Ayer, mientras dedicaba un rato a ver algo de televisión, me tropecé con un programa que me llamó poderosamente la atención. No fue precisamente por algo bueno, sino por lo contrario. Dentro de la mucha telebasura que se emite, este programa tiene el dudoso honor de ser una infame obra de maléfica propaganda neoliberal.
Este programa se llama El Jefe y se emite en el canal Xplora (del grupo A3TV). Se trata de un "reality show" en el cual un alto directivo de una compañía se infiltra como empleado de base y debe trabajar en la misma para detectar cuáles son los problemas a los que se enfrentan los trabajadores, sensibilizarse con los mismos y poder encontrarles una solución. Al final del programa, el directivo se muestra con su identidad real y tiene una serie de careos con sus "ex-compañeros" para comunicarles sus impresiones y mostrarles cómo va a arreglar los problemas personales y colectivos que tienen en su trabajo.
Tal y como lo explico, el programa parece una estupenda forma de defender los derechos de los trabajadores, ¿no? Para nada. Me explico.
Lo primero que me ha llamado la atención al ver el programa y que me parece muy sospechoso es que todos los trabajadores que aparecen han sido víctimas de vidas atormentadas y llenas de desgracia: desde el camarero homosexual y afroamericano que fue mendigo tras haber sido expulsado de casa por su condición sexual, a la tendera epiléptica que no puede costearse un tratamiento, pasando por el anciano que perdió su casa y todo lo que tenía a causa de un huracán y hubo de ponerse a trabajar viviendo como autoestopista entre tanto. Todos ellos podrían ser personajes de una novela de Camilo José Cela, si todavía estuviera entre nosotros.
Otro aspecto que me ha sorprendido negativamente es que las desgracias de esta gente no tendrían por qué ser solucionadas por una empresa, sino que deberían ser responsabilidad del Estado si existiese alguna clase de Estado de bienestar. Si en EEUU existiese sanidad pública, una política de integración de los colectivos en peligro de caer en la pobreza y en definitiva, una red de seguridad que impida que al menor revés la población se caiga por el barranco (en sentido figurado), esta gente no necesitaría ayuda alguna. Quizá si puede concederse algún mérito al programa, sea mostrar esta realidad.
Finalmente, el aspecto más nefasto del programa es que todos los problemas de esta gente son solucionados con dinero. El directivo usa sus contactos y con un pase mágico de talonario encuentra arreglo a todo a base de soltar algunos miles de dólares. Especialmente sangrante me pareció el caso de la chica epiléptica, porque le dan veinte mil dólares para tratarse, pero ¿qué va hacer cuando se le acabe el dinero? ¿Por qué no incluyen su enfermedad en el seguro médico de la empresa? La respuesta es que seguramente ese seguro médico no existe y si es así, el cretino del director de la empresa que fue al programa no tiene la más mínima intención de mejorar las condiciones de sus trabajadores. Su única intención es la de quedar bien ante las cámaras con su generosa limosna.
Mi conclusión es que este programa es pura propaganda del neoliberalismo, que pretende ensalzar la imagen de empresas que explotan a sus trabajadores mediante u a bonita y tierna campaña de imagen que haga creer a los televidentes que todo problema tiene solución si uno lucha en conseguir la atención de los oligarcas para que altruistamente donen su dinero. Constituye una defensa a ultranza de uno de los pilares de la ideología neoliberal, el pensamiento positivo. En el futuro dedicaré una entrada para hablar en profundidad del mismo, con ocasión de la reseña del libro Sonríe o muere.
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