Con cierto retraso desde que terminé de leerlo, he aquí la crítica de un libro que compré de forma casual en una estación de tren en uno de mis habituales viajes. El subtítulo "Piensa azul, cuenta hasta dos" hace referencia al que la editorial ha considerado relato central de esta colección. Dicho sea de paso, que la foto se corresponde con la edición que he manejado: la colección de bolsillo Byblos de Ediciones B. Como indica la imagen, el precio es asequible. Si todos los libros tuviesen la relación calidad/precio de este volumen, creo que las editoriales tendrían muchos menos problemas.
En primer lugar, convendría hablar un poco de quién es Cordwainer Smith. Y la respuesta es que este hombre no existe, si no que es uno (de los muchos) seudónimos usados por Paul Myron Anthony Linebarger. Hay tres cosas que han influido mucho en la obra de Linebarger: uno es su experiencia en China, otra su interés por la psiquiatría y otra es la Revolución China y la Segunda Guerra Mundial. Esto se nota en su a veces extraño modo de narrar. A menudo las descripciones de los personajes son parcas, casi inexistentes. Linebarger también tiene una forma muy peculiar de desarrollar su universo particular. Primero lo destruye, luego toma las piezas, y construye algo nuevo de lo que queda.
Como se anticipa más arriba, este volumen es el primero de una serie de ellos. Además, "Los Señores de la Instrumentalidad", traducción bastarda de "Instrumentality of Mankind" se caracteriza no por ser una serie de novelas, si no de relatos que transcurren en un único universo. En ello, Smith/Linebarger se asemeja también a los escritores tradicionales chinos (o eso es lo que he leído, no he leído mucha literatura china aparte de ensayos filosóficos). Probablemente otro motivo más terrenal es que Linebarger nunca contempló la ciencia ficción como una profesión, si no como una afición. Con todo, "Los Señores de la Instrumentalidad" tiene un tono levemente moralizante en cuanto al papel de la guerra, la tecnología y la propaganda en la sociedad occidental. También, aunque de forma más sutil, se hace una crítica a la sociedad china en relatos como "Cuando llovió gente" y "Del planeta Gustible".
La edición ordena los relatos de forma internamente cronológica, es decir, en orden cronológico dentro del universo creado por el autor, no por la fecha de creación de los mismos por el autor. Esto nos permite ir contemplando la evolución del mismo a lo largo de los 14000 años de evolución del mismo. El primero de los relatos, "¡No, no, Rogov, no!" nos ofrece una anticipación de lo que será el resultado de la creación de la Instrumentalidad de lo Humano: el alcance de la perfección estética, como muestra del pináculo de la evolución. Sin embargo, llegar hasta allí llevará un gran sufrimiento. Las guerras atómicas devastarán la Tierra y crearán un mundo salvaje en el que apenas quedan restos de la civilización pasada: los menshonjaggers (en mi opinión, una ácida crítica a las SS alemanas), el subpueblo, los no perdonados y los verdaderos hombres se manifestarán entonces. A través de varios relatos, que se nos muestran los eventos que conducirán a la fundación de la Instrumentalidad de lo Humano. Se han sentado las bases del universo que Linebarger nos quiere mostrar, porque es la Instrumentalidad la que conduce al hombre hacia las estrellas, utilizando en primer lugar a los observadores. "Los observadores no viven en vano" nos acerca a la vida de estos cyborgs cuasi sectarios desde una perspectiva humana. Se trata, en mi opinión, uno de los mejores relatos de la colección, en tanto que nos muestra el contraste entre hombre y máquina, de lo humano y lo inhumano, de cómo el deber va más allá de las normas y de cómo forzar los límites de lo humano crea auténticos héroes.
Los siguientes relatos son un poco más ligeros, pero no menos interesantes. Nos muestran la nueva era de la navegación espacial. Son relatos más íntimos, más centrados en lo psicológico. El tercero de esta serie, "El juego de la rata y el dragón" nos habla de otra figura importante, los luminictores, así como de la raza alienígena más extraña de toda la ciencia ficción: los dragones. ¿Por qué dragones? No es que viajando por el espacio se hallan encontrado a estas criaturas legendarias. Simplemente porque estas criaturas son las que están más allá del espacio conocido. Los dragones de Linebarger son enloquecedores en su mero concepto, casi ctulhoideos. Los telépatas les dieron ese nombre, por su combinación de hambre, inteligencia y odio.
Los siguientes relatos nos muestran una cierta evolución tanto tecnológica como social en la humanidad. Tras dominar la mecánica temporal, el viaje espacial muestra nuevos desafíos y posibilidades. "Solo en Anacrón" es un bello (aunque corto) ejemplo de ello. Además, nos muestra los primeros indicios de la antiutopía en que la Instrumentalidad se ha convertido en "El crimen y la gloria del Comandante Suzdal" y en el relato que cierra el libro, "¡Dorada era la nave!¡Oh, oh, oh!".
Nota: 8. He descubierto una saga muy interesante y que recomiendo a todo el mundo, ya sean lectores habituales de ciencia ficción o no. Los relatos de este libros son en general bastante cortos, por lo que la lectura del libro se hace muy ágil. Aunque el orden recomendado de lectura es el de publicación, realmente no hay inconveniente en que nos saltemos alguno y luego volvamos atrás. No encontraremos detalladas descripciones de maquinaria propias de la ciencia ficción dura. Aunque el universo de Cordwainer Smith es verosímil, en muchas ocasiones nos encontraremos con cosas sorprendentes, graciosas o incluso ridículas. Todos los relatos incluyen cierto humor ligero que recuerda a películas de los años cincuenta. Hay poco que se pueda criticar del libro. Tal vez la poca profundidad con la que ciertos eventos son narrados. Relatos como los dedicados a la fundación de la Instrumentalidad darían para novelas enteras, pero ocupan apenas cincuenta páginas en total.
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