miércoles, 10 de agosto de 2011

La weimarización de Europa


Algo está sucediendo en Europa, a medida que la "crisis económica" (porque no estamos en una recesión, de eso ni hablar) se alarga y se profundiza. La gente común se está movilizando, levantando. Sin embargo, hay movimientos telúricos por debajo. Mientras los gobiernos aprueban medidas para las cuales ningún ciudadano los ha votado, esos ciudadanos protestan. Y algunos se aprovechan. No sé quién causa todo esto, ni a quien beneficia. Pero las revueltas en Inglaterra, cuya violencia me parece a una vez deleznable y deprimente, me han hecho reflexionar: ¿estamos ante una weimarización de Europa?

Me explico que quiero decir con "weimarización". La República de Weimar fue el nombre que se le dio a la primera república alemana. Esa república se caracterizó por varias cosas: la baja aceptación social, derivada de la baja representatividad, la agitación social derivada de la crisis de 1929, y la fragmentación política que permitió que un partido totalitario se hiciera con las riendas del poder. Y precisamente, parece que los ingredientes para un caldo de cultivo semejante los tenemos. Revueltas progresistas, atentados terroristas de extrema derecha, crisis económica, malestar social... todo ello está presente en la sociedad europea. Me costaría creer que la extrema derecha se hiciera con el poder en el continente, pero si esto sigue escalando... no me extrañaría demasiado.

Ciertamente los gobiernos democráticos han dejado de representar a los ciudadanos, pero eso no debe servir de excusa para apoyar movimientos antidemocráticos. Todo lo contrario, debemos procurar una regeneración democrática que represente los intereses de los ciudadanos de forma fidedigna. Un gobierno totalitario, con los recursos de espionaje que proporciona Internet, sería un desastre mucho peor que cualquier pesadilla orwelliana. Ya quedé bastante consternado por la capacidad de observación y monitorización que disponía la Stasi en la antigua RDA, cuando visité el museo y centro de investigación histórica de la misma, en Berlín. Recuerdo claramente una carta enviada a un domicilio, en el que se detallaban las actividades "delictivas" de un joven: fumar en el metro, tirar latas en la calle en lugar de las papeleras, vestir a la moda "punk", asistir a conciertos de rock ilegales, etc. Un gobierno totalitario a día de hoy es capaz de una monitorización mucho más estrecha. Prueba de ello es China, donde la vigilancia policial llega a las propias viviendas de los ciudadanos, como publicó el diario "La Gran Época" en este artículo. Otros países como Irán están procurando cortar el acceso de sus ciudadanos a Internet, con el fin de poder monitorizarlos e impedir la organización de movimientos disidentes a través de la red. Sin embargo, todo esto nos suena a lejano, ¿verdad? Aquí no estamos tan lejos, ya que España apoya el fin de la neutralidad en la red. Eso podría suponer que nuestra conexión a Internet se viera limitada a los servicios que contratamos: colocarnos en un túnel de hormigón en el que el Gran Hermano (o la compañía telefónica) decida qué vemos y oímos.

Lamentablemente, mucho me temo que nuestro voto pueda servir de poco para impedir que esto ocurra. Lo único que podemos hacer es que nuestra voz se oiga, que los poderes ocultos consideren el riesgo de dejarse llevar por su ambición desmedida. Una acción demasiado radical en una dirección, puede provocar una reacción inesperada en el otro sentido. Eso es tanto un advertencia para los Altos como para los Bajos. Pase lo que pase, salvemos la democracia. Lo lamentaremos cuando sea demasiado tarde.

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