Después de una larga pausa vacacional para resolver asuntos personales (mudarme de país... otra vez), aquí estoy de nuevo con una nueva entrega de la serie dedicada a mostrar la verdad oculta sobre esa telaraña de mentiras, medias verdades e intereses ocultos que compone hoy en día la economía mundial. Como siempre, tomad en cuenta de que aunque documento bien cada una de estas entradas, es una opinión personal y no una verdad universal. Si alguien os vende un concepto de economía como una verdad universal, es probable que sea parte del saber convencional del que hablaba en la última entrada. Dicho esto, el tema de hoy es duro y controvertido: la lucha contra la pobreza.
Antes de comenzar con la parte más técnica, quiero ofrecer algunos datos. Erradicar la pobreza extrema figura como objetivo número 1 de los llamados Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas. De acuerdo con el Banco Mundial, en 2008 1.400 millones de personas estaban en situación de pobreza extrema. El cumplimiento de este objetivo avanza relativamente bien, aunque es muy improbable que se cumpla con un índice del 45% que "están bien encaminados".
Sin embargo, no sólo hay pobreza extrema. Si un cuarto de la humanidad vive en la pobreza extrema, hay países como Paraguay en los que la pobreza alcanza a un 32% de la población. Ni qué decir de los países de África, donde la mayor parte de la población se encuentra en esta situación. En este enlace la FAO recoge un extenso y detallado estudio sobre la retroalimentación de la pobreza y el hambre, entre otros asuntos relacionados con los desafíos del cumplimiento de los Objetivos del Milenio.
Entrando ya en materia, choca mucho la forma en que algunos países están luchando contra la pobreza. Concretamente, estoy pensando en aquellas ayudas económicas destinadas a proporcionar una renta mínima o una renta básica universal. La imagen que sirve de encabezado a esta entrada se refiere a los famosos Hartz IV de Alemania, pero también entran dentro de esta categoría los beneficiarios del MIDES en Uruguay (al menos, el gobierno uruguayo tiene la decencia de dar datos concretos de dónde y cuánto dinero se gasta). También es el caso de Argentina, por ejemplo. En España no hay nada similar, pero el 15M lo ha recogido entre sus aspiraciones.Otros países con programas similares son Brasil con su Bolsa Familia, o México con su plan Oportunidades (en inglés). También hay iniciativas parecidas en Chile y Costa Rica. No obstante, esto no es exclusivo de America Latina, sino que la iniciativa también existe en Europa así como en EEUU. Si alguien está interesado en el tema, puede encontrar un resumen de la historia del movimiento aquí (en inglés).
Desde mi punto de vista, existen programas mejor planteados que otros. Básicamente, hay dos criterios fundamentales: programas "con condicionalidades" y programas "sin". Dentro de los primeros entran, por ejemplo, el programa brasileño o el mexicano. En el segundo tipo entran todos los demás. En los artículos que enlacé previamente ya refleja una imagen de sus resultados: mientras que los programas con condicionalidades tienen un efecto positivo, el éxito de los programas sin ningún tipo de condicionalidad so casi un fracaso, por no decir un peligro para la evolución futura de la sociedad.
Las razones de ello son varias. En primer lugar, se produce una estratificación arbitraria y artificial de la sociedad. Mientras que unos son beneficiarios, aquellos con un euro más no lo son. Eso supone a los que se quedan fuera "por poco" una serie de cargas (impuestos, principalmente) que hace que efectivamente sean "más pobres" que los pobres. En segundo lugar, y especialmente en el caso de aquellos programas en los que se computa el número de miembros de la familia para determinar la cuantía de la ayuda, se produce un "boom" de natalidad con efectos dudosos a medio y largo plazo. Esas familias se convierten en "profesionales de tener hijos", sin trabajo y con una familia numerosa. Por esa razón en Alemania hoy en día tener más de dos hijos está socialmente mal visto, por ejemplo. Sé que es una forma de revitalizar a países envejecidos y de paliar el coste que supone tener un hijo. Sin embargo, si esto no va acompañado de medidas encaminadas a proveer a esos niños de una formación y una profesión con la ganarse la vida en el futuro, estamos aumentando la población a costa de multiplicar el número de descastados que dependen del Estado. Finalmente, hay otro peligro: el fomento de la economía sumergida. Puesto que estas familias viven en el límite, algunas de ellas recurren a la economía sumergida con el fin de elevar su nivel de vida. De esta forma salen de la pobreza por la tangente.
En cambio, aquellos programas que exigen una serie de condicionalidades (progreso en los estudios de los hijos, ayudas globales a la familia sin contar el número de individuos, búsqueda activa de empleo o formación de los cabezas de familia...) fomentan que la familia busque progresar económicante dentro de la ley y sin hacer trampas al sistema, sin criar una caterva de hijos que posiblemente terminen explotados por sus propios padres (contribuyendo eso al fracaso escolar de los mismos y su estancamiento).
En resumidas cuentas: estoy de acuerdo en que todo el mundo tiende derecho a una renta básica universal, pero eso no debe ser una licencia para dormirse en los laureles y depender eternamente del Estado. Toda ayuda debe tener una contraprestación en esfuerzo por parte de quien la recibe. Sólo de esa forma pueden ser de verdad valoradas.
Las razones de ello son varias. En primer lugar, se produce una estratificación arbitraria y artificial de la sociedad. Mientras que unos son beneficiarios, aquellos con un euro más no lo son. Eso supone a los que se quedan fuera "por poco" una serie de cargas (impuestos, principalmente) que hace que efectivamente sean "más pobres" que los pobres. En segundo lugar, y especialmente en el caso de aquellos programas en los que se computa el número de miembros de la familia para determinar la cuantía de la ayuda, se produce un "boom" de natalidad con efectos dudosos a medio y largo plazo. Esas familias se convierten en "profesionales de tener hijos", sin trabajo y con una familia numerosa. Por esa razón en Alemania hoy en día tener más de dos hijos está socialmente mal visto, por ejemplo. Sé que es una forma de revitalizar a países envejecidos y de paliar el coste que supone tener un hijo. Sin embargo, si esto no va acompañado de medidas encaminadas a proveer a esos niños de una formación y una profesión con la ganarse la vida en el futuro, estamos aumentando la población a costa de multiplicar el número de descastados que dependen del Estado. Finalmente, hay otro peligro: el fomento de la economía sumergida. Puesto que estas familias viven en el límite, algunas de ellas recurren a la economía sumergida con el fin de elevar su nivel de vida. De esta forma salen de la pobreza por la tangente.
En cambio, aquellos programas que exigen una serie de condicionalidades (progreso en los estudios de los hijos, ayudas globales a la familia sin contar el número de individuos, búsqueda activa de empleo o formación de los cabezas de familia...) fomentan que la familia busque progresar económicante dentro de la ley y sin hacer trampas al sistema, sin criar una caterva de hijos que posiblemente terminen explotados por sus propios padres (contribuyendo eso al fracaso escolar de los mismos y su estancamiento).
En resumidas cuentas: estoy de acuerdo en que todo el mundo tiende derecho a una renta básica universal, pero eso no debe ser una licencia para dormirse en los laureles y depender eternamente del Estado. Toda ayuda debe tener una contraprestación en esfuerzo por parte de quien la recibe. Sólo de esa forma pueden ser de verdad valoradas.
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