Hace unos días, leía una entrada en gurusblog que hablaba sobre la diferencia entre el rumbo económico de Noruega y Venezuela, a pesar de que ambos son productores de petróleo. De hecho, esta actividad es prácticamente lo único que ambos tienen en común, puesto que en todo lo demás son bastante dispares. Venezuela es mayor y más poblada, aunque más pobre que Noruega. Ésta se encuentra (al menos en parte) en el Círculo Polar Ártico, mientras que Venezuela se halla en el Trópico.
La producción de petróleo es menos eficiente en Venezuela que en Noruega, aunque el país latinoamericano tenga muchas más reservas. El país nórdico produce casi lo mismo que Venezuela, lo cual supone que Noruega terminará con sus reservas mucho antes que Venezuela.
Por otra parte, el autor apunta a que el gasto público en Noruega es superior al de Venezuela, y la inflación es mucho menor. Esto supone que por habitante la inversión del Estado por habitante es "más rentable" en el país nórdico. Hasta ahí estamos de acuerdo.
El autor cita que en los años cincuenta Venezuela se encontraba entre los cinco países con mayor PIB del mundo, mientras que sesenta años después su PIB permanece estancado, mientras que el de Noruega se ha multiplicado para situarse entre los primeros del mundo. El autor achaca a que los venezolanos han hecho "algo mal" y los noruegos "algo bien". Yo me pregunto más bien, si el autor ha tenido en cuenta el punto de partida de cada país.
Mientras que Venezuela se mantuvo neutral durante la Segunda Guerra Mundial, y se lucró incluso de ella, Noruega sufrió una caída del 7% del PIB durante el período de 1939 a 1945. En cambio, la evolución demográfica de ambos países es muy diferente y significativa. Mientras que Noruega ha aumentado su población en algo más de un 50%, Venezuela la ha multiplicado por siete en el mismo período. Así, es cierto que Venezuela cuenta con mayores recursos naturales que Noruega, pero el boom poblacional del país caribeño puede estar detrás de su estancamiento, junto con otros factores como la modernización tecnológica (P.ej.: Noruega encabezó la tasa de penetración tecnológica en el mundo en 2012) y la justicia social (el IDH de Noruega ajustado por la igualdad es 0.894, mientras que el de Venezuela es de 0.549).
Por tanto, creo que la situación económica de Venezuela no es atribuíble, como hace el autor, a una mala gestión por parte del régimen bolivariano comparada con una muy buena gestión por parte de los sucesivos gobiernos noruegos en el mismo período. Aunque la gestión de ambos países pueda haber sido mejor o peor (y sinceramente creo que la de Noruega ha sido mejor, a la vista de los datos), creo que el factor fundamental a la hora de determinar sus respectivas evoluciones ha sido su dispersa evolución demográfica.
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