En un reciente
artículo de Robert
Epstein en Politico, el politólogo trata cómo los buscadores de información
(y por buscadores se concreta Google en el propio título) pueden influenciar en
los votantes en unas elecciones. De acuerdo con su estudio, un 25% de los
procesos electorales del mundo están siendo decididos por el filtrado de la
información que Google somete a su buscador. Esta cifra no es para nada baladí.
La pregunta que se formula Epstein es: ¿hasta qué punto Google actúa de forma
ciega en este proceso? ¿Es posible que los directivos de Google sean
conscientes de su influencia y activamente modifiquen los resultados de las
búsquedas para beneficiar la elección de aquellos candidatos que contribuyan al
éxito de la compañía?
Esta pregunta no es meramente
especulativa, sino que cuenta con precedentes históricos. En su artículo,
Epstein recupera un hecho histórico en el cual las acciones de una empresa con
carácter monopolista en cuanto al manejo de información activamente contribuyó
a decidir de forma no democrática (o parademocrática, a lo sumo) unas
elecciones. Se trata del papel de Western Union en las elecciones
estadounidenses de 1876. Esta empresa contaba con un monopolio en cuanto a la
comunicación y se aseguró que en dichas elecciones sólo se publicaran noticias
positivas sobre el candidato republicano Rutherford B. Hayes.
Incluso de esta forma, Hayes perdió el voto popular, pero finalmente alcanzaría
la presidencia mediante la impugnación de veinte colegios electorales, que le
fueron otorgados a cambio de retirar la presencia militar de los estados
sureños en lo que se conoció como el Compromiso de 1877.
Sin embargo, no es el único caso
en el cual una empresa con un monopolio en las comunicaciones influyó de forma
fundamental en unas elecciones. En 1913, Woodrow J. Wilson fue elegido gracias
a su campaña en contra de los monopolios. Su principal acción fue contra
AT&T. No obstante, debido al llamado Compromiso
Kingsbury, no sería hasta 1956 que AT&T sería limitada en cuanto a los
negocios que podía establecer, y obligada a ceder patentes a sus competidores
por un precio razonable. En los cuarenta y tres años de ínterim, AT&T se
convirtió en un valioso activo al servicio del Departamento de Defensa, el cual
durante ambas Guerras Mundiales detuvo las acciones contra la compañía debido a
"motivos de seguridad nacional". Esto es debido a que en 1918
AT&T comenzó a proveer a la Marina estadounidense con infraestructura
radiotelefónica que sería clave durante las guerras mundiales. Es altamente
probable que en su famoso último discurso, Dwight D. Eisenhower se refiriera a
casos como este al hacer mención al peligro del "complejo
industrial-militar".
Más cerca del presente pueden
hablarse de casos como el de Televisa
en México, o el de los hermanos Koch, dos oligarcas del petróleo cuya
influencia en las campañas electorales puso de relevancia la serie
norteamericana The Newsroom. En
Europa también se ha dado una fuerte influencia de los comunicadores en las
elecciones. Las redes sociales han crecido en influencia en los últimos años.
En este
artículo se habla de ello analizando las elecciones de Reino Unido en 2015.
Esto nos devuelve al presente y a Google. De acuerdo con Jonathan Bright, un
investigador de la Universidad de Oxford consultado
sobre el tema por Wired, "no es posible tener un motor de búsqueda
neutral".
La clave de este asunto la puede
tener Julian Assange, el fundador y cara visible de WikiLeaks. En su libro When
Google Met Wikileaks, Julian
Assange describe la relación entre Google y el Departamento de Estado ahora
encabezado por la candidata a las elecciones de los EEUU, Hillary Clinton en este extracto del
libro
publicado por WikiLeaks. En gran medida, la división Google Ideas de la
compañía se ha convertido en un importante actor de la back-door diplomacy,
la diplomacia no oficial. El titulo de esta entrada, El Imperio de la Mente,
fue el nombre del borrador del libro "The New Digital Age: Reshaping the
Future of People, Nations and Business" que
Eric Schmidt, CEO de Google, publicó más adelante para explicar la influencia
de Silicon Valley
en la política norteamericana. Sin embargo, en palabras de Assange, el libro es
"una canción de amor hacia Washington". De forma similar a la que Kingsbury
al cargo de AT&T convenció al Presidente Woodrow Wilson del valor
estratégico de su monopolio, Eric Schmidt ha hecho lo propio con este libro con
Barack Obama. El resultado no ha sido menos casual: Google ha colaborado de
forma intensa en los programas estadounidenses de espionaje, tanto interno como
externo. Puede que lo haya hecho de forma altruista, y eso es todavía más
peligroso, tal y como señala el autor.
Assange
concluye el capítulo liberado al público con la siguiente frase (la traducción es
mía): "Un imperio para que no seas malvado es todavía un imperio".
Por todo esto, es bastante dudosa la inocencia que pueda tener Google en cuanto
a su influencia política en el mundo.
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