lunes, 26 de mayo de 2014

La desintegración europea (I): el triunfo del odio.






Ayer se celebraron en la Unión Europea comicios para la elección de un nuevo Parlamento, que a su vez supondrá el inicio de la renovación de los demás órganos europeos a través del sistema de checks and balances establecido para la Unión. Los resultados han arrojado una conclusión alarmante: los habitantes de los países con superávit financiero han dicho "basta". Y por "basta" significa que han mostrado su apoyo de forma clara a partidos totalitarios, últimamente etiquetados de forma edulcorada como "populistas". Concretamente, en Austria, Francia. Reino Unido, Holanda y Hungría han triunfado las formaciones de ultraderecha antieuropea sobre los partidos "tradicionales". En dos países (Irlanda y Grecia, ambos bajo depresión económica) han triunfado opciones de extrema izquierda cuyo apoyo a la democracia es igual de sospechoso. 

En los demás países, salvo en Suecia, todas las formaciones conservadoras y totalitarias han sido las que más han crecido. En los demás países con déficit fiscal (España, Italia, Portugal, Chipre, Eslovenia) se ha mantenido en cabeza el partido de gobierno, produciéndose trasvase de votos únicamente entre partidos de la oposición. Si estos partidos han perdido votantes es porque han caído en la abstención, no porque hayan decidido votar a una opción contraria. 

Lo que esto supone es que esos votantes no están convencidos de que los partidos en el gobierno sean culpables de la situación económica, sino que realmente expresan su descontento pero confían en que sean capaces de enderezarla. En pocas palabras, no creen en la necesidad de un cambio de rumbo ideológico para salir de la depresión económica. Esto confirma el estudio que se publicó hace unas semanas que señala que el desempleo o la mala situación económica no influye excesivamente en el voto, salvo para fomentar la abstención.

La gran perdedora de estas elecciones ha sido, de nuevo, la socialdemocracia, cuyos partidos se hunden en muchos países como tercera o cuarta fuerza electoral. Excepciones a ello son Italia y Suecia, países en los cuales están en el gobierno. Con todo, también en estos países los partidos con ideologías totalitarias y xenófobas han crecido notoriamente. 

Aparte del peligro obvio que para la democracia supone todo esto, quizá algo más sutil pero no menos siniestro es el hecho de que estos partidos totalitarios y conservadores/neoliberales se apoyen sobre las consigna "T.E.A." (Taxed Enough Already, "ya pago suficientes impuestos", procedente en origen del Tea Party americano). La idea subyacente es que los impuestos ya son suficientemente altos en las economías del norte de Europa como para soportar las subidas de impuestos que conlleva el rescate de los vecinos del sur, endeudados hasta las cejas. 

Esto pone en peligro no sólo la solidaridad europea y el proceso de integración sino incluso la estabilidad financiera mundial que se sustenta en la presunción de esa solidaridad en caso de que las economías mediterráneas (e Irlanda) sean rescatadas por el Fondo de Estabilidad Financiera en el caso de que no puedan hacer frente a sus deudas. Con un Parlamento Europeo marcadamente antieuropeo (valga la redundancia), la supervivencia de dicho fondo y en consecuencia el sostenimiento de la economía europea y mundial no está en absoluto asegurado.

sábado, 24 de mayo de 2014

Marvel Civil War



La denominada "Guerra Civil" de Marvel Comics fue una historia crossover que fue publicada entre los años 2006 y 2007 por la editorial propiedad de Disney y que como uno de los llamados "eventos" tuvo consecuencias duraderas en el universo en el que se desarrollan las historias de los diferentes personajes de los comics. 

La historia comienza con el asalto televisado de los Nuevos Guerreros a la casa donde habitan Nitro y otros villanos. Gracias a una droga, Nitro ha conseguido aumentar sus poderes y provoca una explosión que destruye un bario de la ciudad de Stamford, Connecticut. Namorita, la hermana de Namor, Rey de Atlantis, muere en la explosión. Nitro consigue huir gracias al uso de un teléfono móvil especial que resiste a sus poderes y que le permite pedir un rescate. 

La consecuencia de esto es la ira ciudadana por la cantidad de víctimas civiles del enfrentamiento. Esto se hace eco en los salones del Capitolio y termina en la forma de un Acta de Registro Superhumano. Todo superhumano que quiera ejercer como "superhéroe" deberá registrar su identidad ante las autoridades. La Comisión de Actividades Superhumanas es creada con la misión de hacer cumplir la ley y comienza a perseguir y arrestar a aquelos rebeldes que, como notoriamente el Capitán América, se niegan a hacer pública su identidad. El resultado será una guerra superhumana dentro de las fronteras americanas (aunque con algunas consecuencias en el exterior) que terminará por cambiar para siempre las relaciones entre superhumanos, y las de éstos con los humanos.

Puesto que diversos autores y guionistas han tenido implicación en el desarrollo de la misma, no es fácil hacer una crítica del dibujo y el guión. Lo que sí puedo decir en líneas generales es que me ha parecido muy positivo que todos los guionistas se han esforzado en hacer aparecer a los héroes actuar de una forma especialmente humana. Esta no es una historia de héroes contra villanos como nos acostumbra el cómic americano y especialmente Marvel. Ni siquiera es una historia de "buenos" contra "malos": hay razones de sobra para apoyar ambas posiciones en el conflicto. Es una historia de ideas en la que cada bando apoya su propio ideal de cómo debe ser el mundo futuro. ¿Deben los superhumanos tomar una posición al frente de la sociedad y actuar bajo los intereses del Estado, o sin embargo su derecho a la intimidad es predominante sobre las capacidades que tienen? ¿Tienen los superhumanos derechos "humanos"? 

Todo esto sirve para una reflexión sobre problemas reales de nuestra sociedad como la guerra contra el terrorismo (con una muy explícita referencia a Guantánamo en forma de prisión superhumana en la Zona Negativa), el derecho a la privacidad y la clase de sociedad que deseamos en el futuro: una que prime la seguridad sobre la libertad, o una que mantenga la libertad como valor fundamental de la democracia que sostiene.

Como reflexión personal, creo que el Acta de Registro Superhumana crea dentro del universo Marvel más problemas de los que soluciona. En los cómics se hace énfasis en esto, cuando a medida que se escala el conflicto, Tony Stark recurre al uso de villanos bajo el mando de Norman Osborn (el Duende Verde) como reclutas de los nuevos Thunderbolts con el fin de capturar a héroes no registrados. Además, también se hace referencia frecuente al aumento de la criminalidad a causa de que los héroes están demasiado ocupados enfrentándose entre sí. Esto lo aprovechan villanos como Cabeza de Martillo, Kingpin o Craneo Rojo para llevar a cabo sus planes. El punto de vista de Reed Richards (Mr. Fantástico) y el líder de la facción pro-registro Tony Stark (Iron Man), en referencia a que cualquier alternativa lleva a la destrucción de la humanidad, me resulta excesivamente fatalista. Tal y como Sue Richards (la Mujer Invisible) apunta, por mucho que el gobierno mantenga en secreto ante el público las identidades de los héroes, éstas siempre estarán expuestas a filtraciones o ataques cibernéticos por parte de villanos que busquen acabar con los héroes. 

Más allá de los detalles prácticos, hay algo más fundamental bajo ello. El hecho de convertir a los superhumanos en una clase especial de ciudadanos con obligaciones por encima del resto de ciudadanos a cambio de poder usar sus capacidades especiales crea una sociedad de castas que difícilmente puede sostener una democracia. Por supuesto esto es una reflexión personal, y me agradaría que dejárais en los comentarios vuestras opiniones.

domingo, 18 de mayo de 2014

El "derecho al olvido", una realidad ahora en la UE arroja sombras


Hace unos días, el Tribunal de Justicia de la UE reconoció en sentencia el llamado "derecho al olvido" al español Mario Costeja, el cual fue a juicio contra Google España para que retirara los enlaces que hacían referencia a ciertas deudas que tenía con la Seguridad Social española y que ya saldó hace años. Sin embargo, la información quedó en Internet, mermando su reputación. A pesar de ser una empresa norteamericana, el TJUE ha obligado a Google a acceder a la petición en tanto que dispone de sucursal en España y por tanto resulta sujeto a derechos y obligaciones en la Unión Europea.

La sentencia crea una situación sin precedentes en el mundo, y no pocos internautas defensores de la libertad de expresión se han quejado. El argumento es que lo que se retira es el enlace, no la información injuriosa, que sigue estando en Internet. Por su parte, otros defienden que esto convierte a Google en una "herramienta de censura", ya que va a causar la ocultación de datos relevantes sobre personas u organizaciones con el objetivo de modificar la opinión pública.

Sea esto cierto o no, sí es un hecho que Google ha recibido en estos días, desde que se produjo la resolución, una avalancha de peticiones reclamando el "derecho al olvido". Tal y como cita el artículo enlazado, se destacan peticiones como las de un político que busca su reelección y que quiere eliminar enlaces a información sobre hechos ocurridos durante su administración, un pederasta que quiere que se eliminen enlaces a su sentencia, o un médico que quiere que se retiren los enlaces a información sobre malas prácticas ejercidas. ¿Están suficientemente fundadas estas peticiones? Sin duda, en un mundo globalizado como el nuestro, no es posible como en siglos pasados emigrar y empezar de nuevo tan fácilmente como antes cuando es posible encontrar información sobre cualquier persona en Internet. 

Desde mi punto de vista, negar el derecho al olvido es emprender una senda peligrosa. Se trata de emprender la senda del Panopticon, en la cual no existe la privacidad. Es un camino en el que con el suficiente tiempo, es posible saber todo de todas las personas. Y teniendo en cuenta que esa información puede ser usada por determinados grupos de poder para ejercer influencia sobre las personas o las sociedades, nos encontramos ante un mundo en el que la toma de decisiones se vuelve diabólicamente complicada. Cualquier decisión tendría repercusiones ad infinitum ya que basta que una persona lo revele para que quede indisolublemente asociado al nombre de esa persona. Se trata de intentar convertir a las personas en máquinas, incapaces de cometer un error. Desde mi punto de vista, eso no está nada bien.

Es cierto que algunas personas abusarán de este derecho para ocultar sus fechorías. Sin embargo, creo que es un precio relativamente pequeño por conservar nuestra humanidad.

lunes, 12 de mayo de 2014

Big Data: La información puede ser oro, pero no es oro todo lo que parece.


Normalmente suelo desconfiar cuando una persona me dice que algo sólo tiene ventajas,  especialmente cuando hablamos de tecnología. En un mundo tan complejo como este en el que vivimos, decir que algo resulta positivo en términos absolutos no sólo es grosero, sino que borda los límites de la temeridad.

Así es como me sentí cuando hace unos días la Casa Blanca publicaba dos informes sobre el big data y se deshacían en alabanzas hacia el mismo. El primero de ellos está firmado por el equipo liderado por el asesor presidencial John Podesta. El segundo, por su parte, está firmado por la Oficina Presidencial de Asesoría en Ciencia y Tecnología. Ambos informes recogen multitud de ejemplos en los que el big data ha permitido avences en la ciencia y la tecnología, y se recogen apenas tibias críticas a los mismos. En pocas palabras: tratan de buscar tres patas al gato. Por supuesto, en el blog del think tank de las grandes compañías de Internet y la computación, el Technology Policy Institute, se han mostrado exhultantes con estos informes y la única crítica que se han apurado a mostrar es que los únicos ejemplos de mal uso del big data que los informes muestran proceden de su uso por la propia administración pública. Por supuesto, el pastel del big data es demasiado jugoso como para dejárselo al Estado. No esperaba otra cosa, a decir verdad.

Paradójicamente, en España ha ocurrido lo contrario. Es decir, prácticamente la única noticia sobre avances tecnológicos en big data vienen de la mano de un proyecto público, en la ciudad de Santander. Tal y como anuncia la compañía japonesa NEC en su página, Santander se está convirtiendo gracias al big data "en la ciudad más inteligente de Europa". Gracias al sistema implementado por NEC, los funcionarios de la corporación municipal pueden cruzar datos sobre gasto de recursos, contaminación, población, efectos sobre la economía local... En definitiva, todo lo que la Internet de las Cosas nos prometía que serían las ¿utópicas? ciudades del futuro. No sé si todas las ciudades terminarán por seguir este camino, pero al menos en España estamos dando los primeros pasos.

En National Geographic cuentan con un reportaje muy interesante sobre Jeff Jonas, el mayor experto de big data de IBM, una de las empresas de este selecto club que financia al TPI. Jonas tiene una frase muy interesante en el reportaje, cuando le preguntan por el mal uso que se puede dar al big data. Lo que dice Jeff es que piensa en esto bastante a menudo, y que "los lápices generalmente se usan para el bien, pero de vez en cuando alguien planea un crimen usando un lápiz". Para ello pone énfasis en que debe protegerse la privacidad y evitar el mal uso mediante la "anonimización" de los datos. Suena una promesa interesante. La cuestión es si realmente se llevará a cabo.

Sin duda hay un problema de ética en el uso que vayamos a dar en los datos que se compilen. En primer lugar, que dichos datos se colecten legalmente. Las filtraciones de Snowden sobre el espionaje masivo realizado por la NSA nos da un ejemplo de a donde puede derivar ese mal uso del big data partiendo de una compilación ilegal de datos. Estoy totalmente a favor de ciudades, edificios u organizaciones inteligentes que minimicen el desperdicio de recursos y sean más eficientes y eficaces, pero si empezamos a considerar la posibilidad de compilar datos personales que le digan al Gobierno cuál es mi ruta al trabajo o a quién llamo habitualmente desde mi casa, quizá me sienta más a salvo en las "ciudades tontas" que todavía tenemos.Y creo que no soy el único que opina lo mismo.

P.D.: Tal vez después de leer esto (poco probable) o al menos tras hacerse eco de la reacción de Internet a su última publicación, enlazada arriba (lo más probable), TPI ha colgado un nuevo artículo en su blog en el cual publica un paper en el que  hablan de los beneficios del big data y la forma de atajar los perjuicios que puede suponer hacia la privacidad. Concretamente, el Presidente del organismo, Thomas Lenard, señala que la recolección de datos no tiene por qué hacerse "con fines específicos" como ha demandado la comunidad de internautas porque los supuestos fraudes y amenazas no se están cumpliendo. Lo cual, en mi opinión, es un argumento tan trivial como decir que no deberíamos poner seguridad en los bancos porque al fin y al cabo no hay tantos atracos hoy en día. Creo que algo que no consiguen entender es que lo que preocupa a los internautas es el riesgo de poer sus datos en manos de alguien y que esta entidad los pueda usar con otros fines. Deben existir medidas de protección que puedan atajar esos riesgos antes de que se produzcan. Las consecuencias, si no se hace de esa forma, pueden ser muy graves.

jueves, 1 de mayo de 2014

¿Obsolescencia irresponsable?




Hace unos días Microsoft ha dado a conocer una vulnerabilidad de su navegador Internet Explorer, que deja expuestos a unos 700 millones de usuarios, el 55% de los internautas del mundo. Una cantidad similar a los usuarios de Facebook, o a la de la población de Europa y EEUU unidos, para hacernos una idea de la escala. El origen de la misma tiene lugar en que hace algo menos de un mes, después de varios meses de advertencia, Microsoft dejó de lanzar actualizaciones de seguridad para el sistema Windows XP. Esto ha sido explotado por un grupo de hackers en un ataque de "día cero". Este tipo de ataques son especialmente graves porque se ignora totalmente el riesgo de que se produzcan y ello ha llevado a agencias gubernamentales y empresas de seguridad de todo el mundo a recomendar, directamente, dejar de usar Internet Explorer de forma inmediata. A plazo de un año recomiendan deshacerse de todas las máquinas afectadas. La solución de Microsoft, en un comunicado a Reuters es... que los usuarios actualicen su sistema operativo a Windows 7 u 8, a pesar del costo que esto les suponga.

El dilema aquí se encuentra en que por mucho que Microsoft haya pasado meses anunciando el fin de soporte de seguridad a Windows XP, hay un claro dilema moral en obligar a los usuarios a comprar un sistema operativo nuevo, con la amenaza de ponerlos en riesgo de los ataques de los hackers que no han tardado en producirse. No voy a entrar en la trama conspiranoica sobre esta supuesta operación "Clandestine Fox", revelada por la empresa FireEye. En lo que me importa en este artículo es exponer cómo Microsoft está poniendo en riesgo a buena parte de los usuarios del mundo por conseguir beneficios económicos.

El origen de esta situación está en que Microsoft ha decidido trasladar sus propios costes de mantenimiento del sistema operativo a los usuarios de Windows XP. Por mucho preaviso que haya hecho, no deja de ser una coacción perversa para comprar sus productos. Difícilmente puede hablarse de que aquellos usuarios que adquieran las versiones más recientes de Windows lo estarán haciendo en condiciones de libertad de mercado.

Algo de lo que nadie está hablando es, por ejemplo, qué ocurre con aquellos sistemas que dependen de Windows XP y cuya transición no se ha producido o está pendiente de producirse. No hablo de usuarios particulares, sino de gobiernos (también España) y grandes empresas multinacionales. Las soluciones son diversas, pero muchos terminarán por ceder al chantaje a golpe de talonario.

Este chantaje se ve agravado en el caso de Windows 8, ya que al no tener retrocompatibilidad con la mayor parte de software, va a obligar a los usuarios a recomprar la mayor parte de aplicaciones que usaban hasta el momento. Esto, ni qué decir, puede suponer un coste inasumible para las pequeñas y medianas empresas.

Se trata de un nuevo caso de obsolescencia programada, como ya hemos hablado antes en este blog. La nota relevante en este caso es que en lugar de frenar el avance tecnológico como hizo el Pacto de Phoebus que puso en marcha esta técnica, lo está forzando al obligarnos a comprar productos nuevos sin que tengamos necesidad de ellos. Se trata de una modalidad especialmente perversa y que en el caso del segundo sistema operativo más usado del mundo puede acarrear consecuencias imprevisibles.

ÚLTIMA HORA: Microsoft tuvo que claudicar ante la mala publicidad y ha lanzado un nuevo parche para Windows XP corrigiendo la vulnerabilidad que afectaba a Internet Explorer. Al final, la moraleja de esta historia es que los testarudos heredarán la Tierra.