Freakonomics, de Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner, ha sido un libro muy inspirador. Debo confesar que se me ha hecho extremadamente corto, quizá porque a pesar de ser un libro sobre microeconomía, está redactado con un estilo sumamente ágil y cercano. A pesar de que los distintos capítulos reflejan diversos estudios sin un hilo unificador preciso, quizá sí puedan extraerse algunas conclusiones comunes de todo el libro, los axiomas de la "freakonomía", por así decirlo:
-Los seres humanos actúan de forma racional en función de sus incentivos.
-La "sabiduría convencional" (término que usa Levitt para referirse a una mezcla de sentido común y vox populi) suele equivocarse.
-Los "expertos" manipulan sus opiniones en su propio beneficio, y por lo tanto, no son fiables.
-La causa más directa no es necesariamente la más influyente en un suceso con impacto económico.
Con estas ideas en mente, y manejando todos los datos disponibles, Levitt demuestra a lo largo del libro estos hechos mediante ejemplos que contradicen aquello que podríamos pensar a primera vista: una piscina es más peligrosa que una pistola para un niño, los narcotraficantes no ganan más dinero que un trabajador medio y por eso deben vivir con sus madres, la legalización del aborto es la principal causa de descenso de la criminalidad, etc.
Todo ello motiva al lector a observar con ojo crítico lo que hay a su alrededor, no fiarse de la creencia popular. Será en los datos donde buscar la verdad subyacente que el análisis económico puede aportar, en lugar de dejar que otras personas con motivaciones ocultas y a menudo egoístas lo hagan por nosotros.
En resumen, es un libro que recomiendo encarecidamente a cualquier persona, sea economista o no, porque le ayudará a ver con otros ojos el mundo en el que vivimos. Quizá es más oscuro de lo que pensamos, pero si algo tiene de positiva la sociedad contemporánea es la inmensa cantidad de registros con datos que podemos utilizar para fundamentar nuestras decisiones, por simples que parezcan. Todo es cuestión de tomar esos datos, analizarlos y extraer conclusiones. Ese es (o debería ser) el verdadero propósito de la economía.
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