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lunes, 12 de mayo de 2014

Big Data: La información puede ser oro, pero no es oro todo lo que parece.


Normalmente suelo desconfiar cuando una persona me dice que algo sólo tiene ventajas,  especialmente cuando hablamos de tecnología. En un mundo tan complejo como este en el que vivimos, decir que algo resulta positivo en términos absolutos no sólo es grosero, sino que borda los límites de la temeridad.

Así es como me sentí cuando hace unos días la Casa Blanca publicaba dos informes sobre el big data y se deshacían en alabanzas hacia el mismo. El primero de ellos está firmado por el equipo liderado por el asesor presidencial John Podesta. El segundo, por su parte, está firmado por la Oficina Presidencial de Asesoría en Ciencia y Tecnología. Ambos informes recogen multitud de ejemplos en los que el big data ha permitido avences en la ciencia y la tecnología, y se recogen apenas tibias críticas a los mismos. En pocas palabras: tratan de buscar tres patas al gato. Por supuesto, en el blog del think tank de las grandes compañías de Internet y la computación, el Technology Policy Institute, se han mostrado exhultantes con estos informes y la única crítica que se han apurado a mostrar es que los únicos ejemplos de mal uso del big data que los informes muestran proceden de su uso por la propia administración pública. Por supuesto, el pastel del big data es demasiado jugoso como para dejárselo al Estado. No esperaba otra cosa, a decir verdad.

Paradójicamente, en España ha ocurrido lo contrario. Es decir, prácticamente la única noticia sobre avances tecnológicos en big data vienen de la mano de un proyecto público, en la ciudad de Santander. Tal y como anuncia la compañía japonesa NEC en su página, Santander se está convirtiendo gracias al big data "en la ciudad más inteligente de Europa". Gracias al sistema implementado por NEC, los funcionarios de la corporación municipal pueden cruzar datos sobre gasto de recursos, contaminación, población, efectos sobre la economía local... En definitiva, todo lo que la Internet de las Cosas nos prometía que serían las ¿utópicas? ciudades del futuro. No sé si todas las ciudades terminarán por seguir este camino, pero al menos en España estamos dando los primeros pasos.

En National Geographic cuentan con un reportaje muy interesante sobre Jeff Jonas, el mayor experto de big data de IBM, una de las empresas de este selecto club que financia al TPI. Jonas tiene una frase muy interesante en el reportaje, cuando le preguntan por el mal uso que se puede dar al big data. Lo que dice Jeff es que piensa en esto bastante a menudo, y que "los lápices generalmente se usan para el bien, pero de vez en cuando alguien planea un crimen usando un lápiz". Para ello pone énfasis en que debe protegerse la privacidad y evitar el mal uso mediante la "anonimización" de los datos. Suena una promesa interesante. La cuestión es si realmente se llevará a cabo.

Sin duda hay un problema de ética en el uso que vayamos a dar en los datos que se compilen. En primer lugar, que dichos datos se colecten legalmente. Las filtraciones de Snowden sobre el espionaje masivo realizado por la NSA nos da un ejemplo de a donde puede derivar ese mal uso del big data partiendo de una compilación ilegal de datos. Estoy totalmente a favor de ciudades, edificios u organizaciones inteligentes que minimicen el desperdicio de recursos y sean más eficientes y eficaces, pero si empezamos a considerar la posibilidad de compilar datos personales que le digan al Gobierno cuál es mi ruta al trabajo o a quién llamo habitualmente desde mi casa, quizá me sienta más a salvo en las "ciudades tontas" que todavía tenemos.Y creo que no soy el único que opina lo mismo.

P.D.: Tal vez después de leer esto (poco probable) o al menos tras hacerse eco de la reacción de Internet a su última publicación, enlazada arriba (lo más probable), TPI ha colgado un nuevo artículo en su blog en el cual publica un paper en el que  hablan de los beneficios del big data y la forma de atajar los perjuicios que puede suponer hacia la privacidad. Concretamente, el Presidente del organismo, Thomas Lenard, señala que la recolección de datos no tiene por qué hacerse "con fines específicos" como ha demandado la comunidad de internautas porque los supuestos fraudes y amenazas no se están cumpliendo. Lo cual, en mi opinión, es un argumento tan trivial como decir que no deberíamos poner seguridad en los bancos porque al fin y al cabo no hay tantos atracos hoy en día. Creo que algo que no consiguen entender es que lo que preocupa a los internautas es el riesgo de poer sus datos en manos de alguien y que esta entidad los pueda usar con otros fines. Deben existir medidas de protección que puedan atajar esos riesgos antes de que se produzcan. Las consecuencias, si no se hace de esa forma, pueden ser muy graves.

sábado, 4 de enero de 2014

El mundo que no fue: El 2014 que no fue según Julio Verne, H.G. Wells e Isaac Asimov



Empieza 2014, y me gustaría comenzar con un tema al hilo del artículo publicado hace unos días en FayerWayer, "2014 según Asimov". En este artículo se analiza la visión de 2014 que Isaac Asimov ofreció en una columna del New York Times a propósito de la Feria Mundial celebrada por la misma ciudad deNueva York en 1964. Sin embargo, en este artículo quiero ir un poco más allá, y analizar cuál es el 2014 que imaginaron otros autores de ciencia ficción. Iré en orden cronológico, empezando por Julio Verne, siguiendo por H.G. Wells, y terminando por el propio Asimov.

Empezando por Julio Verne, cabe señalar en primer lugar que sus predicciones no se referían, en realidad, tan lejos como 2014; sino que el manuscrito "París en el siglo XX" relata la visión del escritor de París en 1963. Esto es, cien años después de la fecha de su redacción, aunque nunca llegaría a publicarse hasta 1989. En esa fecha se descubrió el manuscrito. Al contrario que otros escritos de Verne, su optimismo por un mundo tecnológico se ve contrariado en esta novela. Nos muestra un mundo deshumanizado en el que los europeos utilizan masivamente "coches sin caballos que funcionan a gas" (¿automóviles?), "máquinas similares a un piano que hacen operaciones matemáticas con una simple tecla" (¿computadoras?), y en el que el telégrafo ha sido reemplazado por "cables que envían la información a los hogares en imágenes y texto" (¿Internet?). Por suerte, Verne pecó de pesimista, y su visión de una cena familiar en la que nadie habla como algo normal es todavía una anomalía en nuestra sociedad.

Herbert George Wells, conocido por las siglas de su nombre, "H.G.", fue otro gran visionario del futuro. Al igual que Verne (en "Ante la bandera"), acertó con el peligro de las armas de destrucción masiva, aunque con mucho más tino al prever en su libro "The world set free", publicado hace justo cien años, el desarrollo de las armas nucleares y el peligro de su proliferación. También predijo el viaje espacial, como es bien conocido. Otro de sus aciertos es la invisibilidad, reciente desarrollada por el ejército de los EEUU. Por suerte para nosotros, también pecó de pesimista al predecir guerras interplanetarias que parecen inimaginables hoy en día. Tampoco acertó con el viajes en el tiempo, aunque el científico Stephen Hawking ya ha desarrollado los principios teóricos del mismo.

Finalmente quiero detenerme un poco más en las predicciones de Asimov, no sólo por ser las más cercanas, si no por ser específicas para la fecha actual. Para Asimov, en 2014 los humanos vivirían en casas subterráneas con luz y temperatura controladas. Me temo que erró el tiro, ya que seguimos con los pies sobre la tierra. No falló tanto al augurar "cocinas que harán autocomidas" semipreparadas. Bien, aunque dista bastante de la visión de Asimov, más o menos es lo que hacen los robots de cocina, ¿no? Por desgracia, todavía no pueden programarse para que tengan la comida hecha para una hora determinada, pero con la revolución de la Internet de las cosas de la que ya he hablado, no me costaría creer que en poco tiempo se logre. 

Otro aspecto de la vida doméstica que Asimov previó casi correctamente fue el del uso de robots de limpieza. Efectivamente, los existentes son bastante limitados, pero comienzan a popularizarse su uso. Por desgracia aún no pueden hacer todo lo que el viejo sabio pensaba que alcanzarían. También acertó en la existencia de baterías de larga duración, pero los cables todavía no se han ido. No obstante, este año puede ser el del desarrollo comercial de la li-fi, que destierre para siempre los cables. 

Donde sí falló estrepitosamente Asimov fue en el ámbito de la producción de energía. Aunque la tecnología para llevar a cabo lo que él planteó en 1964 existe, aún queda lejos la generalización de la energía solar como fuente de energía. Aunque sí acertó en el desarrollo de los primeros vehículos sin piloto, la antigravedad todavía está lejos de conseguirse. Las pasarelas mecánicas en las calles son todavía ciencia-ficción, aunque ya existan, por ejemplo, en muchos aeropuertos. Otro aspecto en el que Asimov fue demasiado optimista se refiere al alcance de la exploración del espacio. Nada de colonias lunares o marcianas en 2014. Tal vez en no demasiado tiempo, quizá veinte o treinta años, aunque lo mismo pensaban en su época.

Finalmente, Asimov se equivocó de pleno en cuanto a la organización del trabajo y el modelo educativo. El humano de 2014 trabajará, de media, menos horas que en 1964, pero para nada se ha extendido la educación lo suficiente como para que se incluya el estudio de lenguajes de programación en las escuelas secundarias. El uso de ordenadores en el trabajo se ha extendido notablemente, pero su programación permanece como una función propia de un reducido número de profesionales. 

La conclusión a la que me gustaría llegar es que, mientras los dos primeros autores eran bastante pesimistas y algo conservadores en sus previsiones, Asimov, en los exultantes sesenta preveía un futuro mucho más brillante de lo que realmente hemos logrado. Probablemente, Verne y Wells hayan estado más acertados en tanto su propia época se asemeje más al presente de lo que se parecen los años sesenta a la actualidad. Esto es una reflexión meramente intuitiva, así que si opináis de forma diferente, espero vuestros comentarios. ¡Feliz Año 2014!



sábado, 9 de noviembre de 2013

Panopticon III: La Internet de las cosas


Hace unos días he vuelto a ver este vídeo del Dr. Barret hablando sobre el concepto hacia el que se aproxima Internet. El vídeo, cuyo visionado os recomiendo antes de seguir leyendo, trata sobre cómo los dispositivos electrónicos e incluso nosotros mismos nos interconectaramos en una gran red mucho mayor que la Internet actual. Este proceso para Barret es inevitable, y aunque contempla ciertos riesgos (de los que hablaré más adelante), la opinión de este científico es que nos llevará a un mundo más eficiente, mejor administrado y eso facilitará nuestras vidas en gran medida.

En el vídeo, Barret hace varias menciones que a los lectores del blog les serán familiares. Una de ellas es el Panopticon. Es uno de los riesgos de la clase de distopía en la que puede convertirse esta "Internet de las cosas". Lo que no sospechaba es que ese Panopticon ya está aquí. Este vídeo fue publicado antes del escándalo de las revelaciones de Edward Snowden sobre el espionaje global al que la NSA somete al mundo. El director de la NSA dijo literalmente, al Congreso de los EE.UU:, en su reciente intervención que "podríamos espiar a todo el mundo si quisiéramos", a lo cual tuvo qeu aclarar al día siguiente "lo cual no quiere decir que lo hagamos, naturalmente". Realmente no voy a entrar en ello, más allá de subrayar en que la tecnología y la infraestructura para hacerlo ya existe.

¿Podrá llevarnos la Internet de las cosas a la Utopía o acercarnos a ella, tal y como dice Barret? Es posible. Lo que dice tiene sentido: mayor registro de datos junto con mayor capacidad de análisis de dichos datos equivale a una toma de decisiones más racional y efectiva. Sin embargo, sabiendo que sin duda ya se está usando para crear una sociedad distópica en la que todas nuestras acciones e interacciones con el mundo sean registradas y analizadas, cabe cierta duda sobre si realmente merece la pena permitirlo. Si es que tenemos alternativa.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

El mundo que no fue (II): la invasión aérea


La idea de que los hombres pudieran atacar a sus vecinos en naves aéreas es muy antigua. Tan pronto como en el siglo XII a.C., diversos textos sánscritos recogieron en ellos los vimanas, "palacios" o "carros voladores" que transportaban a los dioses. También la mitología griega recogió esa idea, con el mito de Dédalo e Ícaro y sus alas mecánicas.

No obstante, el mito fue haciéndose realidad tras la llegada de la Ilustración. Aparecieron los primeros globos, y con ello comenzo la historia de la navegación aérea. Uno de los grandes fracasos de dicha historia fue el dirigible. Antes incluso de su desarrollo y utilización masiva, Julio Verne se adelantó (como tantas otras veces) al publicar Robur el Conquistador. En esta obra (que viene reflejada por la ilustración que encabeza la entrada), un pirata aéreo aterrorizaba a la población del mundo con ataques rápidos e imprevistos. Unos años más tarde se popularizaba su uso tanto civil como militar. H.G. Wells describía en La Guerra del Aire, en 1908, un conflicto militar usando aeronaves. No se imaginaba que muy poco tiempo después, en 1911, tendría lugar por un piloto italiano, Giulio Gavotti, el primer bombardeo de la historia contra el ejército otomano durante la guerra que ambas potencias mantenían en Libia. No fue muy glamouroso, ya que dicho "bombardeo" consistió en que el intrépido oficial se metió varias granadas en los bolsillos, que lanzó a un campamento enemigo desde su avión.


Giulio Gavotti, en su avión.

Curiosamente, el Imperio Otomano denunció la acción como una vulneración del Derecho de Guerra, aunque no fue escuchada. Gavotti ganó mucha popularidad, y la prensa convirtió al caballero de villano en héroe. No obstante, H.G. Wells concibía esa guerra aérea con dirigibles. Cosa que no ocurriría durante la I Guerra Mundial, que aunque vio algunos dirigibles de combate especialmente por parte de ataques alemanes a Inglaterra; la primera guerra aérea se libró con aviones, mucho más rápidos y versátiles. Sería el principio del fin del dirigible, escenificado por el abandono de la estación de atraque de aeronaves del Empire State Building para ser reconvertido en mirador turístico... tras el turbulento período de la crisis del 29, donde fue escenario de múltiples suicidios.


Escena de Sky Captain y el Mundo del Mañana (2004)


Otro gran mito de la ciencia-ficción fue el jet-pack o mochila-cohete. Apareció por primera vez en Armaggedon 2149 A.D., la primera historia de Buck Rogers, publicada en 1928. La idea no dejó de calar en los creativos ingenieros alemanes del III Reich, que intentaron crear algo similar. El proyecto Himmelstürmer (link en inglés) no llegó a lo que pretendía el mando militar de la Luftwaffe, soldados capaces de atravesar volando las líneas enemigas. No obstante, sí les permitió crear un dispositivo capaz de realizar saltos calculados de unos 60 metros, con el fin de enviar ingenieros militares al otro lado de campos de minas. Estos diseños quedarían obsoletos con la invención de las tácticas de paracaidismo durante la propia guerra.

Tropas alemanas "sobrevolando" el campo de batalla.

Puede que en otro universo paralelo Alemania hubiera conquistado Inglaterra con stürmtruppers equipados con mochilas-cohete salidos de zeppelines armados. Pero en este las mochilas-cohete son todavía algo totalmente carente de practicidad por el coste de producción y la alta especialización que necesita el "piloto".

A pesar de que los dirigibles son cosa del pasado (salvo con fines publicitarios), tal vez cabría plantearse su reutilización, utilizando técnicas modernas para su construcción y mejora. Se trata de un transporte más económico que un avión (en términos de tonelaje/autonomía tiene la mejor tasa después del transporte marítimo), es silencioso, menos contaminante y requiere infraestructura prácticamente nula para su aterrizaje y despegue. Por esta razón en los últimos años y con el petróleo más caro que nunca, se comienza a pensar en transportes alternativos. El dirigible está entre ellos. Así, el ejército de los EEUU ha mostrado cierto interés en su utilización para el transporte de material militar en territorio enemigo, con el proyecto Millenium Airship. En el caso del uso civil, hay algunas iniciativas, como la del SkyHook JHL-40, un dirigible destinado al transporte de carga en áreas remotas. Respecto del transporte de pasajeros, en este artículo se citan algunas iniciativas de tipo turístico.

¿Volverán los dirigibles a surcar los cielos? Tal vez esta sea una buena idea para "reflotar" (¡en sentido literal!) nuestro maltrecho sector turístico. A una velocidad punta de 200 km/h, un dirigible podría cubrir un hipotético trayecto Santander-Plymouth en unas cuatro horas y media, bordeando la costa francesa, y a un coste mínimo, tal vez incluso cero, si se materializan las iniciativas de instalar placas fotovoltaicas para alimentar los motores.

viernes, 25 de marzo de 2011

El mundo que no fue (I): Torres Quevedo y el control remoto






Leonardo Torres Quevedo fue un ingeniero revolucionario. Durante su carrera llevó a cabo numerosas patentes. Algunas de ellas resultaron ser más prácticas que innovadoras, como el funicular transportado por cables. No obstante, realizó varias invenciones muy por delante de su tiempo. Se interesó por el incipiente campo de la electricidad, y por las "máquinas algébricas", las primeras calculadoras creadas por Charles Babbage tan sólo unos años antes. Realizó una cooperación notable con González Braña en la construcción de su cinematógrafo, colaboró también en la invención de la primera máquina de rayos X y también trabajó con Ramón y Cajal en el micrótomo, precedente de nuestros actuales microscopios. Hacia el final de su vida inventaría también el primer autómata ajedrecista. Sin embargo, su invención magistral, y que fue condenada al fracaso fue la que vemos en la imagen: el telekino.

El telekino era un invento que, de acuerdo con Torres Quevedo, iba a revolucionar el mundo. Así podría haber sido, de haber tenido mayor aceptación. Su presentación fue llevada a cabo en el Club Marítimo del Abra en Bilbao. Allí se encontraba el rey Alfonso XIII, que también iba a inaugurar ese días las regatas que organizaba el Real Sporting Club. Torres Quevedo, que había recibido formación como ingeniero militar, no quería desperdiciar la ocasión de poder demostrar no sólo a los inversores potenciales del Club Marítimo sino al Jefe del Estado y Comandante en Jefe de las fuerzas armadas un invento que bien podría devolver a España su antigua gloria militar.

El telekino ya había sido presentado tres años antes, en París. Torres Quevedo invirtió una pequeña fortuna en patentarlo en España, Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Sabía que las grandes potencias de la época se pelearían por tener ventaja en su aplicación. España era una de ellas, aunque venida muy a menos desde el desastre de Cuba, pero en el fondo Quevedo, que había luchado contra los carlistas, era un patriota que prefería vender su invento a una empobrecida España que al boyante enemigo yanqui.

El telekino era, ni más ni menos, que el primer aparato de radiodirección del mundo. Es decir, que a través de un mando situado a una distancia conveniente, era capaz de enviar instrucciones mediante señales de radio, que el aparato receptor podía interpretar y obedecer. Así, Torres Quevedo mandó instalar el telekino en una barca, para maniobrarla convenientemente desde el palco. En la foto vemos a Torres Quevedo dando instrucciones a un par de ayudantes para colocarla en la barca que solía utilizar para sus pruebas. Esta foto es de la demostración que realizó el 6 de septiembre de 1906 ante las autoridades y el rey.

La prensa fue muy entusiasta con el invento. El Porvenir Vasco, ese día, decía lo siguiente:

"El Telekino": A cosa de las nueve, en el Abra el notable ingeniero señor Torres Quevedo, inventor del "Telekino" ha realizado algunas pruebas con su maravilloso aparato, confirmando una vez más el mérito de su invento. Las pruebas, que han sido presenciadas por el señor Urquijo (Presidente de la Diputación) y buen número de distinguidas personas desde el precioso yate "Lilí", así como por otras muchas desde el "Elcano", el "Yaf" y muchos botes han constituido un nuevo triunfo para el ilustre bilbaíno. Ha recibido el señor Torres Quevedo muchas felicitaciones por el éxito que alcanza con su aparato tantas veces como realiza experimentos.

Otro periódico, el Noticiero Bilbaíno, se hacía eco de la noticia al día siguiente, ya con más brevedad y menos bombo y platillo:

En las Arenas y frente al Club Marítimo del Abra, hubo también por la mañana mucha animación, pues desde la terraza de aquella Sociedad hizo maniobras con notable precisión en un bote que se hallaba en el abra, por medio del telekino de su invención, el ilustre ingeniero señor Torres Quevedo

Lamentablemente, la recepción que tuvo Torres Quevedo fue, como mínimo, fría. El rey dijo que era un juguete interesante, pero sin utilidad práctica. Ante esas palabras, ningún empresario o miembro de las autoridades se atrevió a defender a Torres Quevedo. El rey no se percataba de lo útil que podrían ser un país disponer de batiscafos sumergibles que funcionen por control remoto (como los que usamos hoy en día para investigar el fondo marino), o no digamos ya trenes, barcos o incluso aviones que funcionen sin tripulantes. Esta idea está siendo explorada a día de hoy. Los primeros medios en ser operados de forma automatizada, un paso más en la idea de Torres Quevedo, fueron los trenes.

Torres Quevedo siguió investigando, entrando en un terreno mucho más peligroso. Tomando en parte la idea que pocos años antes había plasmado Julio Verne en su obra "Ante la Bandera", Torres Quevedo se dispuso a convertir el telekino en un arma de destrucción masiva. Se dispuso a dirigir a través del telekino proyectiles explosivos y torpedos. Sin embargo, nadie quiso financiar el proyecto. Por esa razón abandonó la idea. Cerca de cuarenta años después, Alemania aterrorizaba Inglaterra mediante el uso de las bombas volantes V1 y V2, lo cual era la plasmación exacta de la idea que Torres Quevedo había concebido hacia el final de su proyecto. Tendrían que pasar cuarenta años más para el desarrollo de los primeros aviones no tripulados por parte del ejército israelí. La actual guerra en Libia ha sido el escenario donde se han utilizado por primera vez aviones no tripulados en misiones de combate. Habría que esperar hasta el siglo XXI para ver el primer submarino no tripulado, el Glidder.

El telekino ha sido reconocido en 2006 como "Milestone" de la tecnología moderna por el IEEE. Todavía puede encontrarse un prototipo de telekino en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid. Torres Quevedo, a pesar del fracaso de su telekino, tuvo amplio reconocimiento en España y en el extranjero. Fue propuesto como Ministro de Fomento por el Marqués de Alhucemas en 1918, aunque rechazó. Ocupó diversos puestos como el de miembro de la Real Academia Española, de asociado de la Academia de Ciencias de París y presidente de la Sociedad Matemática Española. Actualmente, el Ministerio de Ciencia e Innovación ha puesto su nombre a un programa de ayuda a la contratación de científicos.

sábado, 17 de abril de 2010

It's a brave new world


Pongámonos en lo peor. Es cierto, no nos gusta la idea, pero supongamos que ocurre. Es el 18 de abril de 2029 (es decir, dentro de 19 años). Han pasado cinco días desde la colisión de un misil ruso contra el asteroide Apofis que se aproximaba la Tierra. Y hoy, finalmente, ha impactado contra la Tierra, en algún punto del Océano Atlántico, cerca de las costas de Venezuela. No han faltado agoreros que lo predijeran, pero, seamos sinceros. Después del fiasco del efecto 2000, y no digamos ya tras la moda holywoodiense de 2012, nadie se pensaba que esto fuera en serio. ¿Un asteroide chocando contra la Tierra? Por favor, esa peli ya me la han contado. Y Bruce Willis salvaba el día, como siempre.

¿Cómo es la cronología del evento? Bueno, pues no muy diferente de lo que vimos en Deep Impact, pero con Internet actuando de catalizador de todo ello. Los científicos comenzando desgranando datos hacía meses. "Es poco probable". "La ventana gravitacional es de sólo 400 metros". "Sería un milagro estadístico". Esas frases se convirtieron en mantra de la civilización occidental. Por supuesto, que los gobiernos comenzaron a mover sus hilos. De forma desorganizada, como siempre. EE.UU., movilizó a sus elites y las puso a buen recaudo en sus muchos refugios nucleares, aunque mucha más gente hizo exhibición de sus participaciones en refugios nucleares privados. Cierto que como la moda pasó hace más de quince años, la mayor parte de estas personas son ancianos o jóvenes de clase alta que han tenido el privilegio de heredar alguna de estas participaciones. Con lo cual, la supervivencia de la "nación de los héroes" está garantizada... Aunque sea a base de esconderse como el león cobarde.

Suiza, que llevaba preparaba desde hace casi cincuenta años para esta eventualidad, ha procedido de forma mucho más racional, y hace tiempo que tiene puestos a punto refugios para toda su población. Por ello, es más que probable que en el mundo que empieza mañana, sea la nueva potencia mundial, una civilización avanzada tecnológicamente, cuya población está formada militarmente, y que cuenta con las mayores reservas de oro y metales raros del mundo.

Rusia optó por la acción radical. No pocos les acusan a ellos de ser los causantes de la catástrofe, y que los cálculos mostraban que el asteroide estaba fuera de la ventana gravitacional de colisión directa antes de 2036 (pues sí estaba previsto que diera algunas vueltas a la Tierra hasta ese año, en el que supuestamente seguiría su viaje). Los rusos achacan el error a que una de las cargas era defectuosa, y por tanto la magnitud de la explosión, que por otra parte se desvió apenas medio metro respecto de lo calculado. Eso sí, han logrado que el asteroide impactara en el peor punto posible para los EE.UU. y Europa, en el océano Atlántico ¿Casualidad o conspiración? No faltan teóricos de la conspiración entre los refugiados, pero ahí fuera las cosas son un poco más difíciles. Y lo que más escama al Gabinete de Emergencia Nacional es que los rusos habían prometido no actuar antes de 2036, cuando los cálculos mostraban un mayor peligro de impacto.

Bastante duro psicológicamente ha sido durante casi un año vivir bajo la ominosa estela del asteroide acercándose, una estrella cada vez más grande en el horizonte, hasta el punto de ser visible a simple vista, el más grande de todos los objetos celestes del firmamento, salvo la Luna. Todas las religiones emitieron mensajes tranquilizadores, pero también aparecieron cultos que hicieron lo contrario. Una secta neo-egipcia pretendía aplacar la ira del dios Apofis mediante el asesinato ritual (por colapso anafiláctico provocado por picaduras de serpiente) de víctimas aleatorias, secuestradas por todo el mundo.

Muchas personas se mudaron al norte de África y Oriente Medio. Casualidad o no, la región que ocupaba el Antiguo Imperio Egipcio es la que estaba más relativamente a salvo del impacto directo del asteroide. Por supuesto, mucho cristianos y judíos escogieron Jerusalén como lugar donde pasar sus últimos días, por lo que la ciudad se encuentra totalmente desbordada, en tanto que varias organizaciones terroristas islámicas han aprovechado la ocasión para desatar el caos en la ciudad. Por supuesto, Israel acusa a Irán de tomarse la revancha por la Tercera Guerra del Golfo, que tuvo lugar con el fracasado ataque de Israel a Irán en 2010. A pesar de que la situación fue tensa, el conflicto terminó rápidamente tras el ataque nuclear táctico a las instalaciones nucleares iraníes.

Los daños provocados por el tsunami provocado por el impacto son innumerables, sobre todo en el Caribe, la región más afectada por el desastre, región de la que varios países literalmente han dejado de exisitir. Qué mala pata para EE.UU. que el régimen cubano se derrumbara en el momento más delicado para los propios americanos. Europa occidental también sufrió cuantiosos daños, pero de magnitud moderada. Además, los servicios de emergencia funcionaron de forma ejemplar, como se apresuró a declarar el gobierno de España. La Unión Europea, aunque gravemente dañada económicamente por el terremoto causado por el impacto, el tsunami, y por el caos social de los últimos meses, sobrevivirá una vez más.

Posiblemente quienes peor lo vayan a pasar son los habitantes de Brasil y del oeste de África, totalmente desprevenidos y faltos de medios para afrontar la catástrofe. Pero lo peor no es el tsunami, si no sus consecuencias. En África, las tensiones territoriales y las disputas por obtener ayudas rápidamente acabaron en derramamiento de sangre, en varias guerras civiles e internacionales, hasta el punto de hablarse de una "Gran Guerra Africana", en la que sólo Francia y España han intervenido tímidamente, enviando una fuerza de interposición para la protección de los servicios sanitarios y de cooperación.

En consecuencia, el gran cuadro es el de un mundo sumido en el caos de la guerra y la lucha por la supervivencia, con pequeños oasis de civilización en zonas del mundo como Suiza, Japón, Rusia o Chile. Estos países sentarán las bases de un nuevo orden mundial, aunque las "viejas potencias amigas", como les llamó el gobierno de Chile, se mostrarán reacias a recibir ayuda. Pasarán muchos años antes de que la situación se normalice, y para entonces el mapa del mundo habrá cambiado radicalmente, no sólo en lo físico, sino también en lo político.

(La imagen de portada es de la película The Book of Eli, que bien podría ser un retrato de los EE.UU. en el periodo de anarquía que siguió al impacto de Apofis)