El Coyote se sentó frente a él, observándolo. Analizándolo. Kevin, permaneció en donde estaba, sosteniendo la mirada al animal. Recordó, de pronto, a Demóstenes, y cómo denominaba a los extranjeros como utlänning, usando un término de origen nórdico. El significado de aquella palabra denotaba a otro ser de la misma raza o especie, pero de otra tierra, de otro habla. Una comprensión no verbal se forma entre el nativo y el utlänning, pues son espíritus afines. Pensó que igual que él se hallaba en el desierto, obligado a permanecer allí toda la noche, lo mismo le pasaba al Coyote. Finalmente, se adentró en a tienda, tomó una lata de conservas con algo de carne, y la vertió en un plato de plástico, colocándola cerca del animal, que lo observaba curioso. Cuando se apartó, aquél empezó a devorarla. Al cabo de un rato, terminó, se lamió los labios, y se tumbó.
"Bueno, al menos ya no estoy solo", se dijo. "Lo que todavía no sé, es porqué estoy aquí". Debía encontrar respuestas. Había demasiado que no le habían contado, y era el momento de hallar la verdad. Al cabo de un rato, al mismo tiempo que él lo hacía, involuntariamente, mirando al cielo, como jurando en silencio, el coyote se levantó. "Éste es mi último trabajo para la Corporación. Una vez termine, quiero saber toda la verdad sobre ellos. Y luego se acabó, me marcharé. Es un juramento."
El coyote, mirando al cielo, aulló, sellando el pacto.
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