jueves, 12 de enero de 2012

El Goethe Institut, dragaminas de la bomba demográfica alemana


Como estudiante de alemán, me preocupa la mejor forma de promocionar mis estudios. Exceptuando un curso intensivo que realicé en una academia en Alemania, he estudiado hasta ahora en instituciones públicas. No obstante, llegando al punto crítico de certificar mi nivel de alemán me he planteado cuál es el certificado que mejor puede valorar mi solvencia con el idioma. Así, hay diversas opciones, en tanto hay diversas organizaciones en Alemania que certifican los estudios de alemán. Las principales y más prestigiosas son el DAAD y el Goethe Institut.

Es sobre el segundo acerca del que pretendo hablar en esta entrada. De acuerdo con el ministro de exteriores alemán, Guido Westerwelle (cuya foto encabeza la entrada, en el discurso en el que pronunció estas palabras), "La importancia de la política cultural exterior en la lucha por las cabezas brillantes va a seguir aumentando" en un alegato al Instituto Goethe para que sepa captar a esas "cabezas brillantes" y los motive a estudiar aleman y en definitiva, inmigrar a Alemania.

Supuestamente, el Goethe Institut es una organización sin ánimo de lucro. Sin embargo, cierto artículo llamó mi atención. Ahí me puse a investigar. Ciertamente, las denuncias de que el precio de sus cursos es excesivamente caro no son pocas. A eso se le suma que no parecen haber renovado demasiado sus métodos. Por lo que he podido leer, los parcos medios con los que cuenta mi Escuela Oficial de Idiomas supera con creces los que pone el Goethe Institut a disposición de sus alumnos.


De hecho, la credibilidad del Goethe Institut ya ha sido puesta en entredicho en el pasado. Lothar Mark, del SPD dijo que "Mientras que los medios del Goethe Institut se han mantenido iguales, no se han realizado reformas estructurales en el mismo. De ahí que se observe un déficit estructural importante." Los fondos del organismo se han reducido de los 278 millones de euros en 2003, hasta los 230 millones de euros el año pasado.

Con todo, y volviendo a las palabras de Guido Westerwelle, está claro que el instituto sigue siendo una herramienta importante en la estrategia del gobierno alemán en cuanto a la modernización de su economía y de su tejido social. Alemania necesita esas "cabezas brillantes" para mantener su economía en funcionamiento. Durante los años de la "coalición del semáforo", Alemania potenció sobre todo la formación profesional, buscando formar una clase trabajadora sólida y profesionalizada, que formara toda una clase media de emprendedores que contribuyeran al esfuerzo del Estado vía impuestos. La idea era buena, y tal vez deberíamos imitarla en España, donde la FP ha sido siempre la gran olvidada de las mil y una reformas educativas de este reino. No obstante, Alemania cometió un error en esa época: abandonar el acceso de la formación superior a los extranjeros. De tal forma que los siguientes gobiernos, la Gran Coalición Merkel-Steinmeier y el actual gobierno de coalición de centro-derecha se encontraron con una patata caliente que fue pasando hasta hacerse insostenible: Alemania no contaba con suficientes profesionales altamente cualificados para sostener su tejido industrial y científico, así como su sistema de seguridad social.

Ahí es donde el Goethe Institut se convierte en pieza clave: como herramienta de propaganda para que los extranjeros elijan Alemania como destino para la emigración, ante una oleada de dumping fiscal invertido: con los países del sur haciendo competencia para ver cuál sube más los impuestos y hace más recortes, Alemania busca captar a todos esos jóvenes profesionales bien formados que se plantean abandonar países como España, Portugal o Italia, donde no existen oportunidades para ellos.

La lección que debemos aprender en España de todo esto es que debería ser un objetivo del gobierno detener la "fuga de cerebros", mientras que es posible. Es tentador reflotar la economía mediante una reforma laboral que legalice minijobs con contrato basura, pero eso no es lo que va a retener a los españoles (como yo, sin ir más lejos) que buscan acceder a un empleo estable que les permita desarrollar una carrera profesional. Y lo que causará no satisfacer esa demanda es crear una bomba demográfica como la alemana, que explotará en diez o quince años cuando no existan en España suficientes titulados superiores para dirigir una economía sólida. Enlace

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