Tras los inevitables saludos e intercambios de impresiones, el grupo se dispuso a averiguar la forma de seguir adelante. Se encontraron con que la ciudad estaba rodeada por una perenne tormenta mágica. Además, un acantilado servía de obstáculo entre ellos y la llanura cenicienta que rodeaba la ciudad, azotada por continuos relámpagos. Aunque un puente colgante de madera unía ambos extremos, era demasiado estrecho como para pasar en coche, y demasiado inestable como para permitir pasar al Glitter Boy de Big Jimmy. El abismo era relativamente estrecho, aunque la caída era importante. Si los retropropulsores de la armadura no estuvieran estropeados, tal vez podría tomar carrerilla y retropropulsarse hasta el otro lado. Por ello, River y él se pusieron a intentar arreglarlos, mientras que los demás contemplaban otras opciones.
Malcolm probó que la física de la tormenta era no euclídea, lo cual verificaba la investigación hecha por Jet con sus poderes mágicos. Éste hizo una nueva incursión en forma astral hasta la ciudad, percatándose que los viajeros que se dirigían a Gomorra (pues ese es el nombre de la ciudad) llegaban allí teleportándose, o en vehículos aéreos. Unos pocos, los más valientes, llegaban atravesando la llanura protegidos por escudos mágicos. Ellen y Mal se dirigieron después para comprobar la posibilidad de descender la garganta que los separaba de la llanura. Mientras atravesaban la selva, fueron atacados por un humanoide negro y esquelético de gran ferocidad y agilidad, con poderosas garras y mandíbulas. Tras infligirle severos daños, el alienígena huyó. Observaron que un río fluía por la llanura, para caer por unas cataratas a varios kilómetros del puente. Más allá, el río fluía en dirección a una obertura negra, que parecía absorber no sólo el agua, sino incluso la luz y el sonido. Tras cierta indecisión por parte de Ellen (que no de Malcolm), llegaron a la conclusión de que atravesar la obertura no podía ser buena idea. A su vuelta, Jet constató que tres líneas de ley se cruzaban en la Zona Crepuscular en la que se encontraban. Dichas líneas se cruzaban formando un triángulo equilátero con puntas en el zigurat, en el puente de madera y en la obertura oscura de la garganta.
En esa situación, se encontraron bastante desesperados. Finalmente, tras hablar con Sienna y Kenlian, descubrieron que el druida elfo podía usar un ritual mágico para llevarlos al Segundo Mundo, el Reino Espiritual de los Cheyenne. A través de dicho Reino podrían "atajar" evitando la tormenta. Sin embargo, hay dos dificultades. En primer lugar, para atravesar el Reino, hay que ganar el permiso de los espíritus protectores que vigilan las entradas. En segundo lugar, sólo es posible cruzar de dos en dos o de uno en uno. A continuación siguió un duro proceso de negociación sobre las parejas a formar. Kenlian declaró que él debía ir el último para cerrar el portal. Jimmy, tras hablar con Sienna y Kenlian, los únicos "veteranos" en el viaje espiritual, aprendió que su armadura no funcionaría en el Reino Espiritual (donde ninguna clase de tecnología ajena a dicho lugar funciona). Por lo tanto, decidió quedarse y vigilar el pueblo. Por su parte, los demás se emparejaron de la siguiente forma: en primer lugar, pasaron Jet y River. Los siguieron Ellen y Malcolm. Y finalmente, Kenlian y Sienna pasaron los últimos.
River y Jet se encontraron, nada más llegar, a un espíritu suricato que les interrogó sobre su propósito en el Reino Espiritual. Una vez se lo explicaron, el espíritu suricato decidió probarlos de tres formas: en primer lugar, puso a prueba su ingenio con una serie de "extraños enigmas matemáticos" que resultaron ser pan comido. El suricato, frustrado, les dijo que debían coger un brazalete que había colocado en la rama más alta de un árbol situado en un bosque cercano. Jet, usando su conjuro de Levitación, hizo tal cosa sin ningún percance. El suricato, finalmente, les pidió que le trajeran un huevo de "Vieja Llama Bailarina", un espíritu elemental de fuego con forma de serpiente que vivía en las montañas del oeste.
Se dirigieron a las montañas, teniéndose que enfrentar a las inclemencias de una erupción volcánica provocada por la vieja serpiente. Sin sufrir percances (aunque Jet estuvo a punto de dejar caer a River en un río de lava), llegaron al fin a la cueva que servía de hogar a la serpiente. Allí, esta usó sus poderes psíquicos para confundirlos. La cueva era un laberinto, y usando sus poderes, consiguió que se perdieran. Entonces, manipuló sus emociones, para provocar una absoluta desesperación en River, y una gran ira en Jet. El resultado de ello fue que ambos discutieron, y cuando Jet no pudo más, usó su conjuro "Trance de Muerte" para entrar en un estado de estasis indistinguible del óbito. Aunque en ese momento River estuvo a punto de suicidarse, extrañamente, se sintió de pronto mucho más aliviada. De nuevo, Vieja Llama Bailarina estaba usando sus trucos mentales. Reuniendo fuerza de voluntad y fuerzas de flaqueza, River continuó adelante, utilizando sus artículos de higiene femenina a modo de las migas de pan de Hans y Gretel. Aunque el calor dentro de la cueva comenzaba a ser tan insoportable que se derretían en pocos segundos, al menos quedaba un resto negruzco que servirle de indicación. Mientras estaba en trance, Jet contactó con su deidad, Enki, para pedirle consejo. Tras alcanzar un paso más en la iluminación de mano del Archimago, Jet despertó con energías renovadas y comenzó a seguir el rastro dejado por River. Cuando se encontraron, comenzaron a discutir, lo cual aprovechó la serpiente llameante para provocar el caos acrecentando la ira en ambos. La pelea entre ambos no tardó en desatarse, pero, por suerte, no llegó a mayores. Una vez que se separaron y tranquilizaron, siguieron adelante. Entonces fue cuando se encontraron con la enorme serpiente de fuego, durmiendo en un lecho de lava. Detrás suyo estaba su nido, en el cual descansabas sus huevos sobre candente roca basáltica. En ese punto, Jet intentó acercarse sigilosamente para mover el huevo telequinéticamente hasta las manos de River. Pero, una vez más, era otro truco de la vieja serpiente. Se alzó sobre sí, imponente, y con voz a la vez sibilante y tronante, les preguntó qué pretendían. Jet les explicó que necesitaban el huevo para un espíritu suricato. Lo siguiente fue una negociación muy dura, en la que Vieja Llama Bailarina los amenazó repetidamente. Sin embargo, mientras River la distrajo con sus argumentos, Jet usó la telequinesis para coger el huevo, y entonces huyeron por un portal situado en una pared de la estancia, que los llevó al principio del laberinto. Huyeron, y la entrada se cerró tras de ellos. Volvieron a junto del Suricato, el cual les condujo a su destino.
Los siguientes en atravesar el portal fueron Malcolm y Ellen. Ellos se encontraron con una llanura, ante la cual circulaba un río. Sobre el río había un puente de madera, y sobre el puente de madera había un nativo americano... de tamaño diminuto. Se trataba de un Gran Pequeño Hombre, un espíritu guía. El pequeño los animó a retarlo a una prueba física. Sin embargo, procuraron convencerlo de que no hacía falta que hiciesen ninguna prueba, dado que su búsqueda tenía un objetivo muy noble. El pequeño les preguntó por ello, y les dijo que ciertamente, su objetivo era muy noble. De hecho, les ofreció su ayuda enseñándoles cualquier cosa que estuviera a su alcance. Malcolm le pidió que le enseñara a disparar un rifle de energía. Para su sorpresa, los pequeños disponían de esa clase de rifles. El día pasó con la instrucción del Pequeño en el manejo de esa clase de armas. Al llegar la noche, sin embargo, Malcolm se dirigió al lugar donde el Pequeño les había dicho que estaba su jefe, Montaña-que-permanece, el cual es además un gran oráculo. Llegado a cierto punto, Mal se dio por vencido y volvió. Se encontró con Ellen por la mañana, y ambos acordaron ir a la montaña. Allí se encontraron con un barranco, anunciado por un cartel parlanchín. Tras pensar en varias formas de cruzar, fue Ellen la que llegó al otro lado, y hubo de continuar sin Malcolm. Allí se encontró con una laguna, en la que se vio reflejada. El reflejo resultó ser su "otro yo", que le garantizó grandes poderes si le permitía liberarse. Sin embargo, Ellen triunfó ante la tentación, y terminó por llegar ante Montaña-que-permanece, un espíritu mayor, que se aparecía con la forma de un nativo americano de gran musculatura y estatura. El oráculo contestó a sus preguntas, y la informó sobre la naturaleza de su enemigo.
Le explicó que se enfrentaban a un "Ente de las grietas", un ser de gran poder. Esta criatura fue en su tiempo un ser muy poderoso, que fue confinado por los dioses en un espacio multidimensional cerrado. Condenado a observar un millón de pasados, presentes y futuros en un millón de dimensiones diferentes, con trillones de mundos alternativos en cada una, la criatura terminó por enloquecer. Su único objetivo en la existencia es hallar la paz absoluta en el vacío. Y para ello, utiliza a invocadores incautos para seducirlos con su poder y hacer que abran una ventana a su mundo. Entonces el Ente de las grietas posee al invocador y expulsa su alma de su cuerpo. A partir de entonces, el Ente de las grietas es a todos los efectos, el dueño de ese cuerpo. Posee todos los recuerdos y habilidades del invocador, más sus propios poderes. Puesto que no cualquiera puede invocar a una criatura como el Ente, el poder de la fusión de ambos seres resulta escalofriante. Montaña-que-permanece también le explicó a Ellen que la criatura sólo puede volver a su plano de origen de dos formas: matando al cuerpo huésped, o bien haciendo que abandone este de forma voluntaria. También la advirtió, por si consideraba la primera opción, que los ataques físicos comunes no le hacen daño. Sólo ataques mágicos o basados en energía pueden dañarlo.
Tras ello, Ellen volvió con Mal. Regresaron a la aldea de los Pequeños, y les pidieron que los condujeran a su destino. Los Pequeños, con alegría, los condujeron de vuelta a su mundo. La próxima vez, ambos debían superar la prueba. Les desearo suerte, y aparecieron de nuevo en el bosque del que partieron.
Mientras tanto, en Gomorra aparecieron Kenlian y Sienna, que pasaron su prueba después de Ellen y Malcolm. Jet preguntó por sus dos compañeros perdidos, y Kenlian se ofreció a ir a buscarlos. Mientras tanto, el propio Jet fue a "echar un vistazo" en la ciudad, bien embozado para que no lo reconocieran. Al cabo de unas horas, volvió tras comprobar las defensas del Palacio. No tardarían mucho en volver Kenlian, Malcolm y Ellen. Sin embargo, estos habían pasado de nuevo por el Reino Espiritual.
Ellen viajó con Kenlian, el cual lo llevó a una arboleda sagrada, en la que se encontró con un Arbol Milenario. El árbol, tras evaluarla, decidió confiarle una tarea a cambio de su paso por el Reino Espiritual. Le habló de la importancia de regenerar la tierra en la que se había asentado Gomorra, por lo que le pidió que plantara en el nexo de líneas de ley que hay en la ciudad, en el zigurat, unas semillas que yacían entre sus raíces.
Por su parte, Malcolm se encontró llegando a una especie de desierto árido. A lo lejos, encontró una extraña ciudad desierta, en cuyo centro había una plaza con un obelisco con inscripciones en Mecanoide. El obelisco era la CPU de un ordenador que controlaba los sistemas de la ciudad. Malcolm, usando sus poderes psíquicos, dotó de corriente a la máquina, que a su veces inició los sistemas de alimentación, y puso en marcha la adormecida ciudad mecanizada. Tras hacer algunos chequeos, averiguó que la ciudad estaba sometida a niveles de radiación desaconsejables para un humano, por lo que se dirigió al hospital para que le pusieran una inyección anti-radiación, que un robot médico le proporcionó. Allí, se dirigió al depósito de cadáveres, donde se encontró con cientos de contenedores con cerebros en su interior. Horrorizado, decidió irse de nuevo al centro de la ciudad. Entonces buscó los registros de archivos, para saber lo que había ocurrido. Vio como el planeta era devastado con armas nucleares por una fuerza desconocida. Entonces un grupo de naves que Mal identificó como Mecanoides salieron del planeta. El destino de las mismas es por supuesto, la Tierra. Y la fecha de llegada, la anunciada por Perseo: un año. En ese momento, escuchó una voz. Un Oráculo, que se hizo llamar Seurat, lo guió hasta él. El Oráculo estaba en un bunker subterráneo, no lejos del centro del planeta. Se trataba de una criatura aparentemente humana, aunque su rostro mantenía una expresión ausente. Conectado a él había cables y tubos que parecían mantenerlo con vida en una especie de contenedor. De forma continua musitaba un sinfín de datos variables y funciones aparentemente sin sentido. Cuando se acercó, Seurat movió un brazo para atraerlo hacia sí, y advertirle: "Malcolm Reynolds, eres el ángel de la muerte. Tú nos llevarás a todos a la destrucción."
Tras eso, Malcolm volvió a la ciudadela Mecanoide abandonada. Kenlian apareció algún tiempo después, confundido por encontrarlo en aquél lugar. Malcolm le preguntó donde estaban, a lo cual el elfo no supo responder. "Nunca había estado en este lugar. Aunque creo que sé como podemos volver". Al cabo de un rato, encontraron un portal que los llevó de regreso al Reino Espiritual, donde pudieron llegar al encuentro de los demás miembros del grupo, que estaban preocupados. Finalmente, estando al fin todos juntos, dieron un paso en la oscuridad, y entraron en la ciudad.
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