ocurrió con los anteriores proyectos de Blomkamp, el tono de la película es sumamente crítico y aunque la historia sea la misma que miles de veces se ha contado, Blomkamp tiene la habilidad de romper todos los tópicos para hacerla propia y original: no solo cambia el escenario situando la historia en su Johannesburgo natal, si no también el hecho de que los protagonistas sean criminales. Todo ello con el trasfondo de una historia en la cual el principal protagonista, el robot Chappie, es perseguido al fin y al cabo por tener pensamiento independiente. Esto es en sí mismo una sutil pero dura crítica a la sociedad capitalista actual.

En cuanto al apartado visual, la película está bien lograda. A menudo las escenas de acción cuentan con efectos de slow-motion que en parte le dan un cierto aire de cómic, lo cual no deja de ser llamativo. Tanto los rangers como el Moose se mueven con efectividad y naturalidad.

Finalmente, y como es de esperar, la banda sonora corre a cargo de los raperos protagonistas. A continuación os dejo el tema Enter the Ninja, que figura en los créditos de la película.


Mis últimas palabras las quiero dedicar a una crítica no de la película en sí misma, que me ha parecido excelente, sino a la difusión que ha tenido en las salas de cine. El hecho de que sea una producción relativamente independiente al menos en mi ciudad la ha relegado a una única sala, en horario de madrugada y durante apenas tres semanas, posiblemente por el mero hecho de haber coincido con el estreno de Fast and Furious 7, la cual tuvo al menos veinte salas. No critico a quienes pueda gustarles la saga de F&F, pero sí creo que se ha prejuzgado notablemente el éxito que podría tener desde las distribuidoras. Espero que tengáis la suerte de poder verla en el cine, pero si no es así, Netflix ya ha adquirido los derechos para su distribución en DVD en EEUU, por lo que confío en que pronto estará también disponible a través de la plataforma de televisión a la carta. En este enlace podéis consultar las fechas de lanzamiento en diversas plataformas.

jueves, 9 de abril de 2015

Metro 2033: reseña del libro






Mi última lectura de ciencia-ficción (por calificarlo de alguna forma) ha sido Metro 2033,  de Dmitry Glukhosvky. Se trata de una novela en la que en un futuro post-apocalíptico, uno de los últimos supervivientes de un Moscú azotado por extrañas criaturas nacidas producto de la radiación busca la forma de proteger a lo que queda de la Humanidad de la extinción.

Glukhovsky es un autor primerizo, y esta ha sido su primera obra. Empezó como un e-book gratuito, pero la obra terminó por publicarse en formato físico y un ejemplar en castellano, traducido y editado por TimunMas llegó a mis manos. La obra viene, de acuerdo con esta entrevista por su fascinación por el metro de Moscú y la ficción post-apocalíptica. La inspiración le llegó cuando se enteró de que el metro de Moscú era el refugio nuclear más grande del mundo, y había sido construido y diseñado con tal cosa en mente. A raíz de ello, comenzó a imaginar -y no mucho después a escribir- cómo sería la vida de los refugiados de una plausible Tercera Guerra Mundial en el metro.

La novela tiene un especial significado para todos aquellos que hemos tenido la oportunidad de visitar el metro de Moscú. Muchos de los lugares que visita Artyom, el protagonista, son difíciles de olvidar. Imaginarlos en la forma que Glukhosvky lo ha hecho es a un tiempo difícil y aterrador. Difícil porque Moscú tiene un carácter especial, que la hace mostrarse al mundo con orgullo como una ciudad inexpugnable. Aterrador, porque hace meditar en la fragilidad del equilibrio en el que vive el mundo, y como en un instante toda nuestra civilización puede desmoronarse. Muchos de aquellos que sobrevivieron a la catástrofe en la novela son gente que, a menudo por azar, se encontraban en el lugar adecuado en el momento adecuado. Semejante método de selección "natural" debería hacernos pensar como especie en que no estamos siendo racionales. En ello reside, en buena parte, el mérito de su trabajo como creador: en devolver al hombre a la prehistoria, cuando el fuego (en el caso de este libro, la tecnología en general) era lo único que mantenía alejados a los monstruos.

El libro es difícil de clasificar en su genero. En principio, el hecho de que sea ficción postapocalíptica lo situaría en el terreno de la ciencia-ficción, pero lo cierto es que casi desde un principio, el libro tiene mucho más de terror que de otro género. Algo que Glukhosvky ha conseguido integrar muy bien es la narrativa de lo plausible con lo imaginario, fundiéndolo en una suerte de realismo mágico que resulta perturbador. Muchos de los momentos más aterradores del libro parecen fenómenos sobrenaturales, pero a menudo se da una explicación  más o menos razonable poco después. La gran pregunta que el lector debe responder es si los personajes del libro racionalizan lo que ocurre aferrándose a su antiguo mundo, o simplemente eligen vivir en la mentira antes de reconocer la verdad de que ya no son la especie dominante en el mundo. 

Respecto a esto último, y a la ligereza con la que el autor trata a la radiación y sus resultados, casi se podría decir que bordea el género pulp, con monstruosidades amenazando a cada paso a los protagonistas. 

Finalmente, en la suerte de odisea del protagonista, éste se encuentra con toda clase de regímenes y formas de organizar la superviviencia. Esto supone en parte una crítica a la sociedad rusa actual: la visión del protagonista no es neutral y a menudo el protagonista desafiará a las figuras de la autoridad dado que su causa es el bien superior. En parte eso supone una incursión en la novela punk. Un elemento que llama la atención prácticamente desde el principio es que los cartuchos de las armas de fuego se convirtieran en la nueva moneda de cambio: cuando se trata de sobrevivir en la actualidad, Glukhosvky nos muestra como que el poder se convierte el riqueza y cómo ese poder proviene ni más ni menos que del uso de la fuerza a través de las armas de fuego.

Más allá de su inclasificable género, Metro 2033 es una novela en la que se toman muchos elementos de la tragedia griega: muy a menudo la misión del protagonista parece abocada al fracaso y a menudo no le queda otro remedio que escoger entre dos males, en la mejor de las ocasiones. Hay poco espacio para la felicidad y el regocijo. Eso hace que la novela sea dura y trepidante, con frecuentes altibajos. Otras referencias al mundo helenístico se producen también a través de la situación política de las estaciones de metro, que se agrupan en confederaciones o luchan en solitario por su independencia frente a las coaliciones más grandes. Alrededor de ellos se encuentran monstruos o bárbaros, que es como los griegos veían al mundo exterior en su época.

Recomiendo su lectura a los fans tanto del terror como a los de la ciencia-ficción. Ambos encontrarán en la obra muchos elementos interesantes. Supone una bocanada de aire fresco en ambos géneros: la forma de Glukhovsky de encarar el terror a la oscuridad innato en los humanos, de ponerlos en situaciones extremas, es poco convencional en muchos sentidos y eso me parece algo a destacar. Por otra parte, los fans de la ciencia-ficción encontrarán un relato de superviviencia extrema en un entorno nada convencional. Más encarecidamente recomiendo su lectura a los que han tenido la oportunidad de visitar o vivir en Rusia y más especialmente en Moscú. La novela es un auténtico retrato de la sociedad rusa actual, pero también un reflejo sombrío del Moscú actual.

viernes, 26 de septiembre de 2014

The Maze Runner






El día 23 tuve la oportunidad de asistir a la premiere de The Maze Runner, y ahora que se ha estrenado quería compartir con vosotros mis impresiones. He de decir que la película me ha sorprendido agradablemente, a pesar de que no esperaba demasiado de ser otra adaptación más de una novela juvenil. Después del fiasco que resultó Divergente (según mi criterio, porque para el público fue un éxito abrumador), mis defensas estaban especialmente sensibles. Pero he decir que The Maze Runner pone el acento en un guión interesante, y no en un drama como Divergente.

La película comienza con el protagonista despertando en un ascensor, mortalmente aterrorizado al no saber donde se encuentra ni por qué. Al llegar arriba, un grupo de jóvenes lo está esperando. Lo reciben con cierto desdén (especialmente Gally), pero el jefe de la comunidad, Alby, lo protege. No obstante, la llegada del joven Thomas (que al principio no recuerda su nombre, como pasa con todos los recién llegados al "Área" regularmente cada mes). Creo que el nombre del lugar en el que viven fue una mala traducción, porque en inglés lo llaman glade, que se aproxima más bien a "campo".  Le enseñan el lugar y sus normas, y Thomas empieza a cuestionarlas con el fin de sacarlos a todos del lugar en el que están. El resultado supondrá internarse en el Laberinto que los rodea para poder salir.

Los protagonistas son:
-Thomas (Dylan O'Brien, "Teen Wolf", "Los Becarios"): este rebelde iluminado pone patas arriba todo lo que toca, con buenas intenciones. Es valiente hasta lo temerario, pero también inteligente y de buen corazón. Un héroe en potencia, vamos.
-Alby (Aml Ameen, "Beyond the lights"): el líder de la comunidad. Fue el primero en llegar, lo cual supone que sobrevivió un mes entero él sólo, sin ayuda de nadie más. Esto le ha hecho que todos lo respeten, aunque sus decisiones puedan ser cuestionables (algo que Gally está más que dispuesto a hacer).
-Newt (Thomas Brodie-Sangster, "Phinneas y Ferb", "Juego de Tronos"): fue el segundo en llegar, por lo que es el segundo al mando. Se trata de un joven inteligente y taciturno, aunque no destaque físicamente. Es más abierto que Alby o Gally, por lo que dará más espacio a las propuestas radicales de Thomas.
-Gally (Will Poulter, "Somos los Miller"): Gally fue el tercero en llegar. Es posiblemente el más fuerte del campamento, pero no necesariamente el más inteligente. Los demás lo respetan en parte por temor, en parte por su carisma (o algo similar).
-Teresa (Kaya Scodelario, "Skins"): Teresa llegará para terminar de revolucionar las cosas en el campamento. No es sólo la única chica, sino que además parece que conoce a Thomas más de lo que el propio Thomas pretende reconocer. Es fuerte e independiente. Al menos los primeros quince minutos.

La película trata diversos temas, pero creo que son tres los que destacan por encima de los demás. El primero de ellos se trata del clásico dilema de si el fin justifica los medios: la temprana expulsión de uno de los jóvenes al laberinto por el mero hecho de estar enfermo de un virus contra el cual no tienen forma de actuar pone este tema sobre la mesa, pero más adelante aparecerá de forma recurrente. El segundo tema que pone la película de manifiesto es el del orden contra el caos. Los jóvenes han creado un orden que Thomas va a quebrar. Eso planteará la duda de si estos cambios son para bien o está poniendo en peligro la supervivencia de los demás.  El tercer tema, y creo que el más sutil de todos, es el de la iluminación personal y colectiva. Se podría decir que los jóvenes viven en una suerte de "caverna" platónica (metafóricamente hablando), en la cual lo que ven creen que es lo único que es real, pero Thomas llegará para romper sus cadenas y guiarlos a través del laberinto hacia la verdad, la cual iluminará sus mentes con una nueva perspectiva del mundo en el que se encuentran. Algunos de ellos creerán en Thomas, otros preferirán aferrarse a los mitos que la caverna les ofrece, al verse incapaces de evolucionar. 

Personalmente, creo que se trata de una película que merece la pena ver por el hecho de haber sabido conjugar elementos o temas muy clásicos en la filosofía, con una visualización propia de la ciencia-ficción y el cine de aventuras más actual. La banda sonora y los efectos especiales de la películas, sin ser brillantes, aportan lo suficiente para contribuir al efecto general de mantener al espectador "atrapado" (valga el chiste fácil) en la butaca con la intriga de cuál será el desenlace final... el cual anticipo que me ha sorprendido bastante (para bien). 

Nota: 7. Considerando que se trata de cine palomitero de aventuras, el hecho de que tenga la capacidad de generar toda una reflexión posterior en torno a ciertas cuestiones creo que es un aliciente para el espectador que busque un plus más allá de lo meramente visual. Para aquellos que deseen simplemente pasar un rato agradable con una historia de supervivencia interesante, la película también será una elección recomendable.